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El triunfo de la legalidad

Sábado, 04 Mar 2023    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: JAL           
Arroyo fue testigo de los triunfos de Magaña, Luz Elena y Moreno
Hoy triunfó la Fiesta Brava en la Ciudad de México, concretamente en la Plaza Arroyo, durante tantas décadas convertida en ese importante semillero de toreros, y donde este mediodía hubo una interesante novillada, la primera de cuatro, con la que los festejos taurinos volvieron a celebrarse en la capital del país.

Porque no hay que dejar de insistir en que la fiesta de los toros es legal, por más que se empeñen en continuar con esa guerra jurídica tan perversa, que mantiene a la Plaza México cerrada y, una vez más, como ha ocurrido en otras épocas remotas o recientes, el recoleto coso de Tlalpan fue escenario de la ambición de varios de los toreros del cartel, algunos que contaron con mejor suerte que otros.

Así le sucedió a Luz Elena Martínez, la primera novillera en los 52 años de historia de esta plaza en formar parte de un elenco de festejos, y con tan buena fortuna que le gustó a la gente, sobre todo por su capacidad de no amilanarse ante la adversidad y solventar la difícil papeleta con una actuación que fue de menos a más, ante un noble novillo de El Garambullo, que la dejó andar a gusto hasta donde su lógico verdor se lo permitió.

Y la suya fue, sin duda alguna, la faena más intensa de la tarde, pues el público estaba sufriendo al verla tan frágil, habiendo estado a merced del novillo al torear de capote. Pero en cuanto fue transcurriendo la lidia y se fue confiando, al ver que el novillo no tenía problema y sólo era cuestión de taparle la cara y llevarlo largo, comenzó a torear con entrega hasta que sobrevino una fuerte voltereta de la que se levantó sin mirarse la ropa.

A estas alturas del trasteo ya se había ganado el cariño de la gente, que le coreó sus asentados naturales con fuerza, cuando la misma ingenuidad de su poca experiencia, la hacían crecerse a cada instante y quedarse quieta para pasarse por la faja a "Noticiero", número 260, negro, con 428 kilos, para que así conste en la estadística.

A la hora de matar señaló un pinchazo antes de colocar una estocada desprendida, ejecutada al encuentro, en la que alargó el brazo con habilidad, para ser la primera mujer que no sólo debutó en esta plaza, sino que cortó una oreja de mérito si se considera su escaso rodaje y los arrestos que tuvo ante el novillo más alto, hondo y ofensivo del noble encierro del hierro guanajuatense.

A partir de ese momento, el ambiente se calentó de cara al resto de un festejo en el que sobresalió Alejandro Moreno, un torero nostálgico, desmayado, que parece torear con aquella indolencia de los buenos artistas mexicanos de otra tiempo, ya que todo cuanto hizo lo realizó con una gran naturalidad, muy para él, y toreando bien de verdad.

Ya desde la larga cambiada a porta gayola la hizo con una dejadez que ahí queda, resultando un lance deletreado, lento, cualidad de su toreo que marcó su sólida actuación, la de un artista con personalidad y muy buen aire, al que no hay que perder de vista.

Porque en la faena de muleta, desde los ayudados por alto, pasando por los redondos y los naturales, todo su discurso expresivo se mantuvo tocado por la misma suavidad, amén de un pellizquito de sentimiento que gustó mucho de principio a fin, hasta que le cortó una oreja de peso al novillo luego de hacer un toreo de planta relajada y acompasado trazo.

El quinto fue otro novillo que apuntaba cosas muy buenas, y además era el de mejores hechuras de un encierro un tanto disparejo en tipo, producto, tal vez, de los dos encastes que tiene: Domecq y Santa Coloma, que se llevan por separado.

Pero una espectacular vuelta de campana lo dejó un tanto maltrecho y no acabó de sacar las cualidades que había apuntado de salida, con un tranco rítmico que prometía mucho y que apenas y fue aprovechado por Juan Pedro Herrera, un torero bullidor con las banderillas y frío con la muleta, de la que a veces abusó con una serie de toques innecesarios que terminaron por desconcertar al de El Garambullo, que era muy sensible a todo lo que se le hacía.

Y en vez de que la faena del hidrocálido subiera de nivel, luego de haber cubierto el tercio de banderillas con dinamismo, aquello no tuvo ángel ni conexión con el público que, cuando en esta plaza no se emociona, su silencio se percibe en el ruedo como si fuera una pesada loza.

Antonio Magaña le devolvió el ánimo a la gente en el sexto, delante de un novillo que tuvo calidad y más duración que el anterior. El moreliano conectó fácilmente con el público y demostró que tiene un buen concepto del toreo, no obstante que a veces no se centra del todo y suele reponerse con cierta urgencia antes de terminar de rematar los muletazos.

Animó el cotarro pidiendo el alegre corrido de "Juan Charrasqueado" y le echó habilidad para mantener el interés de la concurrencia con un toreo de chispazos por ambos pitones, sin llegar a redondear del todo su actuación. No obstante, con el favor de la porra que lo acompañaba, le pidieron una segunda oreja que hubiese sido excesiva después de haber señalado un pinchazo previo a la eficaz estocada con la que finalizó su grata intervención.

El primer espada del cartel, el espigado Eduardo Neyra, salió dispuesto y estuvo bien a secas con un novillo noble que acabó soseando al final de la faena, razón por la que fue benévolo el arrastre lento ordenado por el juez de plaza a sus despojos, cuando, más tarde, hubo ejemplares mucho más completos.

Eso quizá restó importancia a la actuación del duranguense, que hizo un buen quite por saltilleras, aprovechando su elevada estatura, y luego una faena desigual con algunos buenos momentos, antes de emborronar con el acero una digna actuación a la que le hizo falta el corte de la oreja, pues era sumamente importante anotarse un triunfo.

El segundo torero del cartel, Rodrigo Ortiz, que entró de última hora en sustitución de Juan Querencia, aquejado de una repentina afección cardíaca, tuvo la suerte de espaldas porque le tocó un novillo que se apagó muy pronto y no pudo mostrarse. Si acaso, realizó un entonado quite por chicuelinas y bosquejó algunos detalles sueltos que supieron a poco. Para colmo de males, estuvo errático con la espada y escuchó dos avisos en una tarde que presagia cosas buenas para el resto de la campaña, y que continuará el próximo sábado con el segundo festejo de selección.

Por ahora, ya hay tres triunfadores y se espera que se sumen otros más, ya que este tipo de oportunidades, en una época tan complicada para la Fiesta en la Ciudad de México, hay que sacarles el mejor provecho posible. Hoy, por lo pronto, el mensaje fue claro: exigir respeto y libertad, y gritar a los cuatro vientos que la tauromaquia está viva y es legal.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza Arroyo. Primera novillada de la temporada. Tres cuartos de entrada, en tarde espléndida. Novillos de El Garambullo, bien presentados, nobles en general, de los que sobresalieron 5o. y 6o. por su clase. El 1o. fue premiado con arrastre lento, de manera excesiva. Pesos: 406, 404, 428, 402, 410 y 432 kilos. Eduardo Neyra (negro y plata): Ovación. Rodrigo Ortiz (marfil y oro), que sustituía a Juan Querencia: Silencio tras dos avisos. Luz Elena Martínez (obispo y oro): Oreja. Alejandro Moreno (sangre de toro y oro): Oreja. Juan Pablo Herrera (azul marino y oro): Silencio tras aviso. Antonio Magaña (azul marino y oro): Oreja con petición. Incidencias: Destacó en varas César Morales, que picó bien al 3o. y 5o. y escuchó palmas. El festejo comenzó con 10 minutos de retraso. El banderillero Jorge Delijorge sufrió la luxación del hombro derecho durante la lidia del 2o., fue estabilizado en la enfermería de la plaza y deberá guardar reposo durante doce días. Mañana pierde la corrida que tenía en Guadalajara en la cuadrilla de Juan Pablo Sánchez.

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