ha hecho una apuesta muy fuerte: el 2 de noviembre se va a encerrar con seis toros en la Monumental de Morelia. Y en esa fecha tan emblemática para sus paisanos, quedará inscrita su presentación como matador de toros en México, donde pretende impactar mediante esta inusual propuesta.
Fiel a un concepto administrativo más cercano a lo romántico que a lo convencional, Fonseca se ha impuesto un reto complicado, y quizá hasta demasiado riesgoso.
Por una parte, exhibir qué tanto interés despierta entre la afición y cuánta gente es capaz de llevar a una plaza que, en los últimos años, ni siquiera las figuras han conseguido llenar.
Por otra, enfrentar seis toros en solitario, sin alternantes con los que rivalizar o medir su capacidad. Pero así lo ha decidido y hay que respetar su original planteamiento, a la espera de resultados que permitan juzgar con mayor claridad los alcances de esta corrida.
Porque, definitivamente, esta encerrona representa un importante golpe mediático, pero a la misma vez también genera polémica. Y eso es sano. Que se hable. Que cada quien opine lo que piensa al respecto. Que se hagan conjeturas de ver si podrá o no con este desafío personal y taurino, con el que pretende marcar una distancia con los demás toreros.
Una de las claves será elegir bien los toros, uno de los aspectos que Fonseca quiere cuidar personalmente, sabedor de que esta apuesta, al margen de lo que ocurra durante la corrida, no puede defraudar a nadie en cuanto a la presentación del ganado, que es la base sobre la que este festejo deberá tener carácter de acontecimiento.
Y si ya en España realizó una temporada novilleril como mucho tiempo no la hacía ningún otro torero mexicano, por las plazas que pisó y los triunfos que obtuvo, a México no puede venir de vacaciones; ni a relajarse, ni a dejarse ganar la pelea por nadie. Así que, de entrada, será muy interesante ver cómo resuelve la papeleta esa noche de Día de Muertos en su tierra.
El cartel anunciado ayer ha despertado expectación, y serán muchos los aficionados de varias regiones de México que acudirán curiosos a la cita con el moreliano, que a través de esta gesta quiere hacer historia y mostrar sus cartas credenciales en el escalafón de los matadores de toros.
Ojalá sea una cita con el futuro y Fonseca se consolide como ese torero que tanto anhela la Fiesta de México, capaz de llevar gente a los tendidos; de provocar emociones fuertes, y de trascender en un momento delicado para el espectáculo, con el furor prohibicionista al acecho.
Caras nuevas necesita la Fiesta de este país, como la de Fonseca y esta novísima camada de toreros jóvenes que están llamados a marcar el rumbo a seguir, con un público a favor y deseoso de verlos desarrollarse y madurar. Es momento de que México mire hacia México. El impulso es necesario. Así que vamos a alentarlo.