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Liber taurus: Un sueño que llegó de Sevilla

Viernes, 25 Oct 2013    Quito, Ecuador    Santiago Aguilar | Opinión   
La columna de este viernes
La potente e inconfundible voz de Matías Prats Cañete, aquel periodista que marcó en España el antes y el después del periodismo taurino radial y televisado durante buena parte del siglo pasado, reverberaba en cada rincón del salón en el que Luis miraba la transmisión, a manera de recuerdo, de una de aquellas gloriosas faenas de Antonio Ordóñez en la Plaza de Sevilla; el hombre volvía a regocijarse con la compostura de su ídolo.

Junto a él, entre admirado e inquieto, su nieto Cristian no acertaba a qué ofrecer mayor atención, al voluminoso televisor o a los gestos de su abuelo que no se perdía detalle alguno de las añejas imágenes.

El chico pronto sintió el llamado del toreo convertido a diario en un juego de niños que alternaba con los estudios, la rutina semanal se rompía el fin de semana cuando en la pantalla volvía a sonar el clarín, así año tras año. Con el tiempo cambiaron los protagonistas en el micrófono y en la arena. Fernando Fernández Román refería con entusiasmo una gran faena de Emilio Muñoz; otro recuerdo inscrito en la memoria del muchacho, que empezaba a dar forma a su sueño de vida: ser torero.

El caso es que Cristian Ferrater Beca nació y aún vive en el tradicional barrio El Arenal en la misma calle Rodo, a escasos metros de la Maestranza de Sevilla; los ¡oles! profundos e incomparables que emergían de las gradas del legendario coso llegaban a sus oídos y a su corazón para que su afición brote con incontenible fuerza.

A los 10 años se apuntó como alumno de la Escuela Taurina, tras las primeras lecciones se impuso la voluntad familiar y debió aplicarse con los libros; sin embargo, pocos años después emprendió en su formación definitiva de manos, del gran Curro Puya, uno de los más prestigiosos banderilleros, que militó siempre con las máximas figuras de la segunda mitad del siglo pasado, quien tras su retiro se convirtió en un notable formador de nuevos valores hasta su reciente fallecimiento.

Cristian Ferrater Beca lleva su marca, como la del mismísimo "Pasmo de Triana" el inmenso Juan Belmonte a quien registra como la base de sus antecedentes taurinos familiares, al que tiene presente repitiéndose una y otra vez varias líneas del inolvidable libro de Manuel Chávez Nogales que refiere la vida del revolucionario lidiador: "...El riesgo y la aventura de aquella profesión incierta de torero halagaba la tendencia de mi espíritu a lo incierto y azaroso. Había en mí una voluntad heroica que me sostenía y empujaba, una voluntad tenaz que me llevaba..."

Si, la voluntad y la tenacidad empujan a este muchacho a tratar de surgir en el mundo del toro en tiempos de una crisis que ha determinado la dolorosa reducción del número de novilladas. Pese a ello desde su debut con el vestido de luces ha logrado sumar en las últimas temporadas un total de 23 festejos pisando ruedos de importancia como el de su Sevilla natal, Málaga, Ronda, entre otros; dejando en cada una de sus presentaciones su concepto, manifestado en el toreo de manos bajas con el capote y de profundidad con la muleta al usar los vuelos de la tela roja.

Las contadas ocasiones para actuar en público, trasladaron su fragua a los tentaderos, de los que se convirtió en infaltable merced a su capacidad que se tradujo en constantes invitaciones de los ganaderos andaluces. No son extraños para él los campos de Zahariche donde se crían los míticos toros de Miura, varias veces ha traspasado la sobrecogedora e imponente entrada al cortijo, para luego con los engaños en sus manos, tratar de desentrañar los secretos de la seca bravura de vacas y novillos.

En los últimos meses ha intensificado su preparación de cara a buscar su debut con picadores, con esa idea llegó al Ecuador para sumar la  especial experiencia taurina en la mitad del mundo;  en el campo pudo ya sentir al inagotable toro de los Andes.

Más allá de las plazas de tientas que lo acogieron, vivió un episodio telúrico, tal vez irrepetible, en la altitud del páramo lidió tres reses a campo abierto con el inmaculado volcán nevado Cotopaxi como telón de fondo de un maravilloso escenario en el que su fundieron las idas y venidas de las bravas becerras con el asombro y la habilidad del joven diestro; capacidad técnica y torería que confirmaría en un festival llevado a cabo en la Plaza Belmonte de Quito. Las vueltas de la vida, Cristian toreando en un escenario que lleva el nombre de su inmortal antepasado.

Como todo diestro incipiente sus aspiraciones no tienen límite, tratará de llegar a ser figura poniendo en juego su vida tarde a tarde, tiene fe en su mano izquierda, la de cobrar,  de la que surgen templados y hondos naturales con los que su toreo alcanza su máxima expresión.

"El día que se torea crece más la barba. Es el miedo, sencillamente el miedo…" confesaba Juan Belmonte al transparentar las intensas horas anteriores a la corrida; si el miedo, compañero infaltable de los toreros razón de ser del valor, requisito básico del profesional. Convivir con esa sensación hace grandioso a este oficio, Ferrater lo enfrenta con preparación y hambre de gloria, sintiéndose torero cada minuto, entendiéndose bendecido al convertir su pasión en su profesión.

Por ahora mira en su horizonte inmediato a México como una escala importante en su esforzado aprendizaje previo al regreso a su querida Sevilla, llevando siempre una imborrable imagen que marca su norte, en la que se ve con un traje burdeos y oro, tomando la alternativa en la arena maestrante.


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