Diego Ventura cortó un rabo en Tlaxcala, durante la primera corrida de la temporada mexicana, y salió a hombros al lado de El Zapata, que cosechó dos apéndices, en un festejo donde Mario Aguilar escuchó palmas y vio caer heridos a dos de sus banderilleros.

Las casi cincuenta corridas que toreó Ventura durante la temporada española debieron haberle dado una gran seguridad; sin embargo, siempre era importante para él arrancar en suelo azteca con un triunfo, como el logrado con "Ermitaño" de buen juego corrido en cuarto lugar; rodó para abrir boca cerca de los pitones colocando un rejón de castigo que dejó al animal en buenas condiciones para las demás suertes.
 
Toreando con su jaca sacó al burel a los medios dejando ahí las banderillas de mejor colocación, agregó tres cortas al violín y se adornó con el teléfono. Pareció luego concentrarse al tomar distancia para asegurar el triunfo, que vino al dejar el rejón de muerte en buen sitio; los pañuelos se agitaron demandando las orejas, y bueno ya encarrerados le concedieron el rabo.
 
El que abrió plaza fue un ejemplar que acudió bien en un principio y se resintió con un rejón trasero; tres banderillas al quiebro marcando los tiempos con precisión, le redituaron las primeras palmas fuertes de la tarde, siguió con toreo de costado y un par a dos manos bien logrado; las condiciones del burel impidieron mayores emociones, y si a eso agregamos que descabelló al segundo intento, la ovación que recibió fue justa.
 
Desempeño discreto tuvo Uriel con el capote ante el segundo que apenas recibió un puyacito, se desquitó con los palitroques al colocar los tres pares en unos cuantos segundos  de manera espectacular recibiendo la respuesta de la gente; el pase de el campanario cerca de tablas marcó el inicio de su trasteo en el que hubo temple sobre ambas manos, adornos y un desplante. Llegó con la mano al pelo en la estocada y, siendo una faena de oreja, fue premiada con las dos.
 
El corrido en el lugar de honor no le hizo honor a su turno, desarrolló sentido y aunque Uriel se acopló en verónicas suaves, clavó banderillas casi de trámite y su esfuerzo patente por conseguir ligazón poco resultado dio; terminó retirándose entre palmas después de dejar media estocada tendida.
 
Una tarde cuesta arriba tuvo Mario Aguilar al llevarse un lote que distó mucho de lo que se esperaba; aseado con la capa en el tercero vio como su banderillero Héctor Rojas recibió una cornada cerca de tablas al caer por lo flojo del piso; luego cerca de ahí su compañero Bernardo Patrón sufrió percance por la misma causa. El toro terminó distraído y Mario tratando de ligar siendo impedido por la sosería, una estocada tendida surtió efecto y le tributaron palmas de aliento.
 
Desde salida el sexto fue protestado por su escasa presencia, arreciando el descontento al notarse acalambrado; los esfuerzos del torero por agradar no se aquilataron pese a que logró algunos muletazos de buena factura; con una estocada lo pasaportó para escuchar palmas de agradecimiento.