Aunque no pudo redondear a cabalidad esa primera faena, debido a que el toreo fue exigente y complicado, Daniel Luque demostró que atraviesa por un momento envidiable y que está a punto de consagrarse, algo que estaban deseando sus partidarios con miras a que ocurriera hoy en Las Ventas de Madrid.
Pero al margen de que no hubo un triunfo rotundo, colofón no sólo a una temporada brillante, sino a un par de años en candelero, el torero de Gerena volvió a dejar constancia de esa cabeza clara para entender a los toros, y afrontar las adversidades.
Así lo hizo con el nada fácil tercero, un ejemplar alto, feo de hechuras, y sin remate, del hierro de Santiago Domecq, que sabía muy bien lo que dejaba atrás mientras Luque le buscaba las vueltas y trataba de meterlo en vereda. Y así discurrió ese trasteo en le que la voltereta se mascaba, delante de un público mayoritariamente foráneo, que aprovechó el largo puente del Día de la Hispanidad para escaparse a Madrid.
En ese sentido, hoy había otra vez muchos jóvenes y niños en el tendido, algo que le viene muy bien a la Fiesta, y que difiere con ese público muchas veces hostil de la primavera isidril, cuando ya se llevan varias tardes de tedio acumulado. Y esta condición fue favorable a los toreros, y Luque no la desaprovechó para entregarse y convencerse de que le podía plantar cara a ese toro negro que tenía ganas de levantarle los pies del suelo.
Pero a base de colocación, listeza al reponerse, y muleta puesta por delante, para tratar de llevarlo embebido en los vuelos de la tela, Luque consiguió robarle muletazos de mérito en una faena que rubricó de una estocada eficaz que terminó de calentar el ambiente para que le fuera concedida una oreja que paseó orgulloso en la vuelta al ruedo.
El sexto era un “medio toro” cuyas embestidas no proyectaban emoción al a tendido, y eso fue un impedimento para que la actuación de Luque se acercara a una hipotética Puerta Grande que estaban deseando sus seguidores. Antes de instrumentar una faena enjundiosa, hizo lo más torero de la tarde: llevar al toro al caballo al segundo puyazo con unas verónicas de bello trazo que abrochó con una media.
Después le dio pases procurando obligarlo a embestir a ver si terminaba de romper, pero el ejemplare de Santiago Domecq no valía para triunfar y eso diluyó el anhelo de salir a hombros, no obstante de que mató de otra estocada en buen sitio y eso le valió para saludar una ovación cuando se marchaba, con el deber cumplido, hacia la puerta de cuadrillas.
Miguel Ángel Perera estuvo aseado, calculador y templado, muy fiel al estilo que ha prodigado a lo largo de su carrera, y realizó dos faenas igualmente suaves y medidas, siendo la segundo de mejor acabado ya que el de Santiago Domecq, que carecía del trapío que gusta en esta plaza, se movió con cierta nobleza y le permitió al extremeño dar algunas series buenas.
Julián López "El Juli" no lo vio claro con el toro que abrió plaza, y lo pasó de muleta con brevedad, pues el toro llegó rebrincado a la muleta, topaba y acabo siendo incómodo. Como mató de mala manera (dos pinchazos y media estocada muy trasera, además de dos golpes de descabello), escuchó justificadas protestas de un sector del público.
El cuarto, que era un toro en tipo y que tenía ciertas prestaciones de lucimiento, le hizo una faena con algunos buenos pasajes de lucimiento antes de darle muerte de un pinchazo y una estocada defectuosa para escuchar palmas de los más entusiastas.
Cabe mencionar la gran labor de la cuadrilla de Perera en el quinto toro, pues tanto Javier Ambel con el capote, encargado de la lidia, así como de los banderilleros, Curro Javier y Vicente Herrera, ofrecieron un encomiable espectáculo durante el segundo tercio, que constituyó otra de las partes medulares de una tarde concisa, con una duración de dos horas.
Ya sólo queda un festejo más a esta Feria de Otoño, el del próximo martes 12 de octubre, fecha en la que Morante de la Puebla ha generado una magnífica expectación. El torero de La Puebla del Río compartirá créditos con López Simón y Ginés Marín, para dar cuenta de un encierro de Alcurrucén, en otra apuesta de Morante por el encaste Núñez, que también tiene lo suyo.