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La sangre derramada, crónica de una pasión (video)

Sábado, 24 Abr 2010    Aguascalientes, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda            
"¡Que no quiero verla..."! El rastro de una grave angustia

El triunfo, el drama y hasta la tragedia que encierra la fiesta de los toros, se vivieron en todo su esplendor en Aguascalientes el día de hoy, con un torero mítico, que venía a reencontrarse con este público, hoy ha colocado un peldaño más a su leyenda.

Porque José Tomás vibró a la par de la emoción emanada del primer toro de su lote, que embistió con transmisión, metiendo la cara por derecho, en una faena rebosante de entrega –a pesar del viento–, en la que dio pases largos, señeros, ligados en un palmo, girando armoniosamente sobre los talones.


Y todo iba a pedir de boca: temple inaudito, colocación precisa, aprovechando los azarosos toques del viento, y un corazón abierto a esta vocación que no le cabe en el pecho. Así fue la primera faena del madrileño, con arrebato, también, ya que en algunos momentos echó mano de esa desenfadada manera de andar sobre la arena.

Una estocada delanterilla y desprendida fue el remate de aquella obra, donde brilló su misticismo, y su toreo rayó a gran nivel. Y si el juez de plaza pecó de rigorista, quizá atendiendo a la colocación de la espada, poco le importó a José Tomás que no le concedieran la segunda oreja.

Él iba feliz en la vuelta al ruedo; sonriente y satisfecho. Y así recogió el sombrero de Joaquín Sabina, que se lo arrojó como aquella tarde de triunfo en La México. Quién iba a decir que el bohemio amigo cantaría, horas más tarde, con las fatiguitas de saber que su amigo del alma estaba grave, ingresado en el hospital, a unas cuantas calles de distancia.

Y tuvo que irse Joaquín, marchito, a la plaza "San Marcos", escenario del pasado donde José Tomás también regó su sangre hace ya muchos ayeres, cuando vino a esta tierra hidrocálida a buscarse como hombre; a encontrarse como torero.

Aquella vuelta al ruedo envuelta de clamor, fue el mejor bálsamo para José Tomás, que salió a redondear el triunfo con el quinto, un toro cárdeno, bajo, bien hecho, serio por delante y con un comportamiento nada fácil desde que apareció por la puerta de toriles.

En un par de lances con el capote, el de Pepe Garfías se acostó por el pitón izquierdo, y llegó a la muleta con poder y emoción. Apenas en los compases iniciales de la faena, en un cambio de mano, el toro se volvió como un tejón y levantó en vilo a José Tomás, calándolo de fea manera, derrotando con violencia cuando sintió que el pitón había encarnado.

El torero cayó a la arena y se sintió herido desde el primer momento. No obstante, pidió un poco de calma a las alarmadas asistencias, con esa parsimonia que tiene para andar por la vida, hasta en los momentos más adversos. Y el fantasma de Autlán de la Grana rondó la plaza, con aquel toro "Soy un tiro", que estuvo a punto de segar la vida del madrileño el 18 de febrero de 1996.

Pero ahí no había tiempo para ninguna calma, cuando de la herida, como un surtidor, corría su sangre por doquier, esa que, según sus propias palabras, ya tenía mezcla mexicana con las transfusiones que le habían puesto hace muchos años.

Y entonces cobró fuerza, como si de una premonición se tratase, el discurso que, apenas unos días antes, pronunció en el Palacio de Gobierno, con motivo de la donación de mil becas a estudiantes de Bachillerato, un gesto inédito en la historia del toreo.

Hoy, este hombre recio, seco de trato, noble de corazón, maniático de sus cosas, yace herido la víspera del día de San Marcos, el patrono de Aguascalientes, su patria chica.

Después de la cornada, la plaza quedó en una tensión casi indescriptible. No había noticias de la enfermería; la ambulancia obstruía el paso por donde el tiro de percherones debía llevarse los restos mortales de "Navegante", el toro agresor al que dio muerte Rafael Ortega, y el festejo se suspendió, de manera inesperada, durante más de 20 minutos.

La historia de la corrida tuvo un solo nombre, el de José Tomás. Y esta cara y cruz que hoy le puso el destino delante, fue el epicentro de una tarde aciaga, quizá en demasía para sus compañeros de cartel, que buscaron hacer las cosas bien sin colaboración alguna de sus respectivos lotes.

La madrugada comienza a adentrarse en la ciudad, y el ambiente de feria reina por todos lados. Sin embargo, el latir de este pueblo late con preocupación por José Tomás. Es un sentimiento compartido, de gratitud mutua; de renacer de pasiones, ahí donde alguna vez, en la plaza "San Marcos", el nombre de este torero apareció colgado de un cartel de toros, cuando quizá nadie imaginaba que andando el tiempo iba a ser un artista de época.

Ficha
Aguascalientes, Ags.- Tercer festejo y segunda corrida de feria. Lleno de "Agotado el boletaje" en tarde calurosa, y con intermitentes ráfagas de viento. 6 toros de Pepe Garfias, desiguales en presentación y de escaso juego en su conjunto, salvo el 2o. que tuvo transmisión y calidad. Pesos: 491, 497, 475, 490, 473 y 471 kilos. Rafael Ortega (grana y oro): Silencio en su lote, y en el que mató por José Tomas. José Tomás (sangre de toro y oro): Oreja tras fuerte petición en el único que mató. Octavio García "El Payo" (azul rey y oro): Silencio y silencio tras aviso. Incidencias: Durante la lidia del 5o., José Tomás sufrió una cornada en el muslo izquierdo que seccionó la safena. Pendiente de entregar el parte médico oficial.

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