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Tauromaquia: Mexicanos en San Isidro (I)

Lunes, 20 Jun 2016    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna de este lunes en La Jornada de Oriente
Este año, San isidro dejó de ser "mexicanista" (nunca lo fue), y solamente el novillero de Aguascalientes Luis David Adame encontró  acomodo en dos carteles –luego, su actuación quedaría limitada a un único utrero, de El Montecillo, que lo hirió de gravedad pero también lo catapultó, oreja de por medio, a los varios trofeos al novillero de la feria.

Y aunque cupieron, con calzador, dos nombres mexicanos más, los de los matadores Octavio García "El Payo" y Diego Silveti, en sendas fechas y carteles segundones, Octavio se quedó sin torear porque la corrida del 10 de mayo se suspendió por lluvia, y nuestro único emisario en festejos mayores fue finalmente Diego, quien, alejado de su mejor forma y sin rodaje previo en la península, afrontó el compromiso con sobra de pundonor y escasa fortuna, en tarde de ganadería debutante e indiferencia generalizada.

Mas no siempre fue tan magra la presencia mexicana en la primera plaza y feria de la tauromaquia, cuyo origen data de 1947. Y a veces ni siquiera hubo aztecas en la programación, ya porque estuviera interrumpido el intercambio taurino entre ambos países períodos 1947-50, 1957-61 y años 67 y 76, ya porque ni la empresa se dignara volver la vista hacia México y sus toreros ni éstos mostraron mayor interés en ser tomados en cuenta. ¿Cuál reciprocidad? Diría El Pana: "la de lo mío es mío y lo tuyo nuestro… mientras no decida yo otra cosa".

Primera época

La participación mexicana en San Isidro la inaugura Rafael Rodríguez en el cuarto festejo de 1951. Y no estuvo nada mal, pues le cortó la oreja a “Guitarrero”, de Felipe Bartolomé, con el que Pepe Luis Vázquez le confirmara la alternativa (16-05-51). Lo malo fue que la empresa Jardón no volvería a contar con Rafael sino dos años más tarde, para completar con dos mexicas –Rodríguez y El Ranchero su último cartel isidril, con un encierro grande de Buendía y al lado de Antonio Bienvenida, boicoteado por sus colegas iberos debido a su campaña contra el afeitado. Rafael pechó con el peor lote y Jorge, que cerraba el único San Isidro de su vida, dio una ovacionada vuelta al ruedo tras malograr con la espada un trasteo macizo y emocionante. En ese año 1953, El Ranchero toreó 37 corridas en España.

Un año antes, habían hecho presencia en la famosa feria los otros mosqueteros de la tríada famosa. Manuel Capetillo, como Rodríguez, cobró la oreja del toro de su confirmación, un noble toro de Antonio Pérez llamado "Brillante" (15-05-52); Jesús Córdoba, pese a que nunca tocó pelo en Las Ventas ¡ésa espada!– fue de los tres quien más larga y lucida trayectoria tuvo ante los madrileños. Pepín Martín Vázquez le confirmó alternativa con "Gestador", de Fermín Bohórquez, y ya entonces oyó doble petición de oreja (21-05-52); petición que se reproduciría con mayor fuerza en su segunda comparecencia (día 24), que marcaría la pauta de que iba a ser Jesús más torero de Madrid  que ningún otro paisano de aquella camada. Llamaron la atención su elegancia natural y su creatividad capotera. Y también el arte varilarguero de su picador Graciano González "Chano". Repetiría por San Isidro en 1954 volvió a gustar, si bien en su primera tarde sufrió un puntazo– y, para una sola corrida, en el 57, cercana ya la ruptura del convenio, pero igualmente complacida la afición venteña con la impronta torera del leonés, que volvió a circundar el anillo. 

Durante el período 1951-57 también figuraron en la programación isidril El Ranchero Aguilar (tres tardes en 1953, como quedó mencionado), y, solamente para confirmar sus alternativas, Alfredo Leal (25-05-54, con "Encendedor", de Montalvo, de manos de Cayetano Ordóñez) y Miguel Ángel García (19-05-55, con "Ratonero", de Carlos Núñez y Manolo Vázquez de padrino). A Joselito Huerta, su buen cartel en España, como novillero primero y luego como matador, le permitió doble acceso a las ferias de 1956 –Antonio Bienvenida lo confirmó con un toro de Salvador Guardiola que pesó 480 kilos– y 1957, en cuya primera comparecencia un toro de Pablo Romero le pegó grave cornada (15-05-57) cuando el León de Tetela exponía a tope en una muestra más de su legendario pundonor torero.

Pero el mayor triunfo de un mexicano en este período lo alcanzó Juan Silveti Reynoso la tarde de 1952 en que, por cornadas de sus alternantes Raúl Acha "Rovira" (el padre de Emmanuel, el cantante) y Pablo lozano, se quedó con cinco torazos de Pablo Romero y redondeó con ellos colosal actuación, pues varias veces recorrió el anillo bajo tempestuosa petición de oreja, y terminó por pasear las dos del quinto, pasaporte de la salida en hombros por la Puerta de Madrid (25-05-52). En pago, no volvería a pisar la arena de Las Ventas por San Isidro. Si lo hizo fuera del abono –en la famosa corrida del Montepío, por ejemplo, en que Antonio Bienvenida, Manolo Carmona y el hijo de El Meco desorejaron a seis señores toros del Conde la Corte, sistemáticamente rehuidos por los gallitos del escalafón (12-10-52); con todo, su formidable balance madrileño merece ser recordado, pues en nueve paseíllos en Las Ventas, cosechó nada menos que siete apéndices.

Y sólo a título de anécdota, las tres tardes que, encartelado con figuras, El Pipo –que posteriormente se haría famoso como promotor de El Cordobés consiguió para su poderdante mazatleco José Ramón Tirado, quien petardeó en grande en aquella su única feria, la de 1957, ya con el convenio pendiente de un hilo.

Período 1962-66

Reanudado el intercambio hispanomexicano para dar paso a una época en que la generación de Diego Puerta, Camino, El Viti y El Cordobés acapararon dólares y carteles en cosos mexicanos, la empresa madrileña –Livinio Stuyck como cabeza visible– se animó a programar al menos una figura azteca para San Isidro. Fracasaron Alfredo Leal en 1962 y Capetillo al año siguiente, pero dos poblanos defendieron con gallardía el maltrecho prestigio de la torería nacional. El primero, Antonio Campos "El Imposible", surgido casi de la nada para armar un taco en su tarde de confirmación (por Pedrés y con "Aferrado” de Carlos Núñez, 12-05-63), buscándole buena bronca al presidente que le negó la oreja, y llevándose un apéndice de ley de "Ovalado" de Fermín Bohórquez, al repetir (15-05-63). Su prematura muerte le impediría obtener réditos de esos triunfos.

El otro fue Joselito Huerta, que supo honrar su retorno a la feria cortando sendas orejas a un geniudo astado de Atanasio Fernández (22-05-64) y a otro de Baltasar Ibán (20-05-65), enorme y algo aplomado pero muy noble, al que templó por nota con la zurda.  Sin embargo, el único mexicano que en este período paseó dos apéndices de un mismo astado fue el novillero de Acapulco Antonio Sánchez "Porteño", en premio a su redonda y clásica faena con el novillo "Ganador" del Marqués de Albayda (31-05-64). Un triunfo de puerta grande pero sin continuidad, pues Porteño no volvería a España. Este es el único triunfo de Puerta Grande de un novillero mexicano en la historia de la Feria de San Isidro.

En esos años, por cierto, otros tres novilleros aztecas participaron en la feria, Óscar Realme y Fernando de la Peña en 1963 y Gabino Aguilar en el 64. No triunfaron, pero sus presencias dan fe del buen cartel del que por entonces gozaban.

Algo parecido ocurrió con Raúl García, que había hecho en la península una campaña breve pero triunfal en el verano del 64 –en Zaragoza se alzó triunfador de la feria tras cortarle tres orejas a un encierro imponente de Concha y Sierra, y confirmó en Madrid con buen tono pero sin tocar pelo durante la isidrada de 1966, anunciado a una única corrida en que la invalidez de un mortecino sexteto de Francisco Galache asimismo anuló los esfuerzos del padrino y el testigo, que lo eran nada menos que Paco Camino y El Cordobés (26-05-66), con el que lo une una estrecha amistad.

Lo que vendrá

El tema es largo y el espacio corto. Quedan, pues, pendientes de entrega, los avatares de la torería mexicana en la primera feria de la tauromaquia durante los primeros años 70 –lapso de su mayor esplendor, y, tras un largo paréntesis que abarcará el último cuarto del siglo XX, lo que el nuevo milenio ha traído en Las Ventas y por San Isidro para madrileños y mexicanos. En una semana continúa esta historia. 


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