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Tauromaquia: ¿Buen fin?

Lunes, 17 Oct 2016    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna en La Jornada de Oriente

El título se refiere a los mexicanos que hicieron temporada en España, y la interrogante a que aún no sé cómo le habrá ido a Arturo Macías con los Palhas en Madrid, corrida suspendida por lluvia el miércoles 12 que se corrió para ayer tarde, como despedida de Taurodelta al frente del coso venteño. Precisamente en Las Ventas, el domingo 2, dejó muy buena impresión el debut sin caballos de Alejandro Adame, tercero de la dinastía hidrocálida y al parecer el más resalao de la familia a la hora de desplegar los engaños.

Aunque no se picaran, los de Jandilla, en ese mediodía de aspirantes, eran novillos hechos, aunque lógicamente no tanto como el que Leo Valadez –también de Aguascalientes– desorejó en jueves pasado en la zaragozana feria del Pilar, tras cuajarle un gran quite por zapopinas y aprovechar hasta el último aliento de ese cuarto de El Cahoso, más obediente que enclasado, al que muleteó con autoridad y estoqueó a ley. La sensación que deja Valadez, al cierre de una fructífera temporada, es la de un novillero cuajado y listo ya para la alternativa, aunque en esa su última tarde no alcanzara el óptimo nivel que le valió ganar el Zapato de Oro de Arnedo donde, en el festejo de finalistas (02-10-16), bordó de cabo a rabo a un excelente utrero de Baltasar Ibán.  Tan bravo y noble fue éste que sus restos –sin las orejas, que pasaron a manos de Leo–merecieron la vuelta al ruedo. No en balde se llamaba "Bastonito", como el encastadísimo burel de la misma procedencia con el que se jugó la vida memorablemente César Rincón hace ya 22 años, en Madrid y por San Isidro.

Un maestro que desborda valor

Tan promisorios éxitos novilleriles tuvieron cumplida réplica en la gran tarde con que Joselito Adame cerró su campaña española de este año, nada menos que en Zaragoza y con toros fuertes y encastados de Fuente Ymbro. Lo que les hizo a los dos de su lote el lunes 10 lo habría encumbrado como el triunfador de la feria de El Pilar si llega a matar bien al quinto, "Regatero", al que entendió y cuajó con la misma reposada e imperiosa seguridad que al anterior suyo, "Rebueno", que sin serlo tanto tuvo el brío y la raza precisos para seguir con ímpetu la muleta del hidrocálido, que aunó al valor seco y sincero de siempre la madura maestría desarrollada a través de los años y espléndidamente expuesta sobre la arena del coso de la calle Pignatelli.

Ambas faenas merecieron acompañamiento musical, y fueron jaleadas con unánime entusiasmo por la afición zaragozana, que aclamó al mexicano lo mismo cuando paseó la oreja de "Rebueno"que al saludar desde el tercio a la muerte de "Regatero", luego que su estoque hiciera guardia en el primer embroque, privándolo del trofeo. Sobresalientes sus embraguetados, mandones y muy templados naturales al primero, así como la sabia construcción de ambas faenas, en las que la inteligencia y el dominio del diestro mejoraron las prestaciones de los dos serios y bien arbolados bureles de Ricardo Gallardo, en tarde de tres toreros heridos. Se consumaba así la más concluyente victoria en el año de José en plazas de primera. Antes fueron Valencia (herido grave), Sevilla (sin oreja por pinchar), Málaga y Bilbao (en ambas tocó pelo) las que dieron cupo a nuestro torero en su cartelería, si bien a una sola tarde por plaza y no en las mejores fechas ni combinaciones.

El doctor Valcarreres

Feria dura, por distintos motivos, ha sido siempre la de El Pilar. No sólo por ser la última importante de la temporada sino porque a los maños les gustan los toros con muchas moscas en la cara, por lo cual los ases, precavidos, suelen cerrar antes sus campañas. Y como donde está el toro está el peligro, la enfermería zaragozana fue siempre de las más activas de España. Por fortuna, los diestros y cuadrillas conocen de antemano las excelencias del cuerpo médico dirigido por el doctor Carlos Valcarreres, seguramente el cirujano taurino más célebre y solicitado de la península.

Supe por primera vez del doctor Valcerreres cuando un astado de Ramos Matías le horadó la femoral a Jaime Ostos en Tarazona de Aragón una tarde de mucho viento (17-07-63). El ecijano ingresó exangüe en la enfermería y llegó a estar técnicamente muerto. Se salvó gracias a que don Carlos Valcarreres, que asistía como espectador al festejo, acudió presto en apoyo de los médicos de guardia en el modesto coso aragonés, y consiguió, con su pericia y artes de gran cirujano, salvarle la vida a Ostos. Don Carlos era ya titular en la enfermería de Zaragoza, y la frecuencia de percances en esa plaza, unida al asombroso acierto de sus intervenciones quirúrgicas, pronto le granjearon la admiración del gremio de los toreros y tuvo una fama creciente.

Años hubo –como 1968 y 1977– en que casi no transcurrió corrida de El Pilar sin algún herido grave. Y andando el tiempo pasarían por sus manos lo mismo José Tomás (2001) que Juan José Padilla, la tarde trágica en que "Marqués", de Ana Romero, literalmente le arrancó el globo ocular izquierdo (07-10-2011). Casos todos resueltos por Valcarreres y equipo con su sapiencia y maestría proverbiales.

El pasado lunes 10, los de Fuente Ymbro salieron dispuestos a diezmar como pocas veces a la hueste toreril. El tercero, que aparentaba escasa fuerza y noble inclinación, levantó de seco derrote a Javier Jiménez cuando consumaba la suerte de matar y le pegó una cornada de dos trayectorias en el tercio inferior del muslo derecho. Iván Fandiño, que estoqueó a "Observador", causante del desaguisado, tuvo a su cargo la sustitución del herido en la lidia del sexto y fue alcanzado y derribado por uno de los aviesos derrotes de éste; una vez que lo despachó pasó a la enfermería, con una cornada superficial pero extensa sobre la ingle derecha. Antes, durante el segundo tercio del quinto –que correspondía a Joselito Adame–, el banderillero Rafael Limón fue arrollado feamente y sufrió una cornada grande aunque limpia en el triángulo de Scarpa derecho. Trabajo extra para la Providencia y para el experto cuerpo médico que dirige don Carlos Valcarreres, que cumplió el triple cometido con su puntualidad y eficacia habituales.

El éxito, a cuentagotas

A pesar de contar con un público generoso y bien dispuesto, la feria de El Pilar se había saldado, antes del sábado, con éxitos muy medidos. Si Joselito Adame había tenido la actuación más redonda, la publicrónica jaleó a placer la faena de Ponce con "Fabricante", un colorado de Juan Pedro Domecq de docilidad ovejuna y larga duración, premiado con la vuelta al ruedo; con él, el de Chiva anduvo tan a gusto como al hilo del pitón, incluso en la tanda izquierdista con abaniqueo previo a cada pase que sacó de quicio a sus admiradores. Por pinchar se quedó sin premios. Tampoco los hubo para un precioso burraco de La Palmosilla, "Tarifeño" de nombre, al que ni quebrarse la mano izquierda consiguió doblegar en sus impetuosas y nobles embestidas, hasta que de plano se tuvo que rendir; antes, Perera lo aprovechó cabalmente y le cortó la oreja. También las hubo para David Mora, López Simón –inexplicable– y el novillero galo Andy Younes, que con dos generosos apéndices abrió la única puerta grande de la feria. Así estaban las cosas cuando llegaron los Cuvillos del pasado sábado para cerrar el ciclo.

Apoteosis final

Con boletaje agotado, Padilla quiso saludar a portagayola al 1o. y resultó arrollado y con severa conmoción. El eventual mano a mano entre Morante y Talavante se lo estaba llevando de calle el extremeño, torerísimo toda la tarde, entregado y magistral al par, en esa línea de clasicismo salpicado de detalles originales que lo distingue. Por el percance del primer espada lidió los toros segundo y cuarto –mansurrón uno y bueno a secas el otro–, y estuvo por encima de ambos hasta redondear una actuación modélica, escasamente premiada con una oreja por res. El de la Puebla, en cambio, había suscitado una bronca descomunal por abreviar su faena al tercero, que no tenía un pase, pero cambiaría la onza a favor de la nobleza del debilísimo "Lanudo", el colorado 5o., al que exprimió hasta el último aliento en faena corta de gran parsimonia y belleza. Le dieron la oreja.

Y en ésas, Padilla reapareció para hacerse cargo de su segundo, lidiado sexto y "Rescoldito" de nombre. Fue uno de los toros de la feria, por lo noble, alegre y fijo, y la actuación de Juan José un continuo crescendo, desde las largas de hinojos con que recibió al rebarbo hasta el estoconazo fulminante, pasado por un gran segundo tercio y un muleteo largo, pleno de enjundiosa entrega, que enloqueció al cónclave. A todos menos al presidente, que por negarle la segunda oreja se ganó una pita ensordecedora.

Al final, los tres matadores cruzaron la arena entre aclamaciones sin cuento –en otros tiempos habríamos tenido triple salida en hombros–. Y al cerrarse tras ellos la puerta de cuadrillas, la indignación popular llenó el ruedo de cojines, dedicados al desaprensivo presidente. Fue la única mácula de una tarde memorable. 


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