Ante el desolador panorama que se presentaba en la industria taurina por la pandemia, el año pasado escribí un artículo que intitulé "Innovación y renovación" (Al Toro México, 25 de abril 2020). En aquella ocasión, invitaba a los profesionales taurinos a reinventarse para que la tauromaquia no sólo no pereciera como causa indirecta del Covid-19, sino que, como toro bravo, se creciera al castigo y saliera fortalecida de la dificultad.

La epidemia ha sido más larga y dañina de lo que nos imaginábamos entonces. Y si bien, la mayor parte de los profesionales taurinos siguen aletargados y lamentándose por lo complicado de la situación, hay dos iniciativas que llaman la atención y que pueden convertirse en lo que Clayton Christensen, el profesor de Harvard, llamaba disruptive innovation ("innovación disruptiva").

La primera de estas innovaciones es el CART: una iniciativa que no sólo pretende globalizar la fiesta y formar toreros, sino que busca mostrarle a la sociedad los valores de la tauromaquia y lo que representa "vivir como torero". La segunda es la valiente idea de un grupo de ganaderos mexicanos de probar los nuevos utensilios taurinos productos de las investigación realizadas por el doctor Julio Fernández.

Ambos proyectos son un claro ejemplo de lo que el doctor Rafael Gómez Nava, profesor de operaciones y dean del IPADE Business School llama "innovar con identidad". Porque si bien, las innovaciones pretenden renovar la tauromaquia, lo hacen apalancándose de la tradición y de la más pura esencia taurina.

Como todo iniciativa revolucionaria, su presentación genera malestar y críticas de los sectores más conservadores. Es interesante que algunos análisis de periodistas y de profesionales taurinos de las corridas que organizó don Manuel Sescosse se enfocan en los fallas y no en los aciertos de los nuevos trastos utilizados en la lidia.

Sería absurdo pensar que un proyecto transformador y disfruptivo fuera perfecto desde su primera prueba. Es importante recordar que la innovación es, ante todo, un juego de prototipos. Es decir, métodos para probar ideas. En otras industrias se usan bocetos, canvas, maquetas-escenificaciones con legos o juegos de roles que se usan para validar hipótesis iniciales, poniéndolos a prueba para detectar falencias u oportunidades de mejora. Los prototipos no son una actividad en una etapa del proceso, sino una herramienta que se puede usar constantemente. Los prototipos pueden ayudar en todas las etapas: descubrir, aprender, concebir y probar ideas.

Es interesante que quienes más han criticado los utensilios usados en Zacatecas, no han escuchado las conferencias o leído los artículos académicos del doctor Julio Fernández. Estás innovaciones no son ocurrencias sino el resultado de años de riguroso trabajo científico que busca que el toro tenga un mejor juego durante la lidia y, además, atender a la sensibilidad de la sociedad actual disminuyendo el exceso de sangre que hay en una corrida.

Cuando Clayton Christensen explicaba el concepto de "innovación disruptiva", decía que la idea es ir poco a poco ganando mercado con tecnologías menos sofisticadas, con productos de menor costo e incluso con menos beneficios. Estos productos, a la larga, al aumentar su aceptación, van a producir un desplazamiento de los líderes, que por mantener lo más pierden lo menos: cuando esta pérdida se masifica, el desplazamiento es inevitable, y la empresa líder ve cómo su éxito se esfuma. Christensen valoraba los cambios pequeños que ingresan a los mercados con propuestas que parecen más básicas, pero que atienden a los sectores rezagados.

La enhorabuena valientes ganaderos innovadores y, desde este espacio, los animamos a que no se detengan ante las críticas, sino que sigan probando prototipos que, poco a poco, renueve y transforme la tauromaquia, pero manteniendo su fidelidad a su esencia e identidad.