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Sebastián Castella enamora a Guadalajara (video)

Domingo, 06 Feb 2011    Guadalajara, Jal    Fernando Barrera/ Corresponsal           
Imparable racha del galo
Lo dijo antes de ser izado en hombros, “amo torear aquí, el público lo sabe, lo siente, es un amor grande el que hay con México” y es verdad, la afición de Guadalajara se entregó sin cortapisas al Sebastián Castella.

Dos orejas ganadas con verdad, pero que dejan tras de sí un conocimiento y entendimiento del toro mexicano, saber darle su aire, su distancia y sobre todo, aguantar el despacioso tranco para entonces sublimarse en el toreo con forma y mucho, mucho, fondo.

Si con el primero de su lote, con peligro sordo, sorprendió por el aguante, con el quinto, logró momentos cumbres al llevar paso a paso a un toro que aunque no era fácil, fue obediente al poderoso toque de Castella.

Después de la primera tanda la faena cayó en un bache, pero lo cierto es que a Sebastián le espolonearon desde el tendido cálido y se empleó a fondo, cuajando un trasteo sereno, entregado y con mucha miga; ayudó también que el bello pupilo de San José tuvo calidad en la embestida, se amalgamaron toro y torero. Una faena de amor propio y reciprocidad.

Fue corta la faena, pero vibrante, en un diálogo constante entre Sebastián y el público, teniendo como interlocutor al de San José. Una estocada hasta el pomo confirmó el idilio.

Ignacio Garibay se quedó a un tris de acompañar al galo en la salida a hombros, la espada se lo impidió. Esta tarde pudo cortar tres orejas y aunque dicen que “son retazos de toro” importan y más para un torero como Garibay que lleva ya más de una década peleando un lugar propio.

Pero la entrega incondicional ahí quedó. Se impuso a un primer toro peligroso, de cortas embestidas  y la gente se le entregó, recordando aún el indulto de “Perlito”, de San Diego de los Padres, el 17 de octubre del año pasado. Con su segundo estuvo en plan grande, maduro y buscando en todo momento defender un sitio que tanto le ha costado.

Se puso en el sitio de las cornadas, aguantando parones y derrotes, pero siempre emocionando. Quizá la labor resultó un punto brusca, en parte porque el toro al último tiempo del muletazo tendía a violentar, pero  todo quedó borrado por la entrega de Ignacio. Pudo cortar las dos orejas, pero la espada se l impidió. La vuelta al anillo, más que merecida, más aún el ser ya un torero consentido de la difícil afición tapatía.

Tal parece que el partirse la piel en España, ir evolucionando como torero y ser mexicano es un lastre que Arturo Macías debe pagar caro en Guadalajara. Esta tarde sencillamente nada le perdonaron, mucho menos se lo agradecieron.

Con su primero, un toro hondo, con cuajo, que le exigía estar muy firme, logró momento de mucha solera, pero sencillamente no agradó. Con el cierraplaza la cosa se tornó aún más dura. Quizá un error de apreciación a la hora del orden de salida provocó la animadversión contra Arturo, al comparar el quinto, el más pesado del encierro con el menos, la diferencia de trapío fue evidente y el daño irreversible. Así Macías salió injustamente abucheado.

Encomiable esfuerzo del ganadero José Arturo Jiménez Mangas al enviar un encierro impecable, con edad y sobre todo con raza en todos sus matices, quizá no fue una tarde redonda, pero si algo tuvieron sus pupilos fue el mantener la atención del público en el ruedo.

Ficha
Segundo festejo del ciclo. Ante media entrada en tarde agradable, se lidiaron seis toros de San José impecables de presentación salvo el 6o. que fue protestado. Cumplieron al caballo, exigentes para los toreros, pero con transmisión. El 5o. fue el mejor por su clase, aunque era un tanto flojo. Pesos: 505, 503, 525, 512, 545 y 475 kilos. Ignacio Garibay (grana y oro): Saludos y vuelta tras aviso con petición. Sebastián Castella (rosa mexicano y oro): Ovación y dos orejas. Arturo Macías (blanco y plata con cabos negros): Silencio y pitos. Destacó en varas Gabriel Meléndez, que picó muy bien al 1o.

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