El 28 de diciembre de 1964, en un cuarto del Hospital Español de la ciudad de México, se apagaba la vida de Carlos Antonio Moreno Campos, más conocido por el mote –El Imposible–, que le había abierto un camino fugaz pero luminoso en el mundo de los toros. Cincuenta años ya. Había sido, menos de una veintena de meses atrás, el primer poblano en cortar una oreja en la feria de San Isidro, cuando ya el cáncer que acabaría con él trabajaba calladamente la progresiva destrucción de su cuerpo, atlético y correoso en otros tiempos.
Largo y sinuoso camino
Resulta difícil establecer el año de nacimiento de Carlos Antonio Moreno Campos, pero no el lugar (Puebla de los Ángeles) ni el día (un 8 de marzo). Si nos atenemos al hecho de que alcanzó a actuar en El Toreo de la Condesa (14 de junio de 1945, en novillada de selección con ganado de Milpillas y anunciándose como Carlos Moreno), lo más probable es que haya sido entre 1927 y 1929. El hecho es que era muy joven cuando inició su larga lucha por ser alguien en la fiesta. Aunque pudo presentarse en El Toreo de Puebla un 4 de noviembre de 1947 –novillada de principiantes en honor del gobernador en funciones, que celebraba su onomástico–, y formó parte de un cartel fuerte al año siguiente con Jesús Córdoba y Manuel Capetillo como alternantes, la falta de un triunfo contundente y el asesinato del empresario Paco Lozano, su principal valedor por aquel entonces, lo dejó huérfano de apoyos y atenido a su suerte.
Ante tan cerrado el panorama, que coincidió con la decadencia de El Toreo local, que se quedó sin empresa fija, decidió embarcarse en una prolongada aventura por las ferias pueblerinas del sureste del país y repúblicas centroamericanas, empapando de sudor la legua durante bastantes años. Suficientes para desalentar a cualquiera, pero no al cada vez menos joven aspirante, que siguió alternando su tenaz batallar por aquellos lares con el desempeño de numerosas chambas de supervivencia, lejos de Puebla y de los suyos. Así fueron pasando los años, sin que tuviésemos mayores noticias de las andanzas del futuro Imposible, tan imaginativo siempre para idear arriesgados muletazos e inéditos quites que, mezclando sueños de grandeza con una fértil y barroca imaginación, entrenaba sobre la arena grisácea del coso de la 9 Poniente, que supo también de sus innegables dotes de deportista, pues en esa época los torerillos alternaban el toreo de salón con reñidos encuentros de básquet y futbol.
La revelación
Olvidado y pasado de edad, la Providencia decidió meter capote en la fortuita oportunidad de un festival de antiguos ases retirados –Armilla, Silverio, Arruza--, haciéndole un hueco en la parte final del espectáculo. El festejo se anunció para el 3 de julio de 1960, en El Toreo de Cuatro Caminos, y para evitar suspicacias anticipadas, el poblano se hizo anunciar por primera vez como Antonio Campos, jugando a combinar de otra manera su nombre verdadero. El estreno de su extraño muletazo inicial de faena causó conmoción, borró todo lo realizado por las viejas glorias con los becerros anteriores y lanzó a la fama, dos orejas en mano, al autor de pase imposible y la sólida y emotiva faena muleteril que lo siguió. Habían nacido un muletazo milagroso y un novillero sensacional. En torno al cual una empresa emergente armó sobre la marcha una corta temporada novilleril cuyo triunfador y figura central no dejaría de ser quien se anunciaba ya como El Imposible.
La México lo reclama
Pero la "verdadera" temporada chica capitalina se desarrollaba en la México y no tardó en presentarlo, el 14 de agosto y al lado de los mejores hallazgos del momento –Felipe Rosas y Jaime Rangel, ganado de Cerro Gordo. Antonio repitió su muletazo y provocó el alboroto esperado, que hizo contraste con el toreo asentado y dominador que exhibió esa tarde, de la que se adueñó sin cortar apéndices. Y a la que seguirían algunas más de cierto desencanto colectivo, atizado por una fracción hostil de la prensa especializada. Especializada en trincar el patrimonio de los toreros, evidentemente. Pero llegaría la tarde en que unificó criterios, y ese día fue el de la novillada de la Oreja de Plata, a beneficio de la Unión de Matadores. Esa tarde (27-11-60), el Imposible bordó y desorejó al primer novillo de Mimiahuápam, y sólo la emotiva faena de otro poblano –Víctor Huerta, hermano de José– al alegre sexto, pudo arrebatarle un trofeo que, en conciencia, debió ser para Antonio Campos.
Tan hecho se le veía que la prensa entera reclamó para él la alternativa, que al fin llegó el 16 de junio de 1961 en la Monumental de Tijuana, otorgada por Jesús Córdoba, Raúl García como testigo y toros de Garfias. Se iniciaba una nueva batalla, complicada por la escasez de contratos y una desafortunada presentación capitalina (Toreo, 28-01-62).
España lo consagra…y lo desangra
Me encantaba escuchar al difunto Chabola, refiriéndose admirativamente a Antonio como a su hermano, al cual sirvió las espadas durante dos campañas españolas. Pues El Imposible, curtido en toda clase de lides y retos extremos, decidió viajar a la península y acudir a cuantas puertas hubiera que tocar. La de Pedro Balaña Espinós, el célebre empresario catalán, solía estar abierta para los mexicanos, y aun así transcurrió media temporada antes de que se decidiera a anunciar a El Imposible en el Coliseo Balear de Palma de Mallorca (25-06-62), Corrida de la Prensa local que saldó con un triunfo de oreja el torero poblano.
Probada satisfactoriamente su valía, Balañá lo presentó entonces en Barcelona, donde Antonio se convertiría en la sensación del año, con varias salidas en hombros sin cortar orejas, pues anduvo flojo matando. Ese año, en Salamanca, obtuvo el trofeo al mejor quite de la feria, maravillando su ojalá –especie de imposible con el capote. Y para el año siguiente lo llamaron nada menos que a inaugurar San Isidro, con Pedrés y Andrés Vázquez, a los que superó ampliamente. Su faena al carlosnúñez de la confirmación (Aferrado), iniciada en los medios con el imposible, le costó una bronca estrepitosa al juez por negarle la oreja. Pero dos días después (15-05-63), ya nada impidió que se le otorgara la de "Ovalado", de Bohórquez, alternando con Murillo y Mondeño. El doble triunfo en Madrid era la llave de todas las ferias y plazas españolas. Pero el destino le tenía reservada otra cosa.
Cornadas, enfermedad, muerte
Ya había sido herido en Málaga en los albores de la temporada, pero la cornada de Plasencia (09.06.63) fue gravísima –femoral rota– y lo dejó parado mes y medio. Recuperado a medias, fue nueva y repetidamente herido al reaparecer, primero en Palma de Mallorca y más tarde en San Sebastián, las dos últimas plazas españolas que pisó, muy disminuido ya por los estragos del cáncer que lo llevaría a la tumba.
Aunque el funesto mal no impidió su confirmación en La México (toro "Soldadito" de Tequisquiapan, Calesero de padrino y Diego Puerta como segundo espada, el 02-02-64), su actuación fue borrosa, intrascendente. Y tampoco tuvo el santo de frente al alternar con El Calesa y Procuna con un soso encierro de Coaxamalucan en lo que sería su última aparición capitalina (01-03-64). Le aguardaban aún la faena de su vida –rabo en Aguascalientes alternando con El Cordobés–, una oreja como saldo de su mano a mano con el paisano Joselito Huerta en El Toreo de Puebla (15-03-64) y una última cornada grave, ya con la mortal dolencia muy avanzada (Torreón, 12-10-64).
El desenlace fatal
Se produciría, como quedó dicho, en el Hospital Español del Distrto Federal, el 28 de diciembre de aquel 1964. Carlos Antonio Moreno Campos había solicitado previamente ser sepultado al lado del sensacional e infortunado Joselillo, espejo de la novillería entera en los tiempos en que El Imposible era un novel aspirante a la gloria de los ruedos que, luchando contra todos los obstáculos, él también habría de conocer.