Desde el barrio: Carta a los "magos" de la CAM
Martes, 05 Ene 2016
Madrid, España
Paco Aguado | Opinión
La columna de este martes
En el mediodía de este día de Reyes, aún hay tiempo de redactar la carta de peticiones taurinas a unos "magos" muy concretos, que no llegan ni son de Oriente, sino los encargados por la Comunidad de Madrid para redactar el pliego de arrendamiento de Las Ventas entre 2017 y 2021: el más determinante de cuantos ha tenido la primera plaza del mundo en los últimos cuarenta años.
Ya que el coso de su propiedad saldrá a concurso a mediados del próximo otoño, corresponde mandarle esta carta de peticiones a la gente del gobierno regional de Madrid y no a la del ayuntamiento de la capital, que estos días, en un giro que califican de "laico", aunque más bien podría ser estúpido, prefiere tener "reinas magas" en las cabalgatas de los barrios, por aquello de fomentar la "igualdad de género".
Y no sólo eso, sino que también han decidido eliminar del tradicional desfile de Reyes los caballos de los pajes y de la policía municipal, las docenas de ocas que se traía todos los años un paisano de Palencia y, en el summum de su bondad, hasta los típicos y pacientes camellos, porque dicen tan franciscanos munícipes que quieren evitar el "maltrato animal" ante el "estrés" que sufren los animalitos…
Y es que en esta España revuelta de política circense la pendejada está llegando a niveles preocupantes, y en especial en Madrid, una sucia y dejada ciudad regentada por esa máquina de soltar chorradas que es la alcaldesa Manuel Carmena. Sí, esa misma "progresista" que ha ejercido de Herodes con los niños de la Escuela Taurina quitándoles la rácana asignación económica, mientras ella y sus secuaces se quedan con los 30 mil euros (unos 550 mil pesos) del Premio Nacional de Tauromaquia que ha concedido al centro el Ministerio de Cultura.
Así que, como los "magos" y las "magas" del ayuntamiento de Madrid sólo nos dejarán carbón a los taurinos –si es que, como se rumorea por ahí, no están preparando también un plan para seguir jodiendo el próximo San Isidro–, habrá que poner nuestra inocente ilusión de este día de Reyes en lo que nos puedan traer en los próximos meses los responsables de un pliego que decidirá no sólo el futuro de Las Ventas sino también el de la propia fiesta de los toros en España.
Y el mayor deseo que se les puede pedir en estos momentos es que la plaza vuelva a ser lo que fue, que recupere no ya su prestigio, que ese no se ha terminado de perder a pesar de tantos errores acumulados, sino su vitalidad, su condición de centro geodésico de la tauromaquia y también de lugar emblemático de la capital.
Por eso, antes que cualquier otra circunstancia, sería bueno que ese pliego de condiciones que se está redactando estos días haga hincapié en la necesidad de volver a colocar a la plaza entre la oferta cultural de Madrid, una ciudad donde, por una dilatada desidia empresarial, hoy por hoy es casi imposible saber si se celebran corridas de toros, salvo, claro, en la feria de San Isidro, que se vende por sí sola.
Vista la deriva de la plaza en los últimos años, es urgente volver a meter al público local y nacional en todos esos festejos del resto de la temporada, y para ello el pliego, hasta en perjuicio del canon económico, debería primar, por no decir exigir, un plan de publicidad, promoción y precios reducidos que cambie la dinámica.
Sólo así se desterrará esa perniciosa pero ya encallada costumbre que, como pasaba en los últimos años de la Monumental de Barcelona, consiste en conformarse con sólo con mil y pico de "guiris" en los tendidos durante los meses de verano. De la misma manera que habría que impedir que las agencias de viajes sean las que condicionen el tórrido horario veraniego de los festejos, para que, por ejemplo, vuelvan las nocturnas de julio y agosto, de siempre con tanto y más lógico tirón popular.
Claro que para eso se necesita también hacer una programación atractiva, elaborar carteles con interés y no, como viene sucediendo, esos grises rellenos de trámite que se cierran a un mes vista con enchufados y recomendados a comisión y que tienen los lamentables resultados que se llevan viendo demasiado a menudo.
Se trata de ofrecer auténticas oportunidades y estímulos a novilleros y matadores relegados pero con verdadera proyección, para lo que, en vez de dejarlo al azar, basta con un par de "ojeadores" de toreros que pulsen la situación del escalafón. Aunque en esto del toro nada es seguro, apuesten doble contra sencillo que con esa política el aficionado volverá a ilusionarse y pasarán más cosas de interés sobre la arena, y Madrid seguirá lanzando nuevos nombres a la fama.
Ese cambio de mentalidad, que debería convertirse en un modelo a seguir en otras plazas, se antoja aún más importante en un momento tan difícil como el que atraviesa actualmente el toreo, con las ferias grandes cerradas a cal y canto por los instalados, con menos oportunidades para los aspirantes en plazas menores y con una nueva reducción de festejos a la vista con los ayuntamientos de la "nueva izquierda" dejando los toros fuera de sus presupuestos de fiestas.
Por eso sería bueno que este nuevo pliego no volviera a valorar tanto la "experiencia" de los concursantes –que, además, va contra la normativa europea– como su grado de apuesta por la imaginación y su capacidad de inversión para sacar a la Monumental madrileña de la dañina rutina que lleva años oxidándola.
Y aunque la patronal taurina lleva ya tiempo tomando posiciones sigilosamente de cara a este concurso –hasta el punto de que puede que esas estrategias venteñas hayan sido la verdadera razón del retraso y la falta de unanimidad acerca de la Fundación del Toro–, sería también de agradecer que el gobierno madrileño pusiera en práctica esa nueva palabra de moda en la política española: la transparencia.
Más que nada para que, por primera vez en tres décadas, la concesión de la plaza no tuviera ese tufo a pucherazo de las anteriores, que más que para empresarios taurinos con méritos parecieron hacerse como premio a patrones de otros sectores más potentes y "colaboradores" con cada gobierno de turno.
Sea como sea, la presidenta Cifuentes y sus asesores deben ser conscientes de que, con la que le está cayendo al toreo, este que están redactando ya no es un pliego de arrendamiento más en la historia de la plaza. Y si es cierto que el Partido Popular, como presume, protege y fomenta el toreo, deben dejar en él las cosas muy bien atadas por lo que pueda pasar políticamente en España en los próximos años. Porque la tauromaquia se juega mucho en el próximo concurso de Las Ventas. Entre otras cosas, que no sea el último.
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