La corrida charro taurina de esta tarde, primera de las seis anunciadas hace algunas semanas para celebrarse en la monumental Plaza México, fue suspendida después de la lidia del cuarto toro, debido a un aguacero que dejó el ruedo en malas condiciones para el espectáculo.
Mientras el cuarto era lidiado por Juan Luis Silis; en la enfermería del coso era atendido el matador Pepe Murillo. El tapatío le echó actitud y valor a su actuación, con un toro que terminó defendiéndose bajo una fuerte lluvia y en medio del vendaval.
Murillo sufrió una cornada, no grave, de aproximadamente 20 centímetros en el muslo derecho y un fuerte varetazo en la pierna derecha. Lo anterior, producto de tres revolcones, gracias a su entrega en los que, sinceramente se creyó que había sido herido de gravedad. Sobre todo el último cuando se tiró en corto a matar y quedó colgado del pitón, al caer a la arena, él mismo se taponeó la herida que no sangró profusamente.
Abrió plaza el rejoneador Cuauhtémoc Ayala, quien tuvo una actuación variada, luciendo en algunas banderillas. Colocó, cortas, al quiebro, y una incluso al violín, sólo que a la hora del rejón de muerte, las cosas no se pusieron fáciles y de ahí provino que las cañas se convirtieron en lanzas para terminar escuchando una división de opiniones.
Sus cabalgaduras lucieron y, en general, su actuación antes de la suerte de matar, había sido emotiva con el toro que abrió plaza de la ganadería de San Marcos, que fue noble.
Confirmó su alternativa el zacatecano Luis Ignacio Escobedo, con poca fortuna, pues su astado de muy buena presencia, se aflojó notoriamente el pitón izquierdo en su pelea con el picador. Inexplicablemente, el juez Enrique Brown no lo quiso devolver a los corrales, por lo que el público poco le tomó en cuenta al joven torero que llevaba 10 años sin pisar la Plaza México y quien evidentemente se desilusionó.
También bajo el diluvio, Juan Luis Silis hizo lo que pudo con un estado que vino muy pronto de más o menos, cambiando del lidia, y eso, que logró que se dispensara el tercio de banderillas. Esta situación, humanamente se entiende por las malas condiciones del ruedo, pero no queda claro taurinamente, pues el juez permitió que se alterara la lidia.
Al final, Angelino De Arriaga y Juan Pedro Llaguno se quedaron vestidos de charro y con las ilusiones a cuestas, pues nadie les consultó al anunciarse la suspensión del festejo.
Ficha Ciudad de México.- Plaza México. Corrida charro taurina. Menos de un cuarto de entrada (unas 2 mil 500 personas) en tarde nublada y lluviosa, que obligó a la suspensión del festejo a la muerte del 4o. Toros de San Marcos, de buena presencia, complicados en términos generales, entre los que destacó el 1o. de rejones por su emotividad y nobleza. El rejoneador Cuauhtémoc Ayala: División de opiniones tras aviso. Luis Ignacio: Silencio. Pepe Murillo: Ovación y herido. Juan Luis Silis: Ovación tras aviso. El juez Enrique Braun permitió que no se colocara banderillas al 4o., y decidió suspender el festejo sin consultarlo con Angelino de Arriaga y Juan Pedro Llaguno, quienes faltaban por torear, considerando en que, otras ocasiones, el espectáculo ha continuado con peores condiciones climáticas y el piso en estado deficiente. Murillo fue estabilizado en la enfermería de la plaza y trasladado al hospital para revisarlo de la cornada en el muslo.