Octavio García "El Payo" se convirtió en el máximo triunfador de la última corrida de la Feria de Huamantla, al indultar a un toro de Montecristo, del que recibió los trofeos simbólicos, en un festejo donde Rafael Ortega cortó una oreja y El Zapata fue ovacionado.

Fueron saliendo uno a uno los toros de Montecristo y a decir verdad no hubo uno que se caracterizara por su bravura. El corrido en sexto lugar fue el que tuvo mayor alegría desde su salida, quizá viendo como se habían rajado algunos de los anteriores, le dieron un solo puyazo; el toro tuvo un buen lado derecho aunque el izquierdo no lo vimos, pues Octavio no lo toreó por ese lado.
 
Ligó la faena con series de pocos muletazos y estableciendo varias pausas para que el toro aguantara, siendo notoria la manera de sujetarse a los cuartos traseros para prolongar la suerte; de pronto algunos empezaron a agitar los pañuelos pidiendo el indulto, lo grave fue que El Payo les dio por su lado volteando a ver al juez antes de intentar la suerte de matar.
 
Dio otros muletazos y nuevamente dirigió la mirada al palco de la autoridad que en lugar de ordenar entrara a matar, le indicó que siguiera toreando, así lo hizo Octavio y entonces el juez sacó el pañuelo concediendo el indulto, quizá tratando de miniminizar lo descastado del encierro. Entregaron al torero orejas y rabo simbólicos y fue izado en hombros en lo que viene a ser un triunfo también simbólico y que la mayoría del público protestó enérgicamente.
 
El tercero estuvo bien armado pero vino a menos. Octavio lo toreó con ritmo a la verónica y con un puyazo se cambió el tercio para dar paso a la labor de muleta, con la que empezó suavemente por abajo; como el burel duró poco no hubo más que entrar por uvas y tras una estocada abajo tuvo silencio.
 
Abrió plaza un negro jirón lucero y calcetero que salió suelto de cada capotazo; Rafael logró instrumentar lances a pies juntos y chicuelinas, se afanó con los palos y esta vez faltó temple a su muleta sujetándose en los derechazos a los cuartos traseros, la estocada fue abajo y mucha gente no estuvo de acuerdo con la concesión de la oreja que le protestaron y tuvo que dejar.
 
Rafael salió de rodillas con la capa en el cuarto, le vimos otra vez torear a pies juntos y navarras, volvió a banderillear con pares diversos de colocación. Insistió con el burel tardo para embestir al que despachó de estocada abajo y descabello, escuchando aviso del juez y protestas del respetable.
 
El segundo de la tarde correspondió a El Zapata; lo recibió con tafallera faroles de rodillas y verónicas; se lució en banderillas con el monumental y otro al violín; luego peleándole al toro  este se empezó a defender, lo envió al destazadero con espadazo al encuentro que tumbó pronto para recibir la ovación.
 
Repitió su voluntad de agradar con el capote, cuajó tres estupendos pares de banderillas al término de los cuales dio una vuelta al ruedo; el toro rascaba y aunque trató de hacerlo embestir poco resultado tuvo, pinchó escuchando palmas al retirarse.