Si pudiésemos ejemplificar la alternativa soñada, esa podría ser la de
Héctor Gutiérrez hoy por la tarde, en el exigente ruedo de la plaza Nuevo Progreso.
Acorde al rigor del coso, la dehesa de Villa Carmela presentó su encierro. Finos de hechuras, con su edad reglamentaria, muy armado, pero desgraciadamente carente de fuerza. El par de ejemplares que le correspondieron al toricantano, con un poco más de fuerza fueron la materia prima de una actuación importante.
El ambiente en el perímetro de la plaza, donde se come… y se bebe de primera era de expectación: corrida de expectación, tarde de decepción. Por fortuna, no se cumplió totalmente.
El toro abre plaza fue aplaudido al saltar al ruedo, un cárdeno oscuro veleto, apretado de cuerna, que pronto dio muestras de su falta de brío. El de Aguascalientes lo recibió de hinojos, para ya de pie ser breve con la capa. Luego de la suerte de varas y el tercio de banderillas procedieron a la ceremonia, en la cual por cierto, tuvo el bisoño espada la descortesía de no descubrirse durante la misma. La etiqueta en nuestra fiesta es tradición a gurdarse.
Comenzó la faena de muleta dándole distancia a “Clemente”, pero de inmediato el joven matador, a quien le funciona la cabeza torera acortó la distancia en los cites, se puso en el sitio y consiguió series templadas por ambos lados. Hizo que saltaran los tendidos, al bordar un torerísimo trincherazo. Abrochó con una estocada entera rinconera. Dio la vuelta al ruedo con algunas despistadas protestas.
Con el segundo de su lote, el tono de su faena subió intensamente de color y calor. Buenos lances de recibo, aunque mejor el quite por saltilleras aprobadas ruidosamente por la afición.
Para el tercio de muerte, seguramente
Emilio de Justo había tomado la decisión de obsequiar un séptimo, y le notificó a
Gutiérrez, puesto que lo haría durante la lidia de su toro. Ya con muleta en mano,
Héctor esperó a que el hispano hiciera lo acordado, pero los segundos pasaban y
De Justo no lo hacía, hasta que por fin.
Engallado, Gutiérrez se fue al centro del ruedo para ejecutar un péndulo; como había tomado la decisión de ejecutarlo, y a pesar que el toro no acudió mantuvo la convicción de realizarlo y acortó tanto la distancia con el morito, que pensamos que "Don Pedro" no podría redirigir su embestida. De alarido, sí señor. Vino un molinete de rodillas y la música arrancó a tocar.
El de Villa Carmela aguantó más que sus hermanos, sobre todo porque el aguascalentense le dio pausas inteligentes entre serie y serie, ya por derecha, ya por izquierda en las que hilvanó oportunos trincherazos, mismos que seguramente se convertirán en una parte de su identidad ¡Cómo nos hizo saltar del asiento! ¡Los pega sabrosos, toreados de verdad y en serio!
Par de manoletinas de hinojos, entre prendas de vestir y sombreros, que terminaron de prender el cerro. Cuando se perfiló en la suerte final, preparada con mucha paciencia, la plaza entera guardamos un silencio sepulcral. Se volcó en el morrillo, para recibir un cate y dejar una estocada caidita, pero hasta las cintas.
Resonó de inmediato el grito consagratorio de ¡Toreo, torero!, el otorgamiento de dos orejas y un sobradito arrastre lento para el toro. Hay que repetirlo pronto.
Señores, no desaprovechen ese impacto. Emilio de Justo se entregó a la altura del compromiso. Me quedo en la memoria con sus lances al primero de su lote y la actitud entregada ante un público exigente, que lo aplaudió a pesar de la mala suerte con sus enemigos inválidos.
Diego Silveti es ya un torero maduro. Sobrio, sereno, consciente, con el valor suficiente para realizar lo que el buen toreo exige. Destaco su quite por navarras en el quinto y la entrega inteligente con sus dos marmolillos.
Ficha Guadalajara, Jal.- Plaza "Nuevo Progreso". Tercer festejo de feria. Un tercio de entrada (unas seis mil personas) en tarde templada, sin viento. Seis toros de Villa Carmela y uno de Guanamé (7o., como regalo), muy bien presentados, de escaso juego en general, de los que destacaron 1o. y 6o., éste último premiado con arrastre lento. Pesos: 505, 535, 495, 500, 520, 530 y 490 kilos. Emilio de Justo (verde y oro): Palmas, silencio y silencio en el de regalo. Diego Silveti (burdeos y oro): Palmas en su lote. Héctor Gutiérrez (grana y oro): Vuelta y dos orejas. Incidencias: Gutiérrez se doctoró con el toro "Don Clemente", número 247, cárdeno oscuro, con 505 kilos. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del banderillero Beto Preciado y el ganadero José Roberto Gómez, fallecidos ambos el lunes 22 de noviembre. Héctor Gutiérrez fue atendido en la ambulancia de un golpe en una pierna, pendiente de revisión en una clínica.