Manuel Diosleguarde corrió hoy con mejor suerte que sus compañeros de terna, Isaac Fonseca y Manuel Perera, y se llevó al único novillo realmente bueno para triunfar, de un encierro de Fuente Ymbro que quedó a deber si consideramos el importante palmarés de la ganadería de Ricardo Gallardo en Madrid.
Y el salmantino aprovechó la condición de nobleza del cuarto de la tarde para hacer su toreo, en el que la reciedumbre y el valor son dos de sus bazas más importantes, que lo llevaron a realizar una entonada faena que remató de una estocada "a lo Manzanares", tanto por la colocación de la espada ante de entrar a herir, como la rotundidad en le ejecución.
Así que ello le valió el corte de una oreja que vino a compensar, en alguna medida, la negativa del juez de plaza tras la lidia y muerte del novillo que abrió plaza, en la que el torero que lleva el nombre artístico derivado de la curiosa voz con la que se conoce su pueblo, dio muestras de ser uno de los novilleros más importantes del momento.
Con esa sequedad castellana que tiende a esquivar la sonrisa fácil, Diosleguarde se arrancó a dar una aclamada vuelta al ruedo que, seguramente, lo dejó satisfecho tras la férrea demostración de carácter de sus compañeros de terna, de los que el mexicano Isaac Fonseca había puesto alto el listón con una primera faena cargada de fe y entrega.
Porque el de Fuente Ymbro, que fue bravo en varas, llegó a la muleta con genio y acabó sumamente complicado por el pitón izquierdo, lado por donde a Fonseca ya le había avisado que si no estaba presto a reponerse le iba a echar mano.
Ya desde el quite al primero novillo del festejo el torero de Michoacán dejó en claro sus intenciones, y era consciente de que no podía pasar inadvertido en esta novillada de tanta responsabilidad en la que se jugó la cornada con ese segundo ejemplar al que le plantó cara en los medios sin miramiento.
En los compases iniciales de la faena resultó volteado cuando toreaba en redondo de rodillas, y el novillo se ensañó con él, afortunadamente sin consecuencias, y ni siquiera ese tremendo susto rebajó un ápice su afán de triunfo, basado en todo esa incertidumbre acumulada durante la pandemia, ahí cuando no le quedó más remedio que sobreponerse a tanta adversidad.
De las mejores tandas de la tarde fueron las dos de naturales que el moreliano prodigó en los medios del amplio redondel de Las Ventas, por su quietud, el ceñimiento, y la verdad no sólo de los cites, dando siempre el medio pecho por delante, sino el acabo de trazo largo y suave temple, que le confieren a su toreo un sello especial.
A la hora de matar colocó una estocada entera, un tanto desprendida, que provocó la muerte inmediata del novillo, y también un derrame que, quizá, fue el hecho para que la oreja no se pidiera con la fuerza que requería el caso, tras haber demostrado su ambición y haberse venido arriba luego de una segunda voltereta.
La lidia del quinto la afrontó con la misma responsabilidad, y aunque el novillo fue dócil, carecía de transmisión y resultaba muy difícil conectar con el tendido. Por más esfuerzo que hizo Fonseca en torear "de uno en uno", colocándose bien entre los pases, y tratando de dar un buen acabado a sus series, aquello no caló en el tendido, hasta que colocó otra estocada eficaz que dejó en claro su facilidad estoqueadora, un gran punto a su favor.
La rivalidad de Fonseca con Perera, envuelta en un halo de discreción, obligó al extremeño a salir a entregarse en el tercero, otro novillo que no regaló embestidas y también se lo echó a los lomos a las primeras de cambio, propinándole una fuerte paliza de la que tardó un par de minutos en recuperarse para volver a la cara del toro. Y a base de valor y una actitud encomiable, al alumno del maestro Juan José Padilla, buscó el triunfo a toda costa y estuvo cerca de conseguirlo.
Al sexto le hizo otra faena valiente, pero un tanto larga y sin demasiada estructura, evidenciando algunas carencias de colocación que el tendido más duro de la plaza llegó a recriminarle, tal y como sucede en un escenario donde se valora mucho el procedimiento en los cites.
En el momento de decidirse a entrar a matar, señaló dos pinchazos previos a la estocada definitiva, siendo así el único novillo de los seis que no murió de una estocada al primer viaje, un hecho a destacar y que habla bien de los novilleros de esta tarde de septiembre en Madrid.
Al final los tres espadas se marcharon cobijados por el cariño de un público que estaba satisfecho de ver el esfuerzo realizado, y de un abuelo, el de Isaac Fonseca, que recibió el brindis emocionado y cariñoso de aquel niño, ahora un hombre, que de su mano acudía a las plazas de Morelia a ver toros. De esta guisa, valió la pena que ambos vivieran una experiencia para el recuerdo.
Ahora habrá que seguir el paso de Isaac y ver cómo evoluciona su toreo y hacia dónde se encamina una carrera profesional que, por ahora, mantiene a México al tanto de lo que pueda suceder con él en un futuro inmediato.
Ya tocará turno a Alejandro Adame hacer el paseíllo en Madrid el viernes 1 de octubre, y a la espera de que, con sus armas, de momento desconocidas para la afición de Las Ventas, venga a mostrarlas en ese segundo compromiso de un torero mexicano en esta plaza.
Ficha Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Primera novillada de la Feria de Otoño. Casi tres cuartos del 60 por ciento del aforo permitido (unas 8 mil personas), en tarde soleada, de clima templado, con algunas ráfagas de viento. Novillos de
Fuente Ymbro, desiguales en presentación y juego, de los que destacó el 4o. por su nobleza. Pesos: 498, 521, 464, 501, 489 y 523 kilos.
Manuel Diosleguarde: Vuelta y oreja.
Isaac Fonseca: Ovación y ovación.
Manuel Perera: Ovación y silencio tras aviso. Incidencias: Destacó en varas Jesús Manuel Vicente, que picó bien al 2o. Y en la brega,
Javier Perez, que lidió con temple y suavidad al 6o. A la muerte del 3o.,
Manuel Perera ingresó a la enfermería para ser revisado de los diversos golpes contusos sufridos a lo largo de la faena, y más tarde salió a matar al 6o.