Por estos días, en la populosa Riobamba, capital de la provincia de Chimborazo, en Ecuador, hay fiesta en honor al Señor del Buen Suceso, que como es tradición sale en procesión de los fieles el Martes Santo. Y fue hace 50 años, el 21 de marzo de 1969 cuando para celebrar al Santo Patrono, se instituyó la tradicional Feria taurina que lleva su nombre.
Ese día, además, fue un día grande para el mexicano Guillermo Rondero ya que tuvo el privilegio de entrar a los anales de la fiesta ecuatoriana y lidiar al primer toro de la Feria riobambeña y tomar la alternativa como matador de toros.
"Fue un llenazo, no cabía un alma más en los tendidos de la plaza”, recuerda con singular cariño el matador de toros nacido en Tampico, Tamaulipas, el 20 de marzo de 1942, hace 77 años".
Este domingo 21, al cumplirse su celebración de oro como matador, Rondero acudirá a un homenaje que las autoridades rinden a los toreros de aquella memorable tarde inaugural y con motivo del aniversario de la primera feria del Señor del Buen Suceso.
Guillermo inició en el toro un poco atraído por influencia de sus padres. Su madre era una gran aficionada taurina y su padre, un guía de turistas que cada domingo, por cuestiones de trabajo, llevaba a los grupos de estadounidenses y canadienses a conocer la fiesta de los toros en la Plaza México.
"Yo tendría unos 5 años cuando mi padre me llevaba con él a los toros acompañando a los turistas. Estaba pequeñito y sería falso decir que recuerdo todo cabalmente. Lo que sí me acuerdo es que mi abuela vivía a unas dos cuadras de El Toreo de la Condesa, al que recuerdo sólo por su estructura externa, no de su interior y por las pláticas que contaba mi abuela de haber estado presente como aficionada en esa plaza", señaló.
En materia familiar más reciente, el maestro Guillermo recuerda que muchos años después, sería su hijo Carlos el último en convertirse matador de toros en el otro Toreo (el de Cuatro Caminos), de manos de Eloy Cavazos y José María Manzanares en el primer lustro de los años 90.
A sus 77 años recién cumplidos, el maestro Guillermo posee una memoria nemotécnica y lo mismo trae sus recuerdos de cuando dio sus primeros lances a un "casi novillo" en un festival de estudiantes en San Luis Potosí, o cuando ligó después de eso, cuatro tardes consecutivas en la placita de Ciudad Madero, Tamaulipas, que fueron prácticamente su arranque como novillero.
"Yo solo había toreado como aficionado solo vacas y becerros en las ganaderías, pero ese día en San Luis el novillo salió excepcional y me dieron el rabo. De ahí surgió la idea de que toreara en Ciudad Madero y terminé toreando cuatro festejos, el primero al lado de Paco Alvarado, Narciso Torre, Víctor Pastor. Era 1960 y tenía yo 18 años. No pensaba en dedicarme a esto, pero luego fueron saliendo bien las cosas y me motivé", agregó.
La entrevista transcurre unas cuantas horas antes de viajar a Colombia, donde radica como diplomático desde hace 10 años su hijo Carlos, hoy próspero restaurantero, quien ofrecerá una comida a su padre en honor de su despedida como novillero en Bogotá, un día antes de su alternativa como matador en Ecuador.
"A esta comida homenaje que me hace mi hijo están siendo invitados compañeros novilleros y matadores con los que toree en Colombia, que fueron muchos, entre ellos mi banderillero Enrique Martínez y el matador Juan Gómez, entre otros, así como la Prensa".
En su despedida de novillero el 20 de marzo de 1969, en la Santa María de Bogotá, actuó al lado de la rejoneadora Amina Assis y el entonces novillero Juan Gómez, ante ejemplares de Achury Viejo, de doña Isabelita Reyes para rejones y de José del Carmen Cabrera, para los de a pie.
"Antes, como ya lo mencioné, el domingo 21 acudiré a Riobamba donde se me ofrece un homenaje en la Plaza de toros en ocasión de mi aniversario 50 de alternativa y esa tarde habrá un festejo en el que actuarán el rejoneador Álvaro Mejía y los matadores Víctor Puerto, Rafaelillo, Paco Perlaza y el novillero Ángel Segovia".
Su alternativa fue de manos de la figura de Ecuador, Armando Conde y como testigo Mariano Cruz. El toro de la alternativa se llamó "Riobambeño", de la ganadería Pedregal de Francisco Chiriboga.
"Me sentía soñado, despedirme de novillero un día en un país y tomar la alternativa al día siguiente en otro, decía: ‘si la carrera va a ser así, de lujo’. Luego no fue tanto", reconoce.
Como matador alternó con figuras de la época en plazas de primera categoría por toda la geografía nacional.
"Lo que he logrado en la Fiesta es el reconocimiento de mis compañeros, como Manolo Martínez, Antonio Lomelín, Chucho Solórzano, y otros que me enseñaron a torear como el español Pablo Lozano, la muleta de Castilla, Ricardo Balderas (sobrino de Alberto Balderas), así como Eliseo Gómez "El Charro", el primero que tuvo la paciencia de enseñarme", dijo.
Cuando los hijos crecieron (Guillermo y Carlos), el maestro poco a poco fue dejando la idea de una despedida formal de los ruedos, dedicándose entonces a la enseñanza de sus hijos y de otros toreros más como Ignacio Garibay, así como al apoderamiento de Carlos en su etapa novilleril y de matador.
Hoy, además de sus recuerdos, cosecha el homenaje por sus 50 años de alternativa de parte de su familia en Colombia y de las autoridades, empresarios, toreros y afición en Riobamba, ciudad en la que caló fuerte como novillero y que le abrió las puertas en las filas de los matadores.
"Si volviera a nacer lo volvería intentar: ser torero", finalizó.