Ante una entrada muy floja en la segunda corrida de la Feria Nacional Potosina en El Domo, se presentaron Federico Pizarro y los hidrocálidos Arturo Macías y Joselito Adame; Arturo demostró su capacidad y logró un triunfo más, como lo ha venido haciendo desde su llegada de España y en un escenario de gran categoría. 
 
Al quinto de la tarde, de nombre "Compadre", Macías le cuajó una labor de mucha transmisión hacia el tendido. Con el capote salió con una actitud muy buena y entregado en todo momento, iniciando de rodillas en la arena para luego ordenar poco castigo en la suerte de varas, dejándolo casi entero para la faena de muleta.
 
Su labor con la sarga inició con un péndulo y así, en medio de las emotivas notas de "Pelea de Gallos", se olvidó del cuerpo y empezó a soñar despierto ante la cara del burel, logrando momentos de gran calado por ambos pitones, recreándose en las suertes ante la clase de su enemigo, que más bien fue un gran amigo.

En la parte final de la faena, el público comenzó a pedir el indulto; el juez en un principio dudó para concederlo, así que Arturo le dio una tanda más al toro y, a la postre, la autoridad mostró el pañuelo blanco. Y de esta forma, Macías y el ganadero Germán Mercado compartieron una apoteósica vuelta al ruedo.

Ante su primer toro, Arturo comenzó lanceando por verónicas y realizó un quite por chicuelinas. Inició su faena pegado a las tablas, recargado en ellas, y posteriomente instrumentó buenas tandas por derecha en lo que fue una faena muy variada, logrando obtener un apéndice, a pesar de no haber acertado con el acero en la primera oportunidad.

Lo destacable también en la labor de Arturo ante sus dos astados es la conexión que tiene con el tendido; el público, después de ver la entrega del torero hidrocalido con la variedad de quites y lances que realizó, le coreó con los gritos de "torero, torero", demostrándole su cariño en todo momento.

Federico Pizarro le cortó una oreja segundo de su lote, al que lanceó suavamente a la verónica y, ya con la sarga, le recetó derechazos profundos y con el característico sello del arte, los cuales gustaron en los tendidos.

A su primero también le bordó pases de bello acabado, echándole tipo y mostrándose confiado al estructurar su labor, aunque ésta ya no tomó el vuelo esperado y se retiró en medio de los aplausos de la afición potosina.

Joselito Adame pechó con lo mas complicado del encierro de Montecristo, pese a lo cual se mostró con mucha técnica, valor y variedad en sus lances y muletazos, siempre dispuesto a agradar y jugándose la vida con singular alegría.

Destacó ante su segundo toro, pues se pegó un arrimón y, pisándole sus terrenos al ejemplar, le extrajo algunos buenos momentos. Para destacar el bello quite que le hizo por zapopinas. De no haber fallado con el acero, quizá pudo haber cortado la oreja de este ejemplar.