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Reacciones a la muerte de Pablo Labastida

Viernes, 16 Dic 2011    México, D.F.    Redacción | Foto: De Labra   
Sus amigos lamentan esta gran pérdida
A las horas siguientes de su muerte, se han producido diversas reacciones a la muerte de Pablo Labastida, de parte de distintos profesionales que también eran amigos cercanos de este ganadero de dinastía, mismas que reproducimos a continuación:

Jerónimo (matador de toros):

"Nuestra relación comenzó con un apretón de manos en su rancho, por allá del año 2000, cuando me di cuenta que tenía mucho fondo como taurino y que podría ser un buen apoderado. Llevó mi carrera cinco años con gran decidación y entrega; pero al margen de esta relación que hicimos tan bonita, me quedo con su amistad y el trato tan amable y honrado que me ofreció desde el primer momento. A su casa entraba como si fuera mía, y trabé una gran amistad con toda su familia. Hoy que me llamó Paulina, su esposa, para darme la noticia, sentí una pena muy honda. Nunca lo olvidaré".

José Marrón (ganadero):

"Lo que pasó es algo incomprensible para mí, sobre todo tratándose de alguien joven y tan entusiasta como Pablo. Todavía lo pude ir a visitar hace como un mes y sentí que era una despedida, pues esta enfermedad suele ser más agresiva con la gente de su edad. No sólo como ganadero lo vamos a extrañar, sino como amigo. Mi padre era el banquero de su padre, y gracias a los Labastida yo comencé a aficionarme a los toros de chico en aquellas inolvidables tientas en Santo Domingo, por allá de 1960. Con toda su familia he mantenido una estrecha relación desde hace muchos años y esta noticia me tiene muy triste. Lo lamento mucho".

Fernando Labastida (novillero):

"Su muerte es un golpe durísimo, pues era mi padrino de bautizo y mi tío consentido, con el que estuve siempre muy pegado desde que era niño. A lo largo de mi trato con él, como pariente y como taurino, aprendí muchas cosas importantes. Ahora creo que su ausencia será difícil de superar y ojalá que podamas seguir las enseñanzas que nos dejó Lo voy a extrañar muchísimo, y no tengo más palabras en este momento.

Ignacio Garibay (matador de toros):

"Estuve a verlo aquí en su casa hace una semana, y platicamos muy sabroso, y hasta gastó algunas bromas, como era su costumbre. Lo veía muy enfermdo, desde luego, pero haciendo planes para un futuro cercano, y lo cierto es que nunca imaginamos que se nos iba a ir tan rápido. Todavía anoche pude verlo, aunque ya estaba sedado, y espero que haya escuchado mis palabras de agradecimiento por esos cuatro años que fue mi apododerado, en los que tuvimos alegrías y tristezas; pero sobre todo, lo tendré presente como un amigo sincero y entregado, que fue un gran apoyo para mí no sólo como torero sino como persona. La gente lo quería mucho".

Chacho Vázquez (ganadero):

"Tenía un gran sentido del humor y cuando existía afinidad con alguien, se entendía a las mil maravillas. Detrás de esa voz ronca y un trato muy formal, cuando no tenía confianza con la gente, detrás había un hombre de un carácter sumamente noble. Pablo supo aprender de los ganaderos viejos, sobre todo de Paco Madrazo y de Javier Garfias, que me parece fueron los que lo marcaron en su profesión de ganadero. Desde niño anduvo pegado a su padre y como tenía tan buen gusto y proyección, el resto de ganaderos viejos lo acogieron con mucha simpatía. Era un amigo adorable".

Alejandro Amaya (matador de toros):

"Aunque ya teníamos una amistad de varios años, a Pablo me acerqué con la inquietud de que me apoderara, porque yo le veía mucha personalidad y un carácter fuerte, a veces hasta corajudo, para enfrentarse a la gente de este medio. En este sentido, le tenía mucha admiración, porque su forma de ser era muy auténtica. Al margen de ello, lo que más recordaré fue el trato del amigo y la amistad tan bonita que hemos hecho con su esposa Paulina y sus hijos, gente bien nacida y educada, a los que tengo un aprecio muy grande".

Alonso Cuevas (apoderado):

"Para mí fue más que un ganadero y un apoderado muy profesional; fue un amigo entrañable que siempre me tendió la mano y me abrió la puertas de su casa. Lo tuve siempre como un ejemplo a seguir y le aprendí mucho. Ahora se me vienen tantos recuerdos en las plazas y lo tendré muy presente en mi memoria. El único consuelo que nos queda con su partida, es que ya tenemos quién nos apodere allá arriba en el cielo".

Ignacio Meléndez (picador de toros):

"A Pablo lo conocí prácticamente desde que éramos niños, y con el paso de los años me convertí en el tentador oficial de su ganadería. Él buscaba un toro bravo, y creo que siempre se mantuvo fiel a este concepto. Se dedicó en cuerpo y alma a su rancho, que le apasionaba y desde muy joven demostró una gran vocación por ser ganadero. En las tientas era muy estricto con las vacas y exigía que fueran bravas en el caballo y tuvieran transmisión en la muleta. No se daba coba en este sentido, y por ello creo que fue un gran ganadero que nunca traicionó su forma de pensar al respecto de la bravura. Claro que a veces ese tipo de comportamiento en los toros no agrada a los toreros, pero eso me parece que el proceder de Pablo era más valioso y coherente con sus ideas. Como amigo, cuando se entregaba era enorme, y con eso me quedo".

Víctor José López "El Vito" (periodista):

"En 1987, allá en El Palacio de los Deportes, me lo encargó Javier Garfias, y me lo vendió como 'un buen aficionado'. En el tiempo fue mejor que lo que 'El Gordo' me había vendido, porque Pablo Labastida fue un buen aficionado, un ganadero apasionado y un amigo incondicional. Con él, en México y en Venezuela, vivimos grandes momentos. Duros algunos y otros felices, todos inolvidables. En agosto pasado él sabía que estaba calado, pero no quiso amargarnos el inolvidable encuentro con los hermanos de México. Le reclamo al Señor, con todo respeto, haberlo llamado tan pronto. Reclamo de viejo, que se va quedando solo..."


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