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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 25 Mar 2021    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...para que los toreros la sigan probando y tomen una decisión..."
De gran interés resultaron los festejos celebrados el fin de semana pasado en la Monumental Zacatecas, donde se probaron los nuevos utensilios para la lidia, que un grupo de ganaderos mexicanos ha puesto a disposición de los toreros, con la finalidad de estudiar su tentativa viabilidad y posterior implementación.

De todas estas herramientas ya se tenía conocimiento, pues en el Ciclo Cultural Virtual ofrecido en septiembre, el veterinario Julio Fernández y el escritor José Carlos Arévalo, dieron antecedentes y pormenores de la investigación científica realizada por diversas personas, que los llevó a la invención de dichos trebejos. De esta manera, su puesta en práctica no representaba ninguna sorpresa.

Después de ver su funcionamiento, quizá lo más eficaz fueron las puyas, que son de dos tamaños distintos, pero de dimensiones más reducidas que las actuales. Estas puyas provocan un sangrado menor, que de suyo ya es algo relevante, y evitan lesiones innecesarias en los ejemplares.

De hecho, fue muy evidente como en un puyazo trasero y contrario, uno de los toros no sufrió un daño irreversible, como casi siempre suele ocurrir con las puyas convencionales en casos similares. Sin embargo, al final de la lidia se pudo observar que los toros que no humillan, tienden a llevar la cara más alta de lo normal. Vamos, que no descuelgan lo suficiente, y eso complica un poco más entrarles a matar.

En cambio, cuando los toros fueron bravos en varas, les dieron dos puyazos, y el segundo colocándolos de largo, como fue el caso de los seis ejemplares de Los Encinos lidiados el viernes 19 de marzo. Este hecho reivindicó la suerte de varas y la labor de los picadores, además de que generó una emoción especial en el público con la riqueza capotera y la rivalidad que los toreros prodigaron en quites que fueron muy vistosos.

Las banderillas de punzón españolas no son muy fiables, y tampoco las mexicanas, que tienen una especie de émbolo a mitad del mismo. En ambos casos, resulta un tanto complicado prenderlas de la piel de los toros si los banderilleros no las clavan con fuerza. Cabe mencionar que otras banderillas, convencionales, pero con el arpón más corto, fueron las que mejores resultados dieron y parece que hacen menos daño a los toros, aunque la finalidad de las de punzón es evitar cortes en las manos de los toreros, o en pies y tobillos, que a veces sucede.

Y de las espadas, con una hoja plana, más ancha y filosa, se puede decir que no se pudo hacer una valoración tan precisa porque sólo se utilizaron en contadas ocasiones, aunque con buenos resultados cuando los toreros las introdujeron con pericia y ortodoxia; es decir, nada que no suceda con las espadas de toda la vida, de las que los toros salen "muertos de la mano".

Ahí están pues estas nuevas herramientas para que los toreros las sigan probando y tomen una decisión al respecto, por si acaso consideran conveniente comenzar a introducirlas en otros festejos experimentales, y ante el escrutinio del público.


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