El rejoneador Diego Ventura hizo vibrar al público de Moroléon con una estupenda actuación y cortó los máximos trofeos, saliendo a hombros en compañía de Arturo Saldívar, que le tumbó las orejas al segundo ejemplar de su lote, por una de Juan Pablo Sánchez al quinto.
Diego Ventura estuvo certero y efectivo con rejones y banderillas ante el que abrió plaza, una faena muy al estilo que nos tiene acostumbrados ante un ejemplar carente de trapío y emotividad, que sosamente fue cómplice del caballista que aprovechó las limitadas acometidas; el respetable coreó todo lo realizado por el lusitano, que cerró con dos intentos con el rejón de muerte para retirarse entre palmas al callejón.
Con su segundo nuevamente en su estilo y fiel al guión trazado; dos rejones y a las banderillas, variedad en ejecuciones con sus extraordinarios caballos toreros y un respetable que siempre estuvo pendiente de la actuación del caballista. Magnífico en todo momento, terminó conquistando a la afición de Moroleón. Mató de certero espadazo suficiente para conseguir dos orejas y rabo.
El primero de los de a pie, Juan Pablo Sánchez, lanceó cómodamente a la verónica y con la muleta solo consiguió detalles ante un toro descastado que poco colaboró con las intenciones del torero. Al final falló con la espada y se retiró en silencio al callejón.
Con el quinto de la función taurina el hidrocálido se superó considerablemente, lanceó de manera aseada con la capa a base de verónicas rematando con la media, y en el último tercio, corrió la mano a placer por el perfil derecho, muletazos largos y de buena factura construyendo tandas bien elaboradas que calaron hondo en el respetable. Inspirado, Sánchez buscó también por el izquierdo con detalles solamente, compuso el camino y cerró de nuevo con trazos de magnífica elaboración ante un buen toro de Xajay. Al final gran estocada para recibir una oreja que paseó triunfalmente por el anillo del redondel.
Arturo Saldívar lanceó bien a la verónica rematando con la media para arrancar una cerrada ovación, con la franela estuvo dispuesto pero el toro mostraba complicaciones al embestir, el torero no supo extraer lo mejor de este ejemplar y también naufragó en sus intentos por agradar a un público que le exigió. Falló con el acero y escuchó un aviso.
Con el que cerró plaza salió decidido; dos largas afaroladas ligadas a tablas fueron el prólogo en su saludo con capote, seguidas de una perfecta serie por verónicas y la media. Luego de varas quitó por ajustadas chicuelinas armando el alboroto en el tendido.
Con la muleta inició angustiosamente en el centro del ruedo; sus deseos por triunfar no le dejaron estructurar un buen arranque e imprudentemente intentó ligar un péndulo en una distancia muy corta que por poco provoca un susto. Sin embargo, se repuso y corrió bien la mano por ambos perfiles; el toro era bravo, noble y pronto atendía las invitaciones de Saldívar, que terminó por entregarse al igual que el buen astado de Xajay. En redondo y templados fueron los muletazos finales en momentos de verdadera inspiración torera. Al final dejó tres cuartos de estocada, ligeramente trasera, que fue suficiente para recibir dos orejas.