El francés
Sebastián Castella le cortó una oreja al último toro de la tarde en Valencia, con lo que salvó una tarde para el olvido en la que el escaso juego de los toros de
La Ramblas dieron al traste con las ilusiones de
Juan Mora y
Enrique Ponce.
Castella, que reaparecía luego de la fractura de clavícula sufrida hace el 12 de febrero en Medellín, sorteó en segundo lugar al único ejemplar que más o menos de dejó meter mano y que, aunque con poca duráción, acudió con cierta clase a los engaños, permitiendo el lucimiento del torero de Beziers.
El tendido se desgranó el júbilo cuando Sebastián inició su faena de muleta pegando un péndulo en el centro del ruedo, despertando a más de uno que seguramente estaba ya quedándose dormido debido al tedio de toda la tarde. Posteriormente, vino una serie con la mano derecha en la que llevó muy templadas las embestidas del castaño de
Las Ramblas, una tanda redonda y que mucho presagiaba.
Menos recorrido tuvo el toro por el pitón izquierdo, pero el francés igualmente lo intentó para luego volver a tomar la sarga con la diestra y torear en redondo, consiguiendo un par de dosantinas que le resultaron limpias y de belal factura.
Cuando se pensaba en la posibilidad de las dos orejas,
Castella dejó una media estocada defectuosa, misma que no fue suficiente y tuvo que recurrir al descabello, acertando en el primer golpe. El premio final quedó en un apéndice, que paseó por el redondel valenciano.
Su primero fue devuelto por tener muy poquita fuerza, así que salió el sobrero, también del hierro titular, que resultó muy deslucido en todo momento, con medias embestidas y echando la cara arriba, por lo que
Sebastián poco pudo hacer.
La maestría de
Enrique Ponce quedó patente con el primero de su lote, un salinero que salía suelto de los engaños, desparramando la vista en el tendido. El valenciano supo entenderlo y, con base en dejarle siempre la muleta en la cara, logró algunos buenos detellos, sacando agua de una piedra, pero sin redondear mayormente debido a la poca casta del burel.
Su segundo era suave y
Ponce lo cuidó mucho desde el primer tercio. La faena tuvo que ser con mimo, siempre llevándolo a media altura y siéndole paciente. De nuevo, algunos destellos interesantes y dignos de un maestro como lo es el de Chiva, pero el ejemplar poco ayudó y terminó con la cabeza arriba, concretando otra tarde de mala suerte para
Enrique, que es consentido en este coso.
Juan Mora tampoco tuvo suerte con su lote. Su primero era violento y punteaba, defendiéndose en luhar de embestir, como queriéndode quitar la muleta de enfrente, signio evidente de su poca casta. Mora estudo empeñoso pero pooc había que hacer delante de este galimatías.
Su segundo fue un astado muy alto y con mucha caja, por lo que le ostaba trabajo humillar. Además, carecía de clase e, igual que su primero, calamocheaba cada que acudía a la muleta de
Juan, que tampoco logró hilvanar la faena que seguramente hubiera deseado.
Resumen en video de Digital Plus
Ficha Valencia, España. Noveno festejo de feria y octava corrida. Lleno en tarde agradable. 6 toros de
Las Ramblas, bien presentados pero de poco juego, salvo el 6°, que se dejó torear. Pesos: 505, 520, 501, 590, 500 y 503 kilos.
Juan Mora (azul pavo y oro): Silencio en su lote.
Enrique Ponce (grana y oro): Ovación tres aviso y palmas.
Sebastián Castella (celeste y oro): Silencio y oreja.