Juan Pedro Domecq: Innovador y sensible
Lunes, 18 Abr 2011
México, D.F.
Juan Antonio de Labra | Foto: Archivo
Breve semblanza de un gran ganadero
Juan Pedro Domecq Solís fue un hombre apasionado del toreo y el toreo, y su formación como ganadero tuvo en su familia una forma muy especial de ver la Fiesta, que él mismo trató de impulsar desde su trinchera con ideas innovadoras y hasta polémicas.
Juan Pedo Domecq Solís nació el 10 de abril de 1942 en el seno de una familia muy unida. Hijo de Juan Pedro Domecq y Díez (hermano de don Álvaro) y nieto de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavillencio, fundador de esta saga de importantes ganaderos andaluces.
En su juventud cursó la carrera de ingeniero agrónomo, de la que se tituló en 1966, y a partir de estos conocimientos, más los adquiridos en casa en torno a la lidia del toro bravo, comenzó a delinear en su cabeza un concepto profesional de la alimentación y la crianza, mismo que pudo comenzar a desarrollar a partir de 1978, cuando formó su ganadería y siguió un camino distinto al de sus hermanos.
Con el legandario hierro del Duque de Veragua como estandarte, Juan Pedro Domecq se afanó en crear un toro armonioso de hechuras, bajo y reunido, y que mantuviera una lidia vibrante, así como "la capacidad de embestir hasta su muerte", que era la definición que solía dar cuando le preguntaban el significado de la bravura.
Y en este afán de mejorar las técnicas de alimentación del toro, y de selección en la tienta,que ya venía arrastrando de la herencia de su padre, inventó conceptos como la "toreabilidad" o el "tauródromo" para que sus reses se ejercitaran antes de la lidia, pensando en el toro como un ser que debía estar preparado como un atleta.
Aquello de definir a su toro como "el toro artista" le granjeó mucha críticas, pero su talante innovador y distinto le permitía andar sin miramientos, pues su recia personalidad, en la que conjugaba la formalidad con la genialidad, le hacía diferente de otros ganaderos de su época.
Observador, análitico y metódico, le gustaba filmar sus tientas y volvía a verlas por la noche a solas para extraer nuevas conclusiones que vertía a su computadora, en una época donde todavía no era muy frecuente que los ganaderos utilizaran esta herramienta en su quehacer diario, implementando un programa específico y ordenado.
En el plano personal era un gran aficionado al cante flamenco y el arte en general, pues su sensibilidad le llevaba siempre a buscar los aspectos más íntimos de distintas expresiones artísticas. También le interesaba mucho la mejora del caballo español como raza, para que el hizo diversos estudios al respecto de su morfología y su conducta. Y te aunque la vida le puso delante muchas pruebas muy duras, Juan Pedro continuó adelante con la misma fuerza de carácter.
Entre 1984 y 1994 presidió la Unión de Criadores de Toros de Lidia de España, en la que implementó importantes reformas administrativas, y fue uno de los promotores del primer Congreso Mundial de Ganaderos de Lidia que se celebró en Guadalajara, México, en octubre de 1993, en el que participó decididamente con la idea de dar un toque de universalidad a la actividad de ganadero de lidia, de la que se sentía tremendamente orgulloso.
Y como le gustaba mucho torear en el campo, donde toreó más de 2 mil vacas, su intuición le llevó a ser un estudioso de la genética y del comportamiento del toro en la plaza. En este sentido, su ejemplar libro "Del toreo a la bravura", supone un postulado de primera mano para comprender la evolución del toro y de cómo el toreo ha llegado a unas cotas más altas de expresión con el toro de nuestros días.
Ganadero para toreros, Juan Pedro Domecq Solís deja su huella en todos aquellos que consideran al toro un ser apto para el toreo de largueza y temple; el toro para el gusto del aficionado que busca en la faena un regocijo, y prueba de ello ha sido la predilección que, durante tres décadas, las figuras del toreo han sentido por el toro cirado en su finca jerezana de "Lo Álvaro", donde siempre trabajó de manera profesional y, sobre todo, apasionada.
Desde estas líneas enviamos nuestro más sentido pésame a su familia por esta irreparable pérdida, especialmente a su hijo Juan Pedro Domecq Morenes. Descanse en paz este ganadero innovador y sensible, de acusada personalidad y un estilo que dejará su huella en las generaciones venideras.
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