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Liber taurus: La epidemia antitaurina

Viernes, 22 Jun 2012    Quito, Ecuador    Santiago Aguilar | Opinión   
La columna de este viernes
La perdida de libertades se multiplica en nuestro continente, en especial en los países bolivarianos; hace pocos días el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, resolvió dejar sin efecto el contrato entre el Gobierno Distrital y la Corporación Taurina, la empresa que maneja la plaza de toros Santamaría de la capital colombiana. Esta decisión efectivizada el 14 de junio, significa que en ese escenario ya no podrán organizarse, ni llevarse a cabo, espectáculos taurinos.

Voceros del municipio informaron que esta decisión responde a la negativa de la Corporación a reconsiderar el desarrollo de las corridas en las que –a entender de Petro– se maltrata a los animales; técnicamente, explicaron, "no es una prohibición porque las corridas son consideradas por algunas leyes locales como una práctica cultural, entonces, sólo con otra ley podrían prohibirse"; sin embargo, al romper el convenio se suspenden este tipo de actividades en la primera plaza de Colombia; respecto al uso del inmueble, Petro, ex combatiente guerrillero, anticipó que este se destinará a "actividades culturales de orden popular como las presentaciones artísticas y la poesía".

Así las cosas, salvo el resultado de los recursos legales que pueda interponer la misma Corporación Taurina de Bogotá y la familia Sanz de Santamaría, que legó a la ciudad el casi centenario coso para fines exclusivamente taurinos, la realización de la tradicional temporada de corridas en esa ciudad, al menos sufrirá un paréntesis.

Al caso de la capital del vecino país, podría sumarse en breve lapso la ciudad de Medellín, pues, el alcalde Aníbal Gaviria ya anunció que buscará un acuerdo con la empresa organizadora de la feria para montar espectáculos incruentos, "transformando el curso de la lidia de tal forma que mantenga su belleza y plasticidad sin muerte y crueldad", precisó.

La delicada situación que atraviesan las plazas de Bogotá y Medellín son los más recientes episodios de la lamentable pero efectiva franquicia antitaurina que recorre el mundo de mano de activistas profesionales, que cuentan con financiamiento de corporaciones internacionales y espacio en los círculos políticos  –y en los circuitos de poder – que hoy por hoy gobiernan buena parte de nuestros países.

Estos episodios suceden con puntual orden a los vividos en Cataluña primero en el año 2010, ciudad en la que se perfeccionó el montaje y el discurso que meses después fuera exportado a América, luego de incorporarle algunos retoques semánticos de acuerdo a la idiosincrasia de cada lugar.

La tesis abolicionista llegó a Ecuador que lo convirtió en consulta popular, la moción  fue atajada en la gran mayoría de ciudades taurinas por la notable lucha llevada a cabo por los aficionados que lograron blindar la mayoría de plazas; sin embargo, la fuerza política del gobernante de turno hizo que la prohibición de la muerte de los toros en público caiga sobre Quito; pese a ello es voluntad de los quiteños llevar a cabo su anual feria considerando que a la Fiesta debe defendérsele con los escenarios taurinos funcionando, el público en el tendido y el toro en el redondel.

La agenda de la transnacional antitaurina hizo escalas más tarde en Venezuela, Perú y México, intentando que el modelo se repita con exactitud, en primer lugar impedir a través de las autoridades el ingreso de menores de edad a las plazas de toros, luego suprimir las fuentes de financiamiento de los espectáculos, más adelante restarle visibilidad al bloquear su difusión pública y finalmente la prohibición a través de maniobras legales.

El caso, es que más allá de los argumentos pro animalitas que esgrimen los promotores de estas acciones, existe de fondo un contenido político muy fuerte derivado de un imaginario novelero de lucha de clases,  confrontación social y soberanía, que día a día y mensaje a mensaje buscan imponer unos gobernantes que se han arrogado el papel de legitimadores de conductas, intentando despojar a nuestras sociedades de sus raíces y  de sus significados para avanzar con su abusivo proyecto ideológico  aun al costo de atropellar los criterios básicos de respeto y libertad.


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