De gran interés resultó la sexta novillada de temporada, donde los ejemplares de la divisa jalisciense de Rosas Viejas, cumplieron con las expectativas de la tarde, los cuales fueron aprovechados cabalmente por la terna que se repartió una oreja por espada, dejando un grato sabor de boca entre la afición que se dio cita al coso San Marqueño.
 
El novillero Emiliano Robledo, se reencontró con su gente, dando muestras de los avances importantes que ha logrado en su tauromaquia, tal como lo ha manifestado durante toda su actuación. Recibió de rodillas al segundo de su lote, el novillo se quedó corto y de inmediato hizo por él, afortunadamente logró esquivar la acometida, pero el ánimo se prendió desde ese momento.
 
Con muleta en mano se fue a los medios del redondel, donde se puso de rodillas para trazar tres ajustadísimos cambiados por la espalda, el buen ejemplar del ganadero Fernando Topete acometía con bravura a la muleta de Robledo, quien se encontraba toreando a plenitud, dejándole la muleta siempre por delante y con las zapatillas bien plantadas en la arena, muletazos por naturales y por la diestra de mucha calidad, que la afición de manera extasiada coreaba.
 
Aquello ya era una locura en los tendidos, la gente pedía la pelea de gallos, pero Robledo se centró en lo suyo, cuando el novillo había dado lo que tenía que dar, el torero culminó su labor ejecutando bernadinas de rodillas, luego entró a matar dejando una estocada caída, al momento de salir de la suerte, el novillo acometió y se lo encontró en el viaje donde fue prendido de fea manera, entre gritos de torero, torero, le fue otorgada una oreja.
 
Con el primero de su lote, realizó un emotivo brindis al equipo que conforma el servicio de plaza, luego trazó una faena ante un novillo que carecía de fuerza, por ende se quedaba muy cortito, la tanda de mayor calado fue cuando toreó por naturales, la afición estaba muy pendiente de su quehacer muleteril, con la espada estuvo fino, lamentablemente el puntillero levantó al novillo en dos ocasiones, lo que terminó por afectar contundentemente lo realizado por Robledo.
 
Eduardo Neyra, otro novillero que nada se ha guardado. Con el abre plaza, un novillo de fina estampa que fue ovacionado a su salida, donde el nacido en Durango toreó por verónicas, aunque el novillo salía con la cara arriba desluciendo los capotazos. El maestro Alejandro Prado dio una verdadera cátedra de como torear con capote.
 
El de Rosas Viejas tenía bravura, había que hacerle las cosas de manera correcta, tal como lo realizó Neyra, quien se ve muy solvente y con ideas muy claras. Le fue encontrado las distancias, siempre con firmeza y llevando muy largos cada uno de sus muletazos, una faena que fue subiendo de tono incluso al cierre de su labor, cuando por bernadinas hizo pasar sustos en los tendidos. Tras una estocada entera, se le concedió una oreja.
 
El zacatecano Cesar Pacheco tuvo una actuación bastante digna, ante el segundo de la tarde realizó un quite por caleserinas rematando con un farol de rodillas, donde por cierto, estuvo a punto de ser prendido. En el segundo tercio la afición le solicitó tomar las banderillas, no se lo pensó dos veces, pues tiene facultades para ello, colocando tres pares muy vistosos.
 
De rodillas en los medios, citó con su muleta al novillo que de inmediato acudió al llamado, un cambiado por espalda y luego a torear por el pitón derecho. Ya de pie, toreó con la mano  diestra, el novillo tenía recorrido, pero no continuidad, lo que mermó en el ánimo del público.
 
Pacheco se tomó su tiempo, trató de descifrar al de Rosas Viejas, lo fue consiguiendo poco a poco, logró una tanda de naturales de mucha calidad, dejando ver parte de su expresión artística, una faena mayormente derechista donde literalmente le sacó hasta el último muletazo, el novillo terminó echándose a la arena, lo levantaron prácticamente para la suerte suprema, estocada hasta los gavilanes, lo que le valió para el corte de una oreja.