Apenas en su segunda corrida como matador de toros en Las Ventas, Leo Valadez repitió el triunfo del año anterior y volvió a cortar una oreja, lo que sin duda le va a servir para abrirse más puertas en cosos de Europa, ahí donde la frescura y variedad de su toreo será bienvenida.
Y además de esta sensación de torero juvenil, el hidrocálido mostró su madurez, la que ha ido labrando al cabo de tantos años, prácticamente desde que eran un chiquillo que recorrió la República Mexicana toreando festivales de niños con esa chispa del que quiere ser alguien en esto del toro, y con una mentalidad de gran profesional.
Qué pena que el sexto toro de la tarde se haya estrellado violentamente en las tablas persiguiendo a Curro Vivas al salir de un par de banderillas, porque quizá eso –y se vale especular– hubiera acercado más a Leo al sueño de abrir la Puerta Grande, cerrada a piedra y lodo para los nuestros desde 1972.
Porque el público estaba a su favor, deseoso de vitorearlo, y más todavía después de un estrujante quite por zapopinas que, siendo un lance ligero, por el movimiento de los vuelos del capote, Valadez le imprimió gravedad por lo riesgoso del ajuste, un hecho que provocó admiración entre el público.
La de Fuente Ymbro vino a menos desde los primeros compases de la faena, y ya no tuvo Leo oportunidad de mostrarse. De cualquier manera, la impronta que dejó al retirarse de la plaza fue de torero válido para España, donde se ha curtido hace años y con la expectativa de seguir avanzando en su carrera.
La oreja que le cortó al tercero de la tarde quedará en el récord de triunfos de los toreros mexicanos en Madrid, y desde que había hecho el primer quite al toro anterior, del francés Juan Leal, Leo Valadez demostró que venía a torear de capote, siendo hasta ahora, conjuntamente con Isaac Fonseca, el torero que más quites ha hecho en lo que va de feria con un total de cuatro, por tres del moreliano. Y eso es algo muy digno de tomar en cuenta, pues hasta se dio el gusto de ejecutar unas "crinolinas", quite de la invención del matador jalisciense Eliseo Gómez "El Charro".
El toro "Tramallo" anunció su nobleza desde salida, y acabó embistiendo humillado y con entrega por el pitón derecho, lado por el que Leo le planteó una faena maciza, bien estructurada, en la que se colocó bien entre los pases, girando en los talones, para ligar tandas de muletazos de buen acabado, abrochadas con largos y sentidos pases de pecho.
La gente se fue centrando en la labor del hidrocálido a cada palmo del trasteo, que discurrió en el tercio, el terreno propicio donde el mexicano se gustó y acabó por convencer a todo mundo cuando, tras ejecutar una manoletina, decidió echar las rodillas a la arena, en un gesto de asombrosa improvisación, y rematar las suertes de esa forma, con mucha limpieza en la ejecución del resto de manoletinas que fueron el colofón de emoción digno para esta sólida faena.
Perfilado en corto, Leo se fue detrás de la espada con mucha decisión y fue empitonado en el embroque, con tan buena fortuna que "Tramallo" se quedó con la muleta y no hizo por él cuando había caído a la arena, afortunadamente sin haberlo herido, o haber incrementado la severa lesión que tiene en la mano derecha y de la que todavía no ha sanado por completo, un hecho que, posiblemente, le hizo desistir de banderillear.
Paseó sonriente la oreja del toro, y también la bandera de México, que asomó en los tenidos de Las Ventas, ahí donde el apoyo de los cientos de aficionados que se han dado cita en este San Isidro ha contribuido a motivar a Leo Valadez, como seguramente también ocurrirá este miércoles cuando acuda Octavio García "El Payo", y más adelante, antes de que termine el mes de mayo, con Arturo Saldívar.
La tarde había comenzado con una faena muy honrada de Adrián de Torres, el sensible artista de Linares, un torero que, a fuerza de aguante y buen concepto, ha ido dándose a conocer en España y que, en mayo de 2021, deslumbró con una faena profunda en la plaza de "Cinco Villas".
A pesar de su falta de sitio, y mediante un oficio al que le falta más finura, Adrián se la jugó en serio con el complicado primero, que le echó mano de fea manera en un quite por chicuelinas, y también en un descuido durante una angustiosa faena que concluyó de una magnífica estocada al encuentro que debió ser premiada con una oreja, la misma que pidió una mayoría de la gente y que no fue atendida por el juez de plaza.
La vuelta al ruedo de Adrián tuvo sabor a premio, y con eso se quedaría hoy porque el cuarto, otro toro hondo y serio de Fuente Ymbro, no tuvo fuelle y el trasteo se diluyó sin que el público olvidara que en el de Linares hay un torero que pide paso y al que hoy, la ausencia de El Fandi, le permitió volver a mostrarse en una plaza donde hace algunas semanas conquistó una valiosa oreja.
Juan Leal buscó el triunfo sin conseguirlo. Tras una primera faena sin miga, ante un toro complicado, en el quinto se afanó en agradar y comenzó a torear en los medios con un escalofriante péndulo de rodillas. Luego vinieron series de menos a más, y cuando se colocó en las cercanías con mucha determinación, le sacó provechó a un toro sin chispa con el que estuvo largo rato toreando al natural y por dosantinas, siendo ése el mejor pitón.
Una estocada "a toma y daca", en la que también fue volteado peligrosamente, le valió para dar crédito a su valor en una tarde en la que rivalizó en quites con Valadez al que replicó con unas ajustadas gaoneras, otro guiño al recuerdo de los toreros mexicanos, como también lo fueron las caleserinas o las crinolinas de Leo Valadez, en una tarde de grata variedad capotera a la que un torero de Aguascalientes le puso su nombre.