En una misma semana, con tan sólo tres días de diferencia, dos novilleros de Tauromagia Mexicana triunfan en las plazas de Madrid y México: Arturo Saldívar y Sergio Flores, respectivamente. Se trata de un hecho que demuestra el profesionalismo y la seriedad con la que este proyecto creado por Enrique Martín Arranz, con la invaluable ayuda de varias personas clave, está dando unos excelentes frutos.
Y así como uno de los ganaderos de Santa María de Xalpa, Miguel Valladares, sonrió satisfecho cuando tenía entre sus manos la montera de Sergio Flores tras el brindis que le hizo éste, otros muchos, como su socio Benigno Pérez Lizaur, el abogado Julio Esponda, Manuel Villalvazo, Juan Cubero o Alberto Elvira, gozarán ese orgullo tan reconfortante que debe sentirse cuando los toreros sirven.
La mayor virtud de esta escuela taurina sin domicilio conocido, es que cada uno de sus pupilos (entre ellos también se cuenta a Octavio García "El Payo" y Mario Aguilar), cada uno tiene su estilo definido; su forma de sentir e interpretar el toreo.
Y a diferencia de otros centros de enseñanza taurina donde la gran mayoría de los chavales torean de memoria, y difícilmente puede ser identificados su en una fotografía toreando de espaldas, aquí no cabe duda que cada cual tiene su sello. Y ni siquiera físicamente se parecen nada Flores a Payo, o Saldívar a Aguilar.
¿Qué se necesita para triunfar en La México como lo hizo el debutante de Apizaco? Una base técnica sólida; entrenamiento a tope; toreo en el campo; y mentalización, pues Sergio Flores no se vestía de luces desde el 17 de octubre de 2008 en Juriquilla (¡ocho largos meses!) cuando toreó de forma extraordinaria a un novillo de Campo Hermoso con la zurda.
Y miren por dónde al parecer las cosas no estaban muy claras en España y decidieron que regresara a México, calladito, sin avisar a nadie ni visitar las redacciones de los periódicos (aquí estamos acostumbrados a que los toreros busquen a la prensa y no al revés, como en realidad debe ser), y habló donde tenía que hablar: con capote, muleta y espada, en el gran escenario de concreto.
La primera impresión que causó –y la más definitiva de su actuación– fue la firmeza de sus procedimientos. Colocación, ritmo y temple fueron el aderezo a una técnica bien aprendida, que le sirvió de mucho para cuajar al excelente "Quique", cuyas preciosas hechuras no podían fallar.
Y fue un acierto echarlo por delante porque de esta manera Sergio salió a gusto a torear a la verónica, enganchando las embestidas con cadencia y toreando con verdad.
La faena mantuvo el nivel desde el comienzo, aunque sobresalió una serie por el pitón derecho que fue un dechado de entrega y calidad, antes aquellas nobilísimas embestidas de un novillo premiado con arrastre lento.
Las series de naturales también tuvieron lo suyo: largueza y cintura rota, y como mató de una estocada arriba, la gente, sensible siempre a lo bueno, presionó al juez de plaza Ricardo Balderas a conceder una segunda oreja que pone en alto el nombre de este prometedor espada que apenas el pasado 17 de abril alcanzó la mayoría de edad.
Sergio dio la vuelta al ruedo feliz de la vida, no era para menos, como tampoco lo fue la faena del sexto, un novillo basto, grandullón, de Campo Real, que saltó a la arena después de que el muñequito de Pepe Garfias que cerraba la función se partió el pitón derecho contra un burladero.
El novillo del Chino Gómez hizo cosas extrañas de salida, y llegó a la muleta incierto, haciendo hilo en la tela y arrollando con un punto de violencia. A su favor cabe apuntar la transmisión que nunca le abandonó, y gracias a que Sergio se puso en el sitio, le robó muletazos de mucho aguante y mérito, llevando la embestida por la senda del temple. Eso es torear.
Un pinchazo previo a la estocada no enfrió el ambiente y al final lo sacaron a hombros con entusiasmo, ondeando una bandera invisible con un escudo orgullosamente inconfundible: Tauromaquia Mexicana.
Durante la semana, varios aficionados comentarios con emoción la tarde anterior de Santiago Fausto. Los elogios hacia su toreo eran muchos. Sin embargo, en este repetición no asegundó quizá porque el lote de Pepe Garfias que le tocó en suerte le pidió más recursos para resolver la papeleta.
No obstante, el novillero queretano volvió a enseñar sus credenciales: valor a carta cabal, buen concepto del toreo y gusto al ejecutar las suertes. ¿Qué faltó? Redondez a la estructura de dos faenas con detalles dignos de torero bueno.
El tercero de la novillada fue un ejemplar que desarrolló cierto sentido: se quedaba cortó, a veces revolviéndose en un palmo. Si a esto añadimos su escasa fuerza, no tenía el fuelle suficiente para seguir la muleta hasta donde Santiago pretendía llevarla.
El quinto no se entregó y acudía con la cara alta. De tal suerte que Fausto no terminó por acoplarse. Sus reiterados fallos con los aceros, emborronaron una actuación valiente, que deberá tener –¿porqué nó?– una nueva oportunidad de resarcir el resbalón, ya que cualidades las tiene, y muchas, para caminar en esto.
A Salvador López se le notaron avances con respecto de su actuación del año anterior. Toreó con más asentamiento y, por momentos, intentando hacer las cosas con mucha limpieza. Sin embargo, la escasa concurrencia lo trató con dureza y no le tomaron en cuenta la entonada faena al novillo que abrió plaza, un ejemplar dócil y de buen estilo, al que si acaso faltó un punto mayor de transmisión.
En el cuarto ocurrió algo similar: hostilidad que tal vez provocó en su ánimo una lógica desesperación que se tradujo en dar muchos pases sin comunicar sentimiento alguno al público.
Domingo 14 de junio de 2009. Segunda novillada de la Temporada Chica. Unas 2 mil 500 personas en tarde soleada y calurosa, con algunas ráfagas de viento. Cinco novillos de Pepe Garfias, muy en tipo y armoniosos de hechuras, nobles en su conjunto, de los que destacó el 3o. por su clase y fue premiado con arrastre lento. Uno de Campo Real (6o.) sobrero sustituto, incierto pero con transmisión. Pesos: 438, 410, 380, 395, 440 y 468 kilos. Salvador López (azul rey y oro): División y pitos tras aviso. Santiago Fausto (azul marino y oro): Silencio tras aviso en su lote. Sergio Flores (blanco y oro): Dos orejas y ovación. Tras la lidia del 3o., Flores dio una vuelta al ruedo con los ganaderos Pepe y Santiago Garfias Montero. Flores salió a hombros.