Pedro Gutiérrez "El Capea" está en México, como tantas veces por estas fechas, pero ahora con una mentalidad de torero y no de turista, y el otro día en la ganadería de
San Constantino, demostró que "el que tiene, retiene", y se dio gusto toreando un novillo de
Teófilo Gómez, su entrañable amigo, con el que demostró que los buenos toreros acaban toreando mejor con el paso de los años.
Y es que este año será especial porque el maestro salmantino cumple 50 años de haberse doctorado, hecho que tuvo lugar el 19 de junio en la plaza "Vista Alegre" de Bilbao, y también porque cumple 70 años de intensa existencia, como torero, como ganadero, como aficionado, como padre y suegro de toreros...
Así que a nadie le extrañe que, en fecha tan señalada, se vuelva a enfundar un vestido de torear para darse el gusto de celebrar la efeméride como Dios manda: toreando, delante del público y del toro, ese que le ha dado todo en la vida. Y mientras en su cabeza sigue rumiando esta bendita locura de torear de nuevo en público, ha intensificado su preparación, tanto física como taurina. Bueno, lo de taurina, casi nada, porque lleva el toreo dentro desde que era un chiquillo.
Pero el hecho de verse ya a cinco meses del "cumpleaños" taurino, consciente de la responsabilidad que eso entraña, y como todo buen profesional que se precie, ahí está Pedro, en torero, dejando pinceladas de una tauromaquia eterna, la que se puede apreciar claramente en las imágenes que nos ofrece Óskar Ruizesparza de este encuentro con el toro México, el toro de sus amores, el toro que, en casa de la familia Corona, en la intimada de San Constantino, le supo a gloria bendita.
En el podcast que grabó el propio Ruizesparza, el maestro Pedro confirma la especie, y explica destalles sobre su reencuentro con el toro mexicano en un día inolvidable en el que se topó con ese gran ejemplar de San Constantino, con el que se deleitó e hizo gozar a tope a los presentes.