Pletórico de clase, valentía y entrega resultó el festival taurino a beneficio del DIF, celebrado esta tarde en la monumental pachuqueña, por el empeño que han desbordado los alternantes, que han dejado un gratísimo sabor de boca a los asistentes, que han hecho una buena entrada.
Un festejo con contenido, sin duda alguna, en el que los actuantes mostraron lo mejor de sí y del cual la gente ha salido contenta, merced también del buen encierro de Montecristo, que tuvo fondo en general.
Pablo Samperio veroniqueó bien y cuidó en el caballo a un animal que si bien se desplazó con importante fijeza, sin embargo le faltó un puntito de fuerza. Tuvo una distancia larga, en la que se arrancó pronto y con emoción aunque después la embestida fuera la mitad.
Samperio intentó el lucimiento y trazó muletazos que le valieron el reconocimiento aunque de pronto también le faltó eco en el tendido. Esta ocasión no anduvo fino con el acero y escuchó un aviso.
José Arévalo salió bravo, como el novillo que le correspondió. Lo recibió con una larga en tablas, ejecutando después verónicas y chicuelinas al paso al llevarlo a la cabalgadura. Banderilleó con mucha afición y precisión.
Con la muleta midió bien la embestida de una res encastada y así de brava, emotiva que nunca se cansó de acometer al engaño, con una gran fijeza. Iba e iba e iba sin cansarse, obediente y entregada a una muleta, que también, tuvo una afición desbordante, aunque por momentos diera la impresión de “engolosinarse” de toro y carecer un punto de estructura.
Finalmente, terminó redondeando un trasteo que le mereció la entrega del público. Cobró una estocada apenas defectuosa, vendiendo cara su vida el novillo, cortando un merecido trofeo, y el sentido homenaje al burel.
Lorenzo Sánchez mostró ante todo técnica, y aprovechó la buena condición de un bonito colorado que tuvo mucha clase como fijeza, al que midió en varas. Hubo tandas así de impecables con la derecha como con la zurda, pero por momentos le faltó transmitir al tendido su labor.
Hubo, además, cambiados de mano y remates que gustaron mucho, en los que acometió entregado el animal, logrando así el punto alto de su labor. La espada, aunque no tan certera, logró su cometido.
Cerró plaza Alejandro Lomelín, que en los carteles se anuncia "Antonio", chaval que si bien había causado expectación, causó una grata impresión también. Saludó al novillo que le tocó en suerte con una larga de rodillas en tablas, verónicas y vistoso quite.
De muleta inició su labor en los medios con un cambiado por la espalda, a otro gran novillo que se desplazó con temple y calidad, mucha fijeza pero por momentos, adoleciendo de facultades. La carta de presentación del novillero fueron una importante clase, gusto y buen hacer, con la que la gente se le entregó, llevando así de templado al animal, gustándose y haciéndose gustar, con serenidad y aseo.
La res rodó algunas ocasiones por el ruedo, pero nunca cejó en su intento por seguir el engaño. Hubo adornos bien logrados y remates así de sentidos, que han puesto de acuerdo a todos. Mató de estocada ligeramente delantera, y consiguió triunfar en este su debut
Pachuca, Hgo. Monumental \"Vicente Segura\". Unas 2500 personas, en tarde soleada y fresca. Novillos de Montecristo, correctos de presentación, algunos justos de fuerza pero en general con clase y calidad, sobresaliendo el corrido en segundo lugar, que fue muy encastado y bravo, mereciendo los honores del arrastre lento. Pesos: 380, 390, 365 y 350 kilos.Pablo Samperio: silencio tras aviso. José Arévalo: Oreja. Lorenzo Sánchez: Palmas. Alejandro Lomelín: Oreja.