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La tauromaquia integral de Joselito

Viernes, 24 Ene 2020    SMA, Gto.    Juan Antonio de Labra | Enviado           
Cortó siete orejas y un rabo, y demostró su capacidad lidiadora
La encerrona de Joselito Adame en San Miguel de Allende se saldó con el corte de siete orejas y un rabo. Pero, independientemente del resultado numérico de esta corrida, lo importante es la dimensión taurina que proyectó, fundamentada en una admirable solvencia para resolver la papeleta con soltura.

No en vano han transcurrido más de doce años de su alternativa en Arles. La madurez de sus casi 500 corridas toreadas quedó de manifiesto, en esta inolvidable fiesta de la que el público, que casi llenó la plaza, salió feliz al final de esta edición de la quinta Corrida de la Insurgencia.

Salvo el toro de Santa María de Xalpa, que carecía de trapío, y tenía feas hechuras, los demás cumplieron con creces en cuanto a presentación, siendo los más armoniosos los de Barralva, Xajay (el de más bella lámina), Julián Hamdan y De la Mora, y fueron éstos los que permitieron a Joselito lucirse en faenas recias, estructuradas, con diversos matices de intensidad, y muy toreras en su conjunto.

La más redonda y artística se la cuajó a "Un Maestro", el de Xajay, un toro largo, de lomo recto, descolgado y bien proporcionado; de pitones blancos que enseñaban sus palas por delante. Desde su salida, el toro galopó con tranco, metiendo la cara abajo, rebosándose en las embestidas, que tuvieron profundidad y clase. Vamos, se trataba de ese toro excepcional que conserva un perfecto equilibrio de bravura y de calidad.

Y desde el quite por zapopinas se vio que "Un Maestro" iba a ser bueno, así que la faena comenzó con unos estoicos muletazos por alto, sin enmendar un ápice el terreno, a los que siguió, sin interrupción alguna, una magnífica serie de redondos. De ahí en adelante, el trasteo discurrió en los medios, con la zurda. José toreo al natural con desmayo en series de excelente acabado.

Así pasó de una mano a la otra, y luego a los adornos, con el público entregado, y el torero roto en cada embroque, en cada detalle. Y qué final de faena, con esa estocada recibiendo que acabó siendo a un tiempo, con ese tranquillo tan suyo, para tumbarlo sin puntilla y cortarle las dos orejas dignas de cualquier plaza de primera categoría.

La del segundo también fue otra faena con mucha miga, pues el de Barralva fue complicado en el capote, porque se revolvía rebañando con violencia. Pero José le dio tiempo, y el toro fue a más, y sacó toda su transmisión en banderillas para llegar a la muleta empleándose en la tela con entrega.

Así fue como le hizo esa obra recia y poderosa que culminó de una estocada fulminante, que le valió la concesión de las dos primeras orejas de una noche repleta de emociones.

Al quinto, de Julián Hamdan, que tenía hechuras que prometían, lo toreo muy despacio, con mimo, aprovechando la calidad del toro. Y si la faena no alcanzó una cuota de más trascendencia fue porque al ejemplar le faltó un punto de fuerza que hubiera servido para canalizar la calidad que atesoraba. La estocada, arriba, ejecutada con destreza, fue el colofón a un nuevo despliegue de recursos.

A este toro lo picó con habilidad y medida cuando se subió al caballo; luego lo banderilleó con espectacularidad, y acabó matándolo de una estocada impecable, que se tradujo en la concesión de un rabo, digno premio al conjunto de una lidia integral, en la que a Joselito sólo le faltó haber apuntillado.

El hondo sexto, de De la Mora, tenía una expresión muy agradable y el toro fue muy noble. Pero los kilos terminaron pesándole y no se desplazó con la facilidad que José hubiese deseado. A pesar de ello, lo toreó con la suavidad necesaria para tratar de afianzarlo a la arena, y también lo mató por derecho en otra estupenda estocada.

El toro que abrió plaza, perteneciente al hierro de Marrón, fue deslucido, y el jabonero sucio de Santa María de Xalpa resultó incómodo. Con ambos, José no alcanzó a estructurar faenas de relieve. Y a ese cuarto tardó en matarlo. En el momento preciso en que se echaba, sonó el segundo aviso. Quizá con este ejemplar hubiera valido la pena abreviar mediante un toreo de aliño, por la cara, para demostrar a la gente que también sabe torear de esa manera.

La corrida terminó con la salida triunfal a hombros de Joselito Adame, en medio del clamor del público, y los vistosos fuegos artificiales de una corrida cuya producción fue esmerada. Se nota que hay cariño por la Fiesta, mucho trabajo detrás de la organización, y ganas de celebrar, por todo lo alto, una desbordante puesta en escena en la tierra de Ignacio Allende, del que se tiene documentada su gran afición a la tauromaquia.

Ficha
San Miguel de Allende, Gto.-  Quinta Corrida de la lnsurgencia. Benéfica. Casi lleno en noche fría, con intermitentes ráfagas de viento. Seis toros de distintas ganaderías en el siguiente orden: Marrón (deslucido, topaba con la cara alta); Barralva, de encaste Atanasio Fernández (bravo), premiado con arrastre lento; Xajay (bravo y de gran clase, muy completo); Santa María de Xalpa, de encaste Domecq (sin trapío, incómodo); Julián Hamdan (con calidad, un punto flojo) y De la Mora (noble, le pesaron los kilos). Pesos: 502, 480, 528, 478, 516 y 555 kilos. Joselito Adame, en solitario: Silencio, dos orejas, dos orejas, silencio tras dos avisos, dos orejas y rabo, y una oreja. Incidencias: Al finalizar el paseíllo se tocó el himno de México. La corrida fue amenizada por un orquesta sinfónica, y en ciertos pasajes por la cantante Carolina Herrera. El ruedo y los burladeros estuvieron adornados por el artista Alfonso López Monreal. Se entregó un reconocimiento a los ganaderos por haber regalado sus toros.

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