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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 07 Jul 2022    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...Los animalistas deberían de tolerar la corrida y verla como..."
Las tristes imágenes de tigres y leones famélicos en un predio de la Ciudad de México que se han publicado recientemente, ha provocado un escándalo mediático de grandes proporciones, que viene a desenmascarar la forma de proceder de determinados grupos animalistas, que se aprovechan de personas ingenuas para difundir una ideología que dista mucho de ser auténtica.

Tocados por la corrupción derivada de sus intereses personales, esos grupos engrosan sus cuentas bancarias a costa de los recursos recibidos de las organizaciones internacionales, sin que de verdad les importen los animales. Prueba de ello es ese video donde queda evidenciado el maltrato que los felinos en cuestión han sufrido desde hace varios años, muchos de los que, al prohibirse el uso de animales salvajes en los circos, acabaron en este lamentable abandono.

Los grupos antitaurinos, al referirse a las corridas de toros, siempre han enarbolado la bandera del maltrato animal como una máxima de su discurso, cuando no alcanzan a percatarse del verdadero trasfondo de la vida del toro en el campo, en absoluta libertad y dotado de muchos cuidados, ahí donde se convierte en un guardián de la fauna silvestre que habita a su alrededor, en miles hectáreas dedicadas a su crianza.

Su falta de tolerancia hacia la corrida es la que les impide ver todo lo que justifica la lidia del toro como parte de un ritual ancestral, cargado de connotaciones antropológicas, sociológicas y culturales, en las que está implícita la muerte del toro a la vista del público, y con la posibilidad de defenderse en ese cortísimo tramo final de su vida, a diferencia de lo que ocurre en la oscuridad de un matadero.

En una sociedad "moderna" y globalizada, la muerte es un aspecto desagradable que es preferible ocultar. De hecho, causa cierta gracia como las nuevas generaciones de jóvenes urbanitas, que nunca tenido contacto alguno con la realidad de los animales en su hábitat, no reparan en pensar la forma en que terminan sus días las reses de abasto en los rastros cuando eligen un paquete de carne en un supermercado, cuya aséptica y bonita presentación, no refleja la manera en que llegó a sus manos. 

Por otra parte, las recientes imágenes aparecidas en los medios, vienen a ratificar la hipocresía de aquellas figuras públicas que defienden los derechos de los animales desde una postura autoritaria e intolerante, erigiéndose en dueños de una verdad absoluta que está totalmente alejada de la realidad del proceso de la crianza del toro antes de llegar a la plaza, el escenario donde encontrará ese destino final que viene a reivindicar su esencia genética.

Los animalistas deberían de tolerar la corrida y verla como un suceso connatural a la existencia del toro, además de ser la justificación de la preservación de un animal único en el mundo, alrededor del cual se mantienen bien conservadas las fincas donde habita, y el grandioso beneficio ecológico que todo eso conlleva.


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