La primera etapa de la temporada novilleril en la Plaza Arroyo tiene un significado muy especial: el hecho en sí mismo de que habrá toros en la Ciudad de México, y es preciso mencionar que la tauromaquia no está prohibida, como se ha hecho creer a la opinión pública desde que la Plaza México se vio obligada a cerrar sus puertas.
Si el coso de Insurgentes permanezca cerrado desde junio del año pasado, se debe al juicio de amparo que nunca debió haber sido admitido por el juez de Distrito, que, de una manera tan arbitraria como parcial, dictaminó que este caso se trataba de un asunto grave de en contra de los derechos humanos, con el falaz argumento de que los toros afectan la existencia de un medio ambiente sano.
Sin embargo, hay que insistir en que los toros son una actividad legal, contemplada tanto en la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos de la capital, como avalada por el Reglamento Taurino vigente, instrumentos jurídicos que vienen a legitimarla y favorecen su correcto desarrollo.
Y parece inconcebible que, mientras el juez dictaminó la suspensión definitiva del acto reclamado por Justicia Justa, miles de personas se hayan quedado sin trabajo y otros tantos miles de aficionados sin poder ejercer su derecho al desarrollo de la libre personalidad y, más concretamente, a la utilización de su Derecho de Apartado, que también está contenido en la mencionada Ley.
Entretanto, celebrar novilladas en la Plaza Arroyo representa un grito de libertad, y es una forma de manifestar el interés que hay por los festejos taurinos, entendidos como una tradición centenaria en una ciudad que, desde hace unos años a la fecha, ha utilizado la bandera del respeto a la diversidad como uno de sus rasgos distintivos.
Desde luego que los resultados artísticos serán muy relevantes en esta campaña, y todavía más en la que habrá en los meses de julio y agosto, según reveló ayer el empresario Pepe Arroyo, pero más aún será hacerle saber a la sociedad en general, que se están quebrantando los derechos de mucha gente, especialmente de aquellos que perciben ingresos, de manera directa o indirecta, de una actividad lícita como es la tauromaquia.
Ojalá que los 18 novilleros que están anunciados en la Plaza Arroyo en las tres novilladas de selección, aprovechen la oportunidad y que la novillada de triunfadores sea un gran escaparate que venga a enriquecer el escalafón mayor en un mediano plazo. Porque el esfuerzo que está haciendo la empresa, y demás involucrados en este proyecto, es para ser tomado en cuenta, sobre todo en unas circunstancias hoy día adversas para el espectáculo.
El mes de marzo será un mes taurino en la Ciudad de México, y es preciso que los aficionados apoyen esta causa, en el entendido de que es imperativo no dejar que los antitaurinos sigan avanzando en su férreo propósito de prohibir los toros en la capital.