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Recuerdos de un inolvidable pase de pecho...

Sábado, 03 Ago 2024    GDL, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Juan Casanueva   
"...Con su cámara de aficionado, Juan Casanueva capturó..."
En las familias de los aficionados a los toros, las anécdotas que se acumulan con los años suelen convertirse en leyendas. Juan Casanueva, mi tío y padrino, se interesó por la fotografía, en especial la taurina. En su casa montó un estudio para revelar y experimentar con los negativos que tomaba en las diferentes plazas a las que acudía. 

La fotografía taurina no es una simple copia de la realidad; se trata de una expresión artística que refleja la visión de quien está detrás de la cámara. Captura lo que sucede en el ruedo y combina imagen, luz y creatividad. Una captura magistral se transforma en la manifestación de un lenguaje no verbal que transmite las sensaciones del artista y cautiva al espectador. Los fotógrafos taurinos inmortalizan momentos únicos que evocan una amplia gama de emociones.

Dado que toro y torero están en constante movimiento, el fotógrafo debe anticipar el momento clave y capturar la acción en el instante preciso. Además, las condiciones de iluminación en una plaza pueden variar según la hora y la posición del sol, dificultando la correcta exposición de la foto. Así, una imagen destacada es una mezcla de pasión, juego de luces y sombras, y atención al detalle. La concentración, la posición y la suerte desempeñan un papel crucial.

El momento más importante de Juan Casanueva como fotógrafo taurino ocurrió el 18 de diciembre de 1977 en la plaza "Santa María" de Querétaro. Salió al ruedo "Navideño", de Garfias, el quinto toro del mano a mano entre Paco Camino y Manolo Martínez. Era un animal negro, de preciosas hechuras, que desde el inicio humilló y embistió con nobleza.

Paco Camino lo veroniqueó suavemente, sin prisas, mimándolo. Realizó un quite por chicuelinas, citando de largo y girando en el embroque con los tobillos muy firmes en la arena. En el último tercio, realizó una faena que muchos han considerado cercana a la perfección. Series por ambos pitones que nunca rozaron la muleta, prolongando las nobles embestidas de "Navideño" con temple y ligazón. Ejecutó pases de trinchera, de la firma, un molinete, kikirikís lentísimos, trincherillas que acariciaban los pitones y rotundos pases de pecho para rematar cada tanda.

Con su cámara de aficionado, Juan Casanueva capturó desde el tendido, uno de aquellos pases de pecho. Reveló la foto, hizo copias y las enmarcó. Incluso tuvo la oportunidad de entregar una de ellas personalmente al maestro. En la familia cuentan que hubo quien propuso mandar a hacer una escultura utilizando como modelo la fotografía.

Mis papás habían comprado una de esas videocaseteras Beta con el único objetivo de grabar y reproducir faenas. Cada vez que Juan iba a la casa, veíamos repetidamente la de "Navideño". Identificábamos el pase de pecho, lo repetíamos en cámara lenta, comparándolo con la fotografía que previamente habían descolgado de la pared donde se atesoraban los recuerdos taurinos.

Ahora que murió el maestro Camino, he conversado con varios aficionados y todos tienen anécdotas y vivos recuerdos del paso del maestro de Camas por México. Se convirtió en uno de los grandes ídolos españoles en nuestro país. 

Faenas como las de "Novato" de Mariano Ramírez (27 de enero 1963), "Catrín" de Pasteje (27 de marzo 1963), y "Traguito" de Santo Domingo (31 de marzo 1963), así como los triunfos en "El Progreso" de Guadalajara, donde llegó a cortar cuatro orejas y dos rabos en una sola tarde, quedaron grabados en la memoria colectiva de los taurinos mexicanos.

Paco Camino fue un torero completo que fusionaba valor, clase e inteligencia. Su arte se caracterizaba por el dominio, la suavidad y la naturalidad. Sus pases, especialmente con la mano izquierda, eran larguísimos y lentos, llevando al toro embebido en la panza de la muleta, con la tela planchada, sin una sola arruga. Destacaba la facilidad que tenía para andarle a los toros, intercalando pases de trinchera y de la firma. Fue triunfador con todos los encastes, demostrando su poderío y conocimiento. 

Uno de los grandes maestros de todos los tiempos y, junto con Chicuelo, Cagancho, Manolete y El Capea, se consolidó como un ídolo de la torería española en México. Descanse en paz un gran torero.


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