La sencillez del funeral de Pablo Labastida estuvo acorde con su forma de ser, y después de ser velado durante unas cuantas horas en una agencia funeraria de San Luis Potosí, sus cenizas fueron depositadas en una urna familiar en la Parroquia de la Sagrada Familia, donde ya descansa en paz.

Alrededor de las 13:00 horas, sus cenizas llegaron al velatorio donde ya esperaba un gran número de familiares, amigos y gente del toro, entre los que se encontraban ganaderos, empresarios, subalternos, apoderados, periodistas y aficionados, que se acercaron desde distintos puntos del país para darle el último adiós.

Entres los presentes se pudo ver a Pepe y Marco Garfias, Pepe Marrón, Alejandro Silveti, Alonso Cuevas, Alejandro Amaya, Ignacio Garibay, Óscar San Román, Fernando Labastida, doña Laura de Villasante, Joaquín Guerra, Álvaro Borbolla, Fran Gutiérrez, Pepe Briones, Carlos Rodríguez, Javier Borrego, Ignacio Meléndez, Paco Olvera, Beto Preciado, Polo Meléndez, entre muchos otros personajes del medio taurino que estuvieron comentando anécdotas y vivencias al lado de Pablo.

A lo largo de varias horas, y con profundo pesar, Paulina, su esposa, y su hijo mayor, Pablo, recibieron las condolencias de los asistentes. Asimismo, sus hermanos y demás familiares no pudieron ocultar la tristeza de esta pérdida tan sentida, en una emotiva reunión que se prolongó con la misa que comenzó a las 17:00 horas, y donde se ponderó la figura de Pablo como ser humano.

Desde estas líneas reiteramos nuestro más sentido pésame a su familia, deseando que este lamentable suceso sirva para que permanezcan unidos, recordando a Pablo como lo que fue: un hombre de bien que nos deja su desmedida pasión por el campo... y por el toro bravo.