De gran interés podría calificarse este primer experimento con los utensilios nuevos para la lidia que se llevó a cabo el día de hoy en la Monumental de Zacatecas, con el que comenzó el ciclo de cuatro eventos a beneficio de Tauromaquia Mexicana, en la que los actuantes vistieron el atuendo charro y actuaron desinteresadamente.
Y de los trebejos que se probaron (divisas, puyas, banderillas y espadas), quizá el mejor sabor de boca lo dejaron las puyas de dimensiones reducidas, que hicieron lucir a los toros, y de paso también a los picadores, cuyas respectivas actuaciones fueron muy valoradas por el público que había en el tendido. Y salvo algunos gritos discrepantes –qué sana es la controversia–, lo verdaderamente valioso es que la gente disfrutó de la suerte de varas en todo su esplendor, pues los seis toros fueron puestos hasta en dos ocasiones al caballo –de largo en los segundos puyazos–, y eso mantuvo el interés de la gente, que hacía mucho tiempo que no vibraba de esa manera en el primer tercio de la lidia.
Esta circunstancia permitió que los toreros pudieran hacer hasta dos quites por toro, intentando buscar la variedad, y prolongando, en buena medida, la emoción que había despertado la pelea de los ejemplares en el tercio de varas que hoy rememoró en este escenario su esencia más campera.
Los picadores más destacados a lo largo del festejo fueron los de la cuadrilla de El Zapata: Eduardo Delgado "El Ruso" y Eduardo Rivera. Pero también Daniel Morales picó con ortodoxia, y lo mismo hizo Héctor Cobos, que sufrió un percance y tuvo los arrestos de volver a montar su caballo para terminar con su valiente labor. El respeto y admiración que despertaron los del castoreño fue uno de los puntos clave de la tarde.
La terna compuesta por El Zapata, Diego Sánchez, y Luis David, se mostró en todo momento muy dispuesta a que las cosas salieran bien, y se agradece el esfuerzo no sólo de estos tres espadas, sino de todos los demás que habrán de participar en los festejos de los próximos días, por ver si estos utensilios contribuyen a mejorar el espectáculo, con vistas a podernos implementar a mediano plazo.
La experiencia y el oficio del Zapata brillaron a lo largo de la lidia de sus dos toros, de muy distinta condición, ya que el primero fue complicado y desarrolló sentido, y el segundo le dejó andar muy a gusto porque tenía calidad y nobleza sus embestidas.
Y si con el primero tuvo que resolver la papeleta echando mano de recursos, colocación, y habilidad, en el otro dio rienda suelta su inspiración y Y desde que se abrió de capa, y también con las banderillas, dejó entrever que está en el ánimo del público zacatecano, que lo jaleó todo cuanto hizo.
De haber estado fino a la hora de matar al cuarto, seguramente hubiese cortado una oreja. Sin embargo, la gente lo llamó a dar una cariñosa vuelta al ruedo, que él disfrutó, luego de una tarde con muchos matices relevantes para la reflexión.
Diego Sánchez enseñoreó su juvenil y carismática entrega, que lució mucho más en una primera faena cargada de aguante y temple, ejecutada a un toro noble y de buena condición, pero que tenía mucho que torear por lo despacio que embestía.
Y a base de colocarse bien entre los muletazos, y no amontonarlos, fue encadenando las series en las que hubo claridad de ideas y suavidad en los procedimientos.
El quinto, un toro bajo y reunido, salió rabioso de los toriles, embistiendo con codicia y revolviéndose en un palmo de terreno, lo que obligó a Diego a bregarlo dándole los adentros, y esa forma de someterlo tuvo lucimiento y fue celebrada por el público.
Aunque en todo momento intentó hacerle bien las cosas, el de Los Encinos no terminó de entregarse y se defendió, lo que motivó una faena breve delante de un ejemplar que acabó soseando, cuando minutos antes había enviado a la enfermería al picador Héctor Cobos, al que derribó de forma aparatosa, y luego hizo por él con celó cuando yacía tendido en la arena, produciéndole una cornada cerrada de la que fue atendido en la enfermería de la plaza.
Luis David hizo una primera faena entonada, en la que brillaron varios redondos de buen trazo, abriendo el compás y jugando la cintura con armonía, con un toro que transmitía poco. Lo bueno vino con el sexto, al que recibió con unos escalofriantes péndulos en los que apostó fuerte y calentó el ambiente.
La faena tuvo raza y eso le llegó a la gente, que le coreó los muletazos al otro hidrocálido del cartel, con los acordes de la "Pelea de Gallos" como telón de fondo. Consiguió una buena estocada al segundo viaje y ello le valió cortar la única oreja concedida a lo largo de una tarde que ha marcado el inicio de una serie de pruebas, cuyo objetivo es encontrar aquellas mejoras que sean favorables al espectáculo.
Habrá que ver los tres festejos restantes para acumular más información al respecto de estos nuevos utensilios para la lidia, y entonces poder determinar cuál sería el rumbo a seguir. Lo importante es que el primer paso ya está dado.