A pesar de no cortar orejas, Juan Pedro Moreno tuvo una destacada presentación en la Plaza México y dejó un grato sabor de boca por esa forma tan particular de interpretar el toreo, por ese sello que puso de manifiesto a lo largo de su actuación.

Es cierto, el chaval nacido en Puebla y alumno de la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes todavía se nota verde, pero tiene carisma para llegarle al público y un corte agitanado que le hace snetir mucho todo lo que realiza en el redondel, además del don del temple.

Juan Pedro tuvo la suerte de encontrarse con un novillo que tuvo nobleza a raudales y buen recorrido, con el cual cuajó los mejores momentos de la tarde. De inicio ejecutó chicuelinas y, posteriormente, un atrabancado quite por tafalleras en el que no logró confiarse dadas las malas condiciones del ruedo, debido a la fuerte lluvia que cayó durante toda la tarde.

Y aunque con la muleta sufrió algunos desarmes y se vio en apuros, producto de su misma inexperiencia, bordó muletazos de una gran calidad, comenzando con derechazos que le resultaron como en cámara lenta y continuando con naturales de una gran dimensión, inspirado en las suertes y abandonándose por momentos.

De no haber fallado con el acero, pudo haber cortado una oreja. En cambio, fue galarodnado con una ovación de gala antes de retirarse de la plaza, mientras que al de Pozohondo se le tributó el homenaje del arrastre lento.

Ya desde su primero había mostrado destellos de su calidad, como la pinturera media verónica con la que rubricó los lances de recibo. Aunque aislados, instrumentó derechazos que le fueron coreados con fuerza y, tras rematar con bernardinas, dejó una estocada entera que fue suficiente para terminar con la vida del ejemplar. Y aunque hubo petición, la oreja no fue concedida, quedando todo en una salida al tercio.

Siguen saliendo buenos prospectos de la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes que manifiestan su potencial en la capital, pues a los nombres de Diego Sánchez y Nicolás Gutiérrez, que vimos en los festivales de Arroyo, se suma el de Juan Pedro Moreno.

Con el aguacero en pleno, Fernando Labastida le hizo frente al primero de la tarde, un novillo sin malas ideas pero que no pudo desarrollar todas sus cualidades debido a la fuerte lluvia y a lo enfangado del ruedo, que estaba hecho un barrizal. El potosino inició con un par de péndulos y dejó derechazos con calidad, llevándose una voltereta en un descuido. A partir de ahi, la labor vino a menos y ya no trascendió.

Su segundo fue un ejemplar que acudía tirando derrotes, pero con la virtud de la transmisión. Labastida intentó en un primer momento, pero decidió cortar por lo sano y finiquitó al burel tras escuhar dos avisos, pues se pudo muy pesado con el acero.

El castaño que hizo segundo acudía con prestancia a la muleta, pero terminaba con la cabeza arriba, desluciendo. César Ibelles lancéo bien a la verónica y por momentos se acopló con la sarga, mostrando que es un torero técnico, pero un tanto frío.

El segundo de su lote fue un ejemplar picoso, con una bravura seca que requería mucho mando en los engaños y con una tremenda transmisión hacia los tendidos. Ibelles se vio desconcertado y pegó mucho pases, pero sin decir mucho, de tal forma que el público terminó tomando partido por el novillo y despidió con pitos al novillero.

Cabe señalar que fue extraño el hecho de que, una vez que dejó de llover, al lidiarse el cuaro novillo, no se reparara el ruedo con serrín, lo cual quizá hubiera sido prudente.