El matador Joselito Adame continúa en la Clínica La Fraternidad, de Madrid, donde se valora la posibilidad de una intervención quirúrgica luego de la fractura de peroné sufrida ayer en Las Ventas, actuación de la que presentamos los comentarios de la prensa española, en los que se pondera su raza y ambición.
El País (Antonio Lorca):
"Volvía el mexicano Adame a la plaza madrileña para reverdecer los laureles del pasado mes de junio, cuando sorprendió gratamente y a punto estuvo de salir por la puerta grande. Volvía con las mismas agallas y dispuesto a recordar a las empresas que es torero a tener en cuenta por su valentía, decisión y buenas maneras. Y en cuanto sonaron clarines y timbales, allá que cruzó el diámetro de las Ventas para hincarse de rodillas en la misma puerta de chiqueros. Así, a escasos metros del túnel negro de los miedos, esperó a su primero, grandote y cornalón, como toda la corrida, al que recibió con una larga cambiada, un par de verónicas y alguna que otra chicuelina. Manso como sus hermanos, llegó el toro al tercio final rebrincado, sin clase ni recorrido; Adame inició su labor por estatuarios, quieta la planta y asentado en la arena. Lo intentó por ambos lados, y aguantó los recortes de su oponente, sin perderle nunca la cara.
"A sabiendas de la dificultad del éxito, insistió el torero una y otra vez hasta que, a final de faena, el toro, cansado del engaño, hizo presa en el cuerpo menudo del mexicano y le propinó una paliza de la que tardará tiempo en recuperarse. Tenía la muleta en la mano derecha cuando el animal lo enganchó por detrás, lanzó el pitón derecho a la espalda del torero, la recorrió de abajo a arriba por debajo de la taleguilla, que la traspasó limpiamente quedando Adame colgado en el aire como un guiñapo. De tal modo lo zarandeó y lo estampó contra la arena, donde lo buscó y pateó con saña. Cuando las cuadrillas consiguieron llevarse al toro, el torero se incorporó con extrema dificultad, con el cuerpo magullado y claramente conmocionado. Pero tomó de nuevo la muleta y consiguió una nueva tanda con la mano izquierda antes de dejar una estocada caída que fue suficiente.
"Cayó el toro y, por un momento, dio la impresión de que el mexicano acabaría también en el suelo. Tal era su semblante de hombre roto y dolorido. Saludó al respetable con una forzada sonrisa y se dirigió a la enfermería.
"Allí, los médicos confirmaron la evidente conmoción, las contusiones de la tremenda paliza y una probable fractura del tobillo izquierdo. O sea, que el mexicano siguió toreando y entró a matar con un insoportable dolor que solo la gallardía de un bravo torero permite superar.
"Total, que Joselito Adame fue trasladado a una clínica para comprobar el alcance de sus lesiones, y en la plaza quedó la impresión de que un valiente se había jugado la vida de verdad con la mirada puesta en el triunfo".
El Mundo (Zabala de la Serna):
"Joselito Adame está vivo de milagro. El enorme segundo de La Ventana del Puerto lo cogió para matarlo. El pitón se vio atravesar la chaquetilla con una violencia tremenda. La sacudida contra el suelo. Las piernas dobladas, la cabeza sonada. Joselito se levantó sonado, ensangrentada la cara, reventado. Pero libre de cornada. La faena había contado ya con momentos de peligro sordo. De meterse por dentro. Adame pasó de una puerta, la de toriles, a portagayola, a la de la enfermería.
"Allí ser apreció una posible fractura de peroné a la altura del tobillo pendiente de estudio radiológico. No volvió a salir. Y se lo llevaron en ambulancia".
ABC (Andrés Amorós):
"La nota triste es el percance, en el segundo, del mexicano Joselito Adame, que sufre contusiones múltiples, quizás fractura del tobillo izquierdo y conmoción cerebral. Después de matar al toro, pasa a la enfermería; de ahí, a la clínica La Fraternidad, donde se confirma fractura de peroné.
"Luce un vestido rioja y oro: probablemente, el trofeo que le ha entregado el Círculo Riojano. El segundo toro, manso como sus hermanos, es el más complicado: se frena, hace hilo, no humilla. Le da distancia, se faja con él, le baja la mano, aguanta coladas, pasa apuros. Finalmente, lo engancha, queda debajo del toro un rato largo, recibe una paliza. Muy disminuido, logra la estocada antes de pasar a la enfermería".
La Razón (Patricia Navarro):
"Ocurre tantas veces el milagro que acabamos casi por verlo con demoledora indiferencia. El segundo toro de ayer dijo muy pronto que lo suyo no iba a ser la claridad en la embestida. Se lo demostró a Adame una y otra vez. Otra y otra más tragó el torero mexicano. Sudaría lo suyo. No nos enterábamos arriba por más que cada arrancada fuera una incógnita que se desvelaba en un segundo para empezar la siguiente. Era una moneda al aire, una caída al vacío y ni tan siquiera estaba asegurado el premio porque no era un toro que recompensara el esfuerzo. Ya al final la mirada del toro dio el paso siguiente y cazó al torero. Y de qué manera. Cogida brutal. Un trapo fue Adame en los astifinos pitones del toro con una fuerza vandálica.
"Le atravesó la chaquetilla por la espalda, lo estampó contra el suelo, un muñeco de trapo, un muñeco de carne y hueso. A cualquiera (o casi) de los que estamos arriba nos dan la mitad y no nos reponemos en mes y medio sólo por el impacto. A Joselito salieron a socorrerle sus compañeros, se levantó y siguió como si nada en décimas de segundo. Apenas se tenía en pie. Ni un chorro de agua por la nuca para reencontrarse. Nadie le dio importancia. Tampoco en el tendido tuvo repercusión y lo que estaba haciendo ese hombre era heroico. Esto no ocurre, ya no en la vida normal, piénsenlo, tampoco en los deportistas de élite. Este espectáculo, anclado en el pasado, bla bla bla, mantiene vivos unos valores fuera de época y desde luego mantenerse en el ruedo a pesar de tener el cuerpo roto lo es.
"El mexicano siguió, deambulando y desnortado por el ruedo, ese ruedo de Madrid, el anhelado, el maldito, maltrecho el cuerpo y torero el corazón hasta que cogió la espada. Quién sabe lo que tendrán dentro para irse detrás del acero, frente a frente de los pitones, ese encontronazo fatal y a ciegas, que resolvió con una estocada al primer envite. No hay mente cabal que le cuadren los números. Y saludó su ovación y por su propio pie se fue a la enfermería. Para sorpresa de muchos no volvió. No pudo. Imposible. Joselito Adame llegó a las sabias manos de don Máximo con conmoción cerebral y un tobillo, entre otras cosas, afectado. De otro planeta".