La expresión barroca de Borja Jiménez
Cayó de pie en la Plaza México donde hoy confirmó su alternativa
Borja Jiménez cayó de pie hoy en la Plaza México, donde demostró que sus triunfos de la temporada europea, no son obra de la casualidad, sin duda, sentimiento Torero que se fundamenta en el arrebato y la improvisación, sin dejar de lado esos chispazos de buen toreo que aderezan cada uno de sus trasteos, con el mejor lote del encierro debutante de San Constantino.
Las dos faenas que hizo hoy en la Plaza México fueron distintas, pero igualmente artísticas, dotadas de un arrebato que raya en el barroquismo.
La del primer toro de la tarde, el de la ceremonia, que fue el más bravo y completo de la interesante corrida de San Constantino, cautivó al público desde que se abrió de capote, pues toreo con cadencia la verónica y más tarde cuajó un quite muy ceñido por chicuelinas.
Con la misma intensidad, siguió un trasteo estructurado, en los medios, ante un toro que no regalaba una embestida y al que había que hacerle todo muy bien. y así los redondos como los naturales o los pases de pecho y los adornos, tuvieron esa gracia del torero que sale a entregarse y a fluir, con esa libertad que otorga el saberse dueño de las circunstancias, como así ocurrió en las luquesinas ligadas en un palmo de terreno que encantaron al público.
Cuatro pinchazos echaron por tierra la posibilidad de cortar una oreja de importancia. Pero a partir de ese momento el público se compenetró con el sevillano, y los aficionados lo estuvieron esperando en el quinto, un toro que tuvo movilidad y buen estilo, pero que fue muy mal banderilleado, en un auténtico herradero.
Una vez concluido el calamitoso tercio de banderillas, Borja le hizo una faena diferente a la anterior, pues lo recibió con un péndulo en los medios en el inicio, para dar pasó a unos muletazos en redondo que tuvieron abandono y naturalidad, además de la emoción que provoca el toreo cuando las cosas se hacen con absoluto desenfado.
A este toro no lo pinchó, pero la media estocada que le dejó arriba no fue suficiente y luego falló varias veces con el descabello, lo que le impidió cortar, por lo menos, una oreja que le hubiera otorgado un cariz distinto al resultado final de su brillante actuación.
Pero al margen de eso, lo más importantes es que dejó huella. Ojalá que la empresa no tarde mucho en programarlo nuevamente, pues la afición mexicana está ávida de esas caras de toreros extranjeros nuevos, como el propio Borja o Juan Ortega, que vendrá a confirmar su doctorado el próximo domingo.
Sergio Flores salió decidido a triunfar y lo hizo con el corazón en la mano. Sin embargo, en algunos pasajes de sus dos faenas se vio arrebatado en exceso, y eso impidió una mayor finura en el acabado de sus muletazos. A pesar de ello, la gente le respondió desde que enfrentó al segundo toro de la corrida, otro de los ejemplares de mayor trapío de la tarde.
Esa faena gozó de una estructura más sólida y su concisión le aportó emoción, que fue de menos a más, hasta culminar con unas ajustadas bernadinas que calaron en el público. Media estocada en el sitio, seguida de un certero golpe de descabello le granjearon el reconocimiento de un público que, en el quinto, volvió a corear su determinación en una faena en la que hubo varios enganchones que restaron calidad a las series.
No obstante, el aguerrido tlaxcalteca siempre expuso, en este caso con un toro que tenía transmisión pero carecía de ritmo, al que mató de una estocada muy similar a la anterior, para cortar una oreja entre protestas que a él poco le importaron cuando cogió la oreja y con ella se santiguó dos veces de manera por demás ceremoniosa.
Miguel Aguilar regresaba a La México tras hacer recibido la alternativa en este escenario, cuando cortó dos orejas a un toro de Begoña, aquel 5 de febrero de 2022, y tras una corrida posterior que tuvo lugar el 1 de mayo del mismo año. Con su primer toro apenas y pudo mostrarse, pues tuvo un comportamiento deslucido.
La buena actitud del hidrocálido no se vio recompensada en el sexto, un toro de encaste San Mateo-Llaguno cuyo trapío, por razones obvias, difería del resto de sus hermanos, toros de encaste Domecq que tenían más cuajo en su morfología. Este hecho vino a emborronar la imagen que se había visto hasta entonces, y el público no valoró el esfuerzo de Aguilar, sino hasta bien entrada la faena, luego de constatar que el de San Constantino se movía y tenía nobleza en la embestida.
Pero ya para entonces, el esfuerzo hecho por Miguel no había trascendido como él hubiera deseado. A este toro lo mató de una estocada entera, de buena ejecución, pero un tanto trasera y desprendida, y ese gesto se lo agradecieron.
Después de esta grata presentación de Borja Jiménez como matador de toros en la Plaza México, vamos a ver qué dice Juan Ortega, un artista con un sentimiento perfecto para encajar de lleno en el ánimo del sensible público capitalino.
Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Menos de un cuarto de entrada (unas 8 mil 500 personas), en tarde soleada y fresca, con ligeras ráfagas de viento. Toros de San Constantino, bien presentados en general, con excepción del 6o., de menor trapío del resto, que fue protestado. Parejos en hechuras, de juego variado, de los que sobresalieron el 1o. por su bravura, premiado con arrastre lento., y el 5o., que tuvo movilidad y transmisión. Pesos: 518, 532, 533, 524, 531 y 483 kilos. Sergio Flores (violeta y azabache): Palmas y oreja con protestas. Borja Jiménez (blanco y oro), que confirmó la alternativa: Ovación tras aviso y vuelta tras aviso. Miguel Aguilar (grana y oro): Silencio tras aviso y palmas tras aviso. Incidencias: Destacó en banderillas Cristhian Sánchez, que clavó buenos pares al 1o. y fue ovacionado. Héctor García banderilleó con facilidad, estuvo bien colocado y le hizo un magnífico quite a Gerardo Angelino. Borja Jiménez confirmó con el toro "Triunfador", número 681, negro, con 518 kilos. Antes de romper filas en el paseíllo, se solicitó un aplauso a la memoria del banderillero Eduardo Kingston, fallecido, en días recientes.