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Maestría, arte y valor, en el aniversario (video)

Martes, 05 Feb 2013    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Foto: Sergio Hidalgo           
El Payo malogró la faena más vibrante de la noche
La maestría de Zotoluco, el arte de Morante y el valor de El Payo, fueron los mejores argumentos de una corrida de altibajos, en la que los fallos a espadas impidieron el triunfo de una terna esforzada que buscó agradar al público que hizo una aceptable entrada, no obstante que era un día normal de trabajo.

El Payo cuajó, ante el sexto de la noche, la faena más vibrante de la corrida. Y es que el queretano continúa mostrando que no solamente recobra aquel nivel que tanto ilusionó al principio de su carrera, sino que va escalando peldaños y se nota cada vez más maduro. El ejemplar de Barralva, que fue ciertamente manejable y metía bien la cabeza, comenzó a quedarse de mitad de faena en adelante y fue entonces cuando Octavio tiró de raza para sacarle el mayor jugo posible.

Y si al inicio del trasteo dejó derechazos de buena factura, la faena tomó vuelo al torear en naturales largos y templados, de aquí hasta allá. Valiente y acortando las distancias, este joven torero aguantó cuando el ejemplar empezó a frenarse, momentos que emocionaron a los tendidos y que conjugó con otros tantos en los que destellos artísticos rubricaban las series de muletazos.

Firme se quedó al torear con la mano izquierda y con la diestra mantuvo la intensidad. Sin arredrarse con algunas miraditas del ejemplar y arriesgando, como en una capetillina, El Payo hizo rugir a un tendido ávido de triunfo, afición que se le entregó mientras la faena subía en intensidad.

Valor demostró el diestro de Querétaro, pero también que sabe torear con mando y temple, como ya lo había dejado en claro durante la segunda corrida de la presente Temporada Grande, día en el que brindó una de las mejores faenas del serial y que le valió para ganarse un lugar en esta corrida de aniversario.

Así, con el ambiente a flor de piel, El Payo se dejó nuevamente el triunfo grande en la punta de su espada, tal y como sucedió aquella tarde que apuntábamos. Pese a acertar hasta el tercer intento, un sector del público le pedía la oreja y al final la ovación fue prácticamente unánime cuando recorrió el ruedo en una cariñosa vuelta al ruedo.

Y si Octavio puso el valor, la maestría corrió a cargo de Eulalio, pues Zotoluco estructuró una entonada labor ante el astado que abrió plaza, un toro de San Isidro que tuvo nobleza y calidad, virtudes que le valieron para ser premiado con arrastre lento. Lalo lo entendió de maravilla y así, sin forzarlo demasiado, eslabonó un trasteo que inició toreando al natural, ya que advirtió las buenas condiciones que el astado tenía por este pitón.

Luego fue por derecha, perfil que también explotó a cabalidad en muletazos en los que pulseó de maravilla las embestidas, llevando toreado al de San Isidro. Bonito el pase del desdén y un cambio de mano por delante, adornos con los que remataba las series y que tenían impacto en el tendido, aunque algunos aficionados, de forma exagerada, exigían demasiado a Zotoluco y le intercalaban algunos silbidos que fueron, en realidad, injustificados.

Faena importante la del maestro Lalo, misma que coronó toreando en redondo, no sin antes volver a disfrutar al natural. De haber sido efectiva la estocada conseguida, por lo menos hubiera paseado una oreja, pero todo quedó en una salida al tercio.

El arte… el arte se llama Morante, o mejor dicho, "Morarte", pues aunque el torero de la Puebla del Río tampoco tocó pelo, dejó detalles impregnados con el aroma del duende que atesora. Las verónicas que regaló ante el quinto, de Barralva, son de esos momentos que "pagan el boleto", como se dice coloquialmente. Cargando la suerte y encajando la barbilla en el pecho al jugar con suavidad los brazos, puso al público en pie, rematando con dos medias verónicas que fueron auténticas reminiscencias de añeja tauromaquia.

Si bien es cierto que la faena de muleta careció de continuidad, pues por momentos el toro punteaba, lo que no le permitía confiarse del todo, Morante dibujó derechazos cargados de empaque, instantes en los que, sentado en los riñones, dejó aflorar el sentimiento. El pitón izquierdo no era el mejor del ejemplar, un toro que tuvo movilidad y transmisión, pero el sevillano hizo el esfuerzo y quedarán para el recuerdo dos naturales de pintura.

Una faena que bien hubiera valido la concesión de una oreja con mucha fuerza, pero que Morante perdió al fallar repetidamente con la espada. Sin embargo, y en toreros como él, las orejas son lo de menos; lo de más es ver torear como, por momentos, vimos hoy, ya que eso es lo que permanece en la retina de los aficionados.

El primero de su lote, de San Isidro, se mostró un tanto incierto en los primeros tercios. El de La Puebla intentó sacarle partido, pero el ejemplar acudía sin ritmo a su muleta y terminaba deslucido en sus embestidas, por lo que poco sucedió durante la lidia de este ejemplar, que hizo segundo de la tarde.

El segundo de Zotoluco fue de Barralva, un toro que, conforme se desarrolló la lidia, fue tornándose violento y llegó al tercer tercio con un punto de genio. Debido a esto, el toro transmitía a los tendidos, pero no era nada fácil. Eulalio se dobló poderosamente con él en los albores de la faena, procedimiento inteligente que le redituó, pues logró un trasteo interesante y en el que pudo correr la mano en algunas series que calaron, aunque el toro jamás se entregó por completo. Al fallar con el acero, se fue al traste la posible petición de oreja.

Para El Payo fue el tercero de la noche, un burel de San Isidro que parecía estar reparado de la vista, ya que hacía extraños al acercarse a los engaños. Con tesón y voluntad, Octavio plantó cara para intentar sacarle una faena, pero el público le pedía que abreviara al no ver posible solución al crucigrama que tenía enfrente. En medio de estas circunstancias, consiguió algunos momentos de lucimiento, mismos que le fueron reconocidos con los aplausos.

De esta manera, y con tres historias que se conjuntan, la corrida por el 67 aniversario de la Plaza México dejó elementos que hicieron especial esta noche. Maestría, arte y valor… buen regalo de cumpleaños para nuestro amado coso capitalino.

Ficha
México, D.F. Plaza México. Aniversario 67. Decimoséptima corrida de la Temporada Grande. Dos tercios de entrada en (unas 28 mil personas) en noche fresca. Tres toros San Isidro (1o., 2o. y 3o.), desiguales en juego, de los que destacó el 1o. por su gran calidad y fue premiado con arrastre lento; los otros dos fueron descastados y un tanto flojos. Y tres de Barralva (4o., 5o. y 6o.), de variado comportamiento, con genio el 4o. mientras que 5o. y 6o. fueron manejables. Pesos: 512, 500, 519, 509, 485 y 510 kilos. Eulalio López "Zotoluco" (verde botella y oro): Ovación y silencio. Morante de la Puebla (corinto y oro): Silencio y ovación tras aviso. Octavio García "El Payo" (blanco y oro): Silencio y vuelta tras leve petición. Incidencias: Destacó en varas Ignacio Meléndez, que picó bien al 4o. Los banderilleros Christian Sánchez y Juan Saldaña saludaron tras parear al 4o. El banderillero Luis Alcántar, de la cuadrilla de El Payo, fue alcanzado al salir de un par de banderillas y sufrió un fuerte varetazo. Al inicio del festejo, la "Porra Libre" otorgó un reconocimiento a Chistian Sánchez y, acto seguido, todas las porras de La México dieron una vuelta al ruedo mostrando pancartas de apoyo a la Fiesta.

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