Una lamentable voltereta del primer matador en turno, Oscar López Rivera, cuando apenas daba el cuarto lance a su enemigo en el centro del ruedo, y que lo mandó a la enfermería conmocionado, dejó la corrida en un mano a mano entre Juan Antonio Adame y el leonés Ismael Rodriguez, que aprovechó lo más potable del encierro y se alzó con el triunfo tras cortar dos orejas, en la plaza de Cadereyta.
 
En principio debemos consignar que López Rivera tuvo que ser internado en un Sanatorio de Monterrey donde se le diagnosticó una fractura en el hueso malar (pómulo) izquierdo luego de caer semi noqueado, una vez que el astado de La Playa lo cogió por la pierna y ya en la arena, lo levantó a una considerable altura de la que calló aparatosamente.
 
Quedó internado en la habitación 535 del Hospital San José, donde además se le precaticarían otros estudios para rechazar un probable edema cerebral y lesiones en las vertebras cervicales.
 
En la parte taurina, Adame, segundo en el cartel, se enfrentó no solo al abreplaza sino al viento que le hizo flamear su muleta en repertidas ocasiones, cumpliendo en ese su primer turno.
 
Al primero de su lote normal lo recibió alegre de capa y con los garapullos se hizo ovacionar. Sin embargo los 532 kilos que cargó el morito de La Playa le pesaron y pronto se quedó agarrado al piso sin muchas posibilidades de triunfo. A este lo mató al primer viaje y pudo cortarle así su única oreja de la tarde.
 
Su labor al tercero que lidió, quinto de la lidia, fue del mismo tenor. Vistoso con la capichuela y facil con las banderillas.  Poco pudo hacerle a su enemigo, que no le daba mucha confianza en los muletazos, quedandose muy corto en las embestidas. A este lo pasaportó al tercer viaje y solo escuchó aplausos.
 
El triunfador resultó ser otra vez Ismael Rodriguez, ya que en la pasada Feria de la Espiga, cuando se presentó por primera vez en esta plaza se había llevado el trofeo en disputa, al superar entonces a Gastón Santos y al Enrique Espinoza.
 
Ahora fue Adame el que corrió con mala suerte en el sorteo y Rodríguez el que aprovechó la oportunidad.
 
Al primero le cuajó una faena entregada, valiente y con mucho gusto que jaleó los olés del respetable, sobre todo cuando hilvanó series por derecho. Falló con la toledana y perdió la oreja.
 
Luego lidió al cuarto, en el que estuvo muy bullidor con el percal y aseado con la franela, hasta lograr una faena de calidad con la mano diestra y que pese a que mató al segundo viaje, le valió para cortar la oreja.
 
La del cierraplaza inició vibrante, con cuatro largas cambiadas en el tercio, limpias y que conectaron rápido con el público. El bravo era bueno por el pitón derecho y así lo entendió Ismael quien le sacó partido en varias tandas, antes de mandarlo al desolladero de sensacional estocada, para sumar la segunda oreja de la tarde y la consabida salida a hombros.