Que un torero logre torear tres corridas en un día es un hito importante. Aparte del azar que conlleva el mantener la integridad corporal para completar los compromisos pactados, se debe sumar la dificultad de trasladarse de un sitio a otro y todo lo que implica lo que hoy se llama la "logística" que conlleva la organización de los festejos.
La Historia del Toreo registra como el primer caso de esta naturaleza, quizás, el que llevó a cabo Rafael Guerra "Guerrita" el 19 de mayo de 1895. Ese día comenzó su periplo a las 7:00 horas de la mañana en la Isla de San Fernando, para lidiar seis toros de la Marquesa Viuda del Saltillo, mano a mano con Pepete. La segunda corrida se verificó a las 11:30 horas del día, en Jerez de la Frontera, alternando con el valenciano Fabrilo, en la lidia de seis toros de José María de la Cámara y terminó a las 17:30 horas en Sevilla, donde su alternante fue Antonio Fuentes, y los toros de la divisa de Joaquín Murube.
A propósito de la última corrida, Carlos Valverde Castilla, en la revista "Arte Fotográfico", escribió lo siguiente:
"No es de extrañar que El Guerra realizara por entonces una hazaña que ni tenía precedente ni ha vuelto a repetirse: torear tres corridas mano a mano el mismo día y en distintos puntos. Por la mañana, en San Fernando; a mediodía, en Jerez, y por la tarde, en Sevilla. Era el 19 de mayo de 1895. (...). Para su hazaña contó, naturalmente, con un tren especial y con tres cuadrillas distintas; los compañeros fueron también distintos. Sólo él fue el mismo, y ni siquiera se cambió de "vestío". Por cierto, que cuando asomó al portón de cuadrillas de la Maestranza, levantado desde el amanecer, con dos corridas despachadas y tras varias horas de tren, le preguntó Antonio Fuentes, que compartía el cartel:
–Rafael, ¿vendrá osté cansao?
–Cansaíllo vengo...
–Pues hoy, que le cojo cansando, le voy a dar p’al pelo.
Saltó Guerrita:
–¡Hoy me vas a...!
Y como si empezara entonces, banderilleó a sus tres toros y los mató superiormente".
Guerrita mató ese día nueve toros y realizó sus traslados en un tren especial destinado al efecto.
La réplica de Arruza, el 1 de abril de 1951
Carlos Arruza y Manolo Dos Santos, ambos apoderados por don Andrés Gago, anunciaron que intentarían replicar la hazaña de Guerrita a poco de cumplirse 56 años de la hazaña de éste último, programada el domingo 1 de abril de 1951. Para el efecto manifestaron que las corridas se realizarían en las ciudades de Morelia, México y Acapulco y que en los tres carteles actuarían mano a mano y que en principio cada uno de ellos mataría nueve toros en la jornada.
Conforme fueron avanzando las fechas, se anunció que la corrida de Morelia sería matinal, a las once de la mañana, lidiándose toros de la ganadería debutante de El Olivar, sangre pura de Zacatepec; que la de la Plaza México se daría a las cuatro de la tarde y los toros serían de la ganadería de Armillita Hermanos, también debutante y la de Acapulco a las nueve de la noche, con toros de Zacatepec.
En Morelia
La corrida en Morelia tuvo el siguiente desarrollo, según el corresponsal de La Lidia de México:
"Con toros de Zacatepec se verificó el primer mano a mano del día, de los diestros Carlos Arruza y Manolo dos Santos. La entrada no fue la que se esperaba. El primer toro, muy bravo, se rompió una pata quedando inutilizado para la lidia. Los demás, cumplieron en términos generales.
Arruza fue de menos a más. Con su primero cumplió, con su segundo estuvo bien y con su tercero, extraordinario, toreándolo maravillosamente en los tres tercios. Al matar de certera estocada se le dieron las dos orejas y el rabo y dio vueltas al ruedo entre ovaciones y música.
Manolo dos Santos instrumentó naturales muy templados a su primero, lo pasaportó de una honda y se ganó una oreja, en su segundo se limitó a cumplir, pues no se acomodó con el estilo del cornúpeta. Con el que cerró plaza estuvo muy artista, habiendo petición de oreja. La autoridad no le entregó el galardón porque pinchó".
Al final Carlos Arruza salvó in extremis el festejo, que, quizás por la hora en la que se celebró, no tuvo la entrada esperada.
En la Plaza México
La corrida llamémosle "estelar" de la terna, fue accidentada casi desde abrirse la puerta de cuadrillas. Paquiro, redactor de la crónica aparecida en el ejemplar de La Lidia de México aparecido el 6 de abril de 1951, relata lo siguiente:
"…no vaya a creerse que la totalidad de la afición aspiraba a que sobre el ruedo no se viese nada que valiera la pena; no, particularmente un grupo escondido en los tendidos de sol se preocupó por hacer fracasar a los diestros alternantes, y los gritos y denuestos que emanaron de tales tipejos cumplieron con su cometido pues crearon una psicosis entre las mayorías y consiguieron que los alternantes, a ratos, desesperaran… No puede pasarse por alto la actuación de la porra de marras. Indudablemente que esos criminales con toda anticipación percibieron un sueldo por sus gritos, y al exclamarlos en la plaza, a la hora de la corrida, no hicieron sino cumplir con una obligación contraída con anterioridad. Quiere decir que hubo premeditación… Esta es la verdad: se pagó por ir a pitar, salieran las cosas bien o mal. Y mucho hicieron los diestros con que no estallara la bronca premeditada…".
Sugiere el cronista de La Lidia de México que hubo la decisión de "reventar" el acontecimiento.
Por su parte Carlos León, cronista del desaparecido diario “Novedades”, con su estilo mordaz, refiere lo siguiente:
"Por otra parte, despacharse tres encierros en el curso de un día, le daba a la profesión taurina un sentido de oficio desempeñado a destajo, en vez de ser una actividad artística, cuyo único móvil debe ser el sentimiento y cuya única fuerza motriz ha de ser la inspiración. Lo de ayer, en cambio, no parecía ser movido por lo imprevisto. En todo se adivinaba el cálculo, la precisión de un horario sabiamente concebido de antemano, pues la exactitud de los aviones tenía tanta importancia para el desarrollo de la gira, donde aquella tribu de lidiadores y testigos trashumantes parecían ser una de esas excursiones de todo pagado de la Wagon Lits Cook, donde el viajero debe supeditarse al plan trazado, sin dejársele nada para su propia iniciativa. Y así salió la cosa: con prisas, con desgano, frente a un lote nada fácil de la ganadería de Chichimeco…".
Ve el puntilloso y atildado don Carlos en la efeméride, mucha planeación y poca entrega, quizás un montaje, pero apunta una cuestión que es de capital importancia, el juego de los toros. Y dice de la corrida:
"Un encierro duro, sin duda, pero con el cual se evidencia que hasta los mandones de la fiesta necesitan del toro de carretilla para realizar los trasteos memorables, aunque esto sea decepcionante reconocerlo… Tampoco como ganadero triunfaría Armillita, pero de todas maneras la tarde fue suya, pues los broncos pupilos pudieron más que los encargados de pasaportarlos. Y tal vez se acordaría de las veces en que él, lidiador todopoderoso, cuajó trasteos memorables a bueyes de carreta…".
Por su parte Paquiro, en La Lidia afirmaría:
"La ganadería Armilla Hermanos –ya queda dicho– debutó con un encierro encastado, con mucho poder, bravura y fuerza. Espectaculares para los montados y difíciles para los de a pie. Todos los toros tuvieron hermosa lámina –¡seis cromos!– y fueron cómodos de defensas. La escrupulosidad de los ganaderos estaba demostrada… Ahora que nadie, ni los criadores, podía prever que los morlacos iban a resultar de prueba, ¡Pruebas para toreros buenos...!"
En fin, que una corrida de lidia difícil, se uniría a la animadversión del público en la plaza.
En Acapulco
De nuevo recurro al corresponsal de La Lidia de México, quien manifestó lo siguiente:
"A las nueve y cuarto de la noche se inició ayer el tercer mano a mano que sostuvieron los colosos Arruza y Dos Santos. Se lidiaron toros de El Olivar, en total ocho, cuatro para cada matador, que dieron un juego incierto.
Arruza se limitó a cumplir con el primero, el tercero y el quinto. Pero con el séptimo se soltó el pelo veroniqueándolo muy bien y ejecutándole una gran faena de muleta. Se le ovacionaron sus derechazos, naturales, lasernistas, arrucinas y demás desplantes de dominio. Metió el estoque hasta la empuñadura y se le entregaron las dos orejas y el rabo de su astado rival.
Manolo dos Santos empezó a tambor batiente desorejando a su primero, al que toreó de muleta con una claridad exquisita. Sus naturales ahí quedaron. Mató pronto y cortó una oreja. Al cuarto lo lidió con voluntad, pero con el sexto volvió a surgir la calidad del lusitano y los pases naturales enloquecieron al público. Cobra buena estocada y cortó otra oreja. Y al octavo le hubiese cortado el apéndice auricular si es que no hubiera pinchado. Volvió a torear estupendamente.
Y así fue como estos dos diestros superaron lo hecho por el legendario Rafael Guerra. ¡Cada uno lidió y pasaportó diez toros en un solo día…! Para la historia".
Así culminaron su hazaña Carlos Arruza y Manolo Dos Santos. Con los toros regalados en Acapulco, terminaron matando diez toros cada uno esa fecha. Para la anécdota queda señalar que el festejo de Acapulco terminó en los primeros minutos del día siguiente al que inició.
También vale mencionar que el encierro anunciado para Morelia terminó lidiándose en Acapulco y el de Zacatepec se lidió en Morelia. Sus desplazamientos los hicieron por vía aérea y no tengo constancia de que hayan usado el mismo vestido en los tres festejos, pues seguramente cambiaron de ropa de torear en cada uno.
En cuanto al resultado númerico de cada actuante, Carlos Arruza cerró la jornada con cuatro orejas y dos rabos, mientras que Manolo Dos Santos cortó solamente tres orejas.
Un dato curioso es también que el programa oficial de la Plaza México señalaba que el acontecimiento conmemoraba los "25 años de la hazaña de Guerrita"… Seguramente al publicista del doctor Gaona le fallaron las cuentas.
A posteriori
Después de esas tres corridas, en México se verificaron algunos otros acontecimientos de esa especie, entre los que se recuerdan estos:
De matadores de toros: El 1 de enero de 1972, Francisco Rivera "Paquirri" toreó tres corridas de toros, que tuvieron lugar en Querétaro, Guadalajara y San Luis Potosí. El 2 de octubre de 1977 Eloy Cavazos superó cualquier expectativa anterior y toreó cuatro corridas en un día, mismas que se realizaron en San Luis de la Paz, Dolores Hidalgo, San Miguel de Allende y Celaya. El 21 de abril de 1984 Miguel Espinosa "Armillita" toreó tres corridas que se llevaron a cabo en San Juan del Río, San Luis Potosí y Zacatecas.
De novilleros: El 31 de octubre de 1965, Efrén Adame, Antonio Canales y el rejoneador Felipe Zambrano torearon tres novilladas que tuvieron lugar en las plazas de Nuevo Laredo, Reynosa y Saltillo. El 21 de julio de 1974, Curro Plaza toreó tres novilladas en los cosos de Silao, Jesús María y León. El 11 de diciembre de 1982, Valente Arellano hizo lo mismo en Apan, Pachuca y Tulpetlac, y el 20 de noviembre de 1997, Julián López "El Juli" fue el último en conquistar una hazaña similar, pues toreó en Toluca, Texcoco y Cuautla. En este caso, dos de los desplazamientos los hizo en un helicóptero.
Por otra parte, cabe mencionar que Joselito Adame, en su etapa como becerrista, toreó tres festejos el 6 de enero de 2002, y se realizaron en Uriangato, Yuriria y Patzcuaro.
Esto quiere decir que, en territorio mexicano, desde 1984, ningún matador de toros ha toreado tres veces en un mismo día, y Miguel Espinosa fue el último en hacerlo, mientras que desde 1997 tampoco lo ha hecho ningún novillero, y el autor de aquella hazaña fue El Juli. ¿Quiénes serán los siguientes en intentarlo?
A manera de conclusión
La fecha del 1 de abril de 1951 por sí sola ya está inscrita en la Historia del Toreo. Como vemos, su resultado artístico no es uno de esos que llamen mucho la atención, pero el mero hecho de lograr torear tres corridas de toros en un día en plazas que en su momento eran todas de primera categoría, tiene un mérito que no admite discusión.