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Talavante detiene el tiempo en Moroleón (video)

Domingo, 15 Ene 2012    Moroleón, Gto.    Juan Antonio de Labra | Enviado            
Después de cuajar una inspiradísima faena a un gran toro de Barralva
La comunión de Alejandro Talavante con México va en aumento, y ahora, en Moroleón, tuvo oportunidad de deleitarse con un magnífico toro de Barralva, al que cuajó una faena de esas para el recuerdo, ya que el extremeño se abandonó en cada uno de los muletazos hasta hacer explotar la plaza como un volcán.

Porque la gente sí comprendió lo que veía, con esa sensibilidad tan característica de los públicos mexicanos y el entusiasmo fue en aumento, a la par que Alejandro toreaba cada vez más despacio, casi en cámara lenta, prolongando la embestida como si fuera caricia deliciosa. Y así, tan profundo, tan ceñido, y tan torero, fue llevando al toro cosidito a la tela mientras el sentimiento del toreo afloraba con una pasmosa naturalidad, en medio de una apabullante expresión.

Los redondos y los naturales, las dosantinas, los cambios de mano y los adornos, tuvieron su mayor cohesión cuando ejecutó una serie de arrucinas ligadas en un palmo, con un profundo sentido del temple, la distancia y el ritmo que terminaron siendo dando una cadencia única, en la que la altura de la muleta y el pulso que le imprimió al trasteo, fueron fundamentales para poder sacar todo lo que llevaba dentro, que no era poco.

La gente pidió el indulto de "Rómpete Ya", que era el apropiado nombre del toro, pero ciertamente no era de indulto quizá porque le faltó un punto mayor de fuerza y transmisión, porque clase la tuvo toda. Y cuando se temía lo peor, por aquello de que la espada no es el fuerte de Alejandro, se volcó detrás de la espada con la misma despaciosidad y colocó una estocada entera, un tanto traserilla, que bastó para que el toro se entregara al puntillero.

Las dos orejas y el rabo paseó Talavante en la vuelta al ruedo con su amplia sonrisa en los labios, feliz después de esa borrachera de toreo que seguramente le dará moral para seguir en su búsqueda personal; su búsqueda de artista, a este lado del Atlántico.

Con el primero de la tarde, un ejemplar terciado que se movió mucho y terminó embistiendo humillado gracias a que Talavante lo sometió. Sin embargo, por momentos lo ahogó un poco, en ese afán suyo por quedarse mucho en el sitio y no perderle pasos a los toros aunque así lo pidan. Al margen de esta apreciación, bien pudo haberle cortado las dos orejas si se emplea un poco más y lo mata a la primera.

Diego Silveti pechó con un lote del que solamente se dejó el sexto, un toro sin transmisión, pero que pasaba, al que le hizo una faena esforzada que remató de una estocada entera, de buena ejecución, para cortar la otra oreja que se concedió a lo largo de la tarde.

El segundo, un "zapatito" con sombrero de charro, pegaba medias embestidas, topando y sin clase alguna, así que Diego lo toreó en tablas, la querencia que marcó desde el tercio de banderillas, en una faena de arrojo que el público miró con mucho agrado y lo alentó siempre.

El Payo solamente pudo dar un par de series de naturales de excelente acabado al segundo toro de la tarde, otro de los ejemplares de Barralva que se dejaron hacer el toreo bueno. Pero no fue suficiente aquello para que la faena levantara vuelo y la obra del queretano, que discurría por buen camino, terminó desfondándose.

El quinto fue un toreo sumamente deslucido, que acudía a la muleta a regañadientes, y la faena fue irrelevante, con el público un tanto en contra y molesto de que esta primera corrida de feria, no hubiese tenido sino aquel huracán de pasiones que supuso la actuación de Alejandro Talavante con el cuarto, ese “Rópete Ya”, un nombre muy sugerente, pues como bien dijo Rafael El Gallo, "hay toreros… y hombres que torean".

Ficha
Moroleón, Gto.- Primera corrida de feria. Lleno sin apreturas en tarde espléndida. Toros de Barralva, desiguales en presentación y juego, el 1o. protestado por su falta de trapío, de los que destacaron 1o., 2o. y 4o., éste último premiado con vuelta al ruedo. Pesos: 461, 464, 460, 485, 480 y 495 kilos. Alejandro Talavante (azul celeste y oro): Ovación y dos orejas y rabo. Octavio García “El Payo” (grana y oro): Silencio y pitos. Diego Silveti (azul turquesa y oro): Silencio y oreja con algunas protestas. Incidencias: Talavante dio una vuelta al ruedo con los ganaderos Ramón y Pablo Álvarez, y al final de la corrida el extremeño salió a hombros.

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