La edición 50 de la feria de Cali comenzó con un triunfo de un torero local: Fernando Alzate, que cortó sendas orejas, toreó con chispa y agradó a un público festivo, compuesto en su gran mayoría por jovencitos que vinieron a la plaza de “Cañaveralejo” a divertirse antes de marcharse a bailar salsa.
Y es que el novillero colombiano, al que conocemos de sobra en México porque vivía en Aguascalientes, aprovechó el apoyo del público que siempre estuvo de su parte. Así que la oreja que obtuvo del primer ejemplar de su lote, un novillo que acudía rebrincado a las telas, le sirvió para conectar con la concurrencia, que hizo una magnífica entrada de dos tercios, en una plaza que tiene un aforo para unas 16 mil localidades.
Fernando comenzó esta faena mediante un par de péndulos con los que se echó la gente al bolsillo, y la faena discurrió por el mismo sendero de la espectacularidad hasta finalizar con una estocaba baja que hizo rodar patas arriba al novillo de forma por demás espectacular.
Al quinto le dio dos largas cambiadas de rodillas en tablas y de inmediato encendió la llama del entusiasmo. Más tarde, citó de largo y también de hinojos al manso que embestía siempre por fuera, y así le construyó otra faena alegre y ligada que se tradujo en un nuevo apéndice, no obstante que mató de otra estocada caída.
Montoyita anduvo un tanto a la deriva con el capote, pues el viento que sopló durante la lidia del novillo que abrió plaza no le permitió confiarse. Con la muleta trató de someter las incómodas y deslucidas embestidas del de Paispamba, pero la falta de recorrido del novillo y sus continuos descomponían las suertes.
Cabe destacar que a este novillo le dio muerte de una estocada tan eficaz como ortodoxa, la única realmente buena de la tarde, si atendemos a la manera en que ejecutó la suerte y la colocación de la espada.
Más entonado se mostró con el cuarto, un ejemplar hondo, alto y astifino, el más hecho del encierro. Los estatuarios con los que dio inicio la faena tuvieron fibra y después trató de meter en vereda unas descompuestas embestidas. Cuando hacía un desplante, el de Paispamba se le arrancó intempestivamente y le propinó una fuerte voltereta sin consecuencias.
A diferencia de su buen manejo del acero con el que abrió plaza, a éste lo despenó de una estocada delantera y caída que emborronó lo que pudo ser la concesión de una merecida oreja. Curiosamente, y tras la nutrida petición de apéndice registrada, la plaza se quedó muda cuando arrastraron los restos del novillo y no le llamaron a saludar en el tercio. Cosas que vienen a demostrar la ingenuidad del público que había en el coso.
Sergio Blanco, uno de los novilleros triunfadores de las novilladas de preferia, tiene maneras aunque a veces abusa de las posturas. Destaca su facilidad para torear a la verónica, pues baja las manos con ritmo y se encaja de riñones.
Sin embargo, la dura prueba que supuso el juego de sus novillos, dejó en claro de que es preciso seguir toreando para que pueda desarrollar más su técnica y que de esta manera gane confianza.
A los dos novillos de su lote les plantó cara en faenas donde sólo pudo bosquejar detalles, sin poder redondear su actuación que, por otra parte, no contó con la rúbrica de la espada.
Ficha Plaza "Cañaveralejo". Primera de feria. Dos tercios de entrada en tarde templada, con viento durante la lidia del 1o. 6 Novillos de Paispamba, desiguales de hechuras, bravucones en varas y descastados en la muleta. Pesos: 420, 376, 378, 422, 342 y 418 kilos. Montoyita (salmón y azabache): Palmas y palmas tras petición. Fernando Alzate (verde nilo con remates negros): Oreja y oreja. Sergio Blanco (blanco y oro): Silencio y silencio tras aviso.