Luego de dejar atrás una trayectoria de 25 años como matador de toros el jalisciense Alfredo Ríos "El Conde" tuvo ayer una despedida soñada, luego de salir en hombros como resultado de una gran faena que le valió para cortar dos orejas y sentir la entrega del público que realizó una gran entrada en la plaza Nuevo Progreso.
En un reflejo de lo que fue su trayectoria se convirtió su actuación ante "Auténtico", de Los Encinos, al que le realizó una faena que solo El Conde puede firmarla de auténtica. Si bien no hubo mucho que destacar con la muleta, fue con las banderillas cuando aquello comenzó a subir de tono, y para no dejar fiel a su sello, Alfredo dio cuenta de sus siempre reconocidas facultades físicas que parecen intactas a pesar del paso del tiempo y de las cornadas recibidas.
Ya en el tercer tercio llegó la clímax, que detonó con dos péndulos a medio ruedo y luego se fue dibujando en muletas muy largos con ambas manos. La claridad y largueza de las embestidas de "Auténtico" le permitieron al Conde dar rienda suelta de su toreo, que culminó con desatinas y una estocada para recibir dos orejas, por cierto las únicas de la tarde.
Ya había estado cerca de cortar apéndices con su primero, al cual también banderilleó con lucimiento, pero después de sendas tandas por el pitón derecho dejó una estocada defectuosa.
Quien vivió la otra cara de la moneda fue el hispano Enrique Ponce, quien encarna el papel de villano favorito en Guadalajara. Su primer astado poco le permitió debido a su escasez de fuerza. Lo más rescatable fueron los rítmicos lances a la verónica con los que recibió al toro.
Al salir el segundo astado de la tarde fue fuertemente protestado por un amplio sector del público, sobre todo del tendido cálido. Pero la réplica del de Valencia llegó con un toreo templado y lleno de detalles artísticos, sin faltar sus peculiares poncinas, así como derechazos flexionando una rodilla. La mala ubicación de la estocada le impidió cortar una oreja.
A su vez, Joselito Adame no tuvo ninguna opción ante su primero, que dio la impresión de lastimarse tras un fuerte impacto contra el estribo del picador. Pero salió por todas con su segundo, al cual lo toreó a la más mínima distancia ante un toro que mostraba una gran codicia el embestir. Por desgracia tampoco pudo rubricar la faena con la espada y se fue en blanco.