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La tauromaquia en la posmodernidad (IV)

Viernes, 11 Sep 2020    CDMX    Mary Carmen Chávez Rivadeneyra | Infograma: LM   
"...describe a la comunidad como un término que ofrece una..."
Con esta cuarta y última colaboración de la socióloga Mary Carmen Chávez Rivadeneyra, concluye el texto acerca de las raíces históricas y culturales de la tauromaquia, bajo el fundamento de la teoría de Zygmunt Baunman, máximo referente de la posmodernidad

III.- Los Toreros en el laberinto de la posmodernidad. 

Los matadores de toros inmersos en míticos laberintos, callejones y túneles oscuros como el patio de cuadrillas, siempre encuentran salida y se plantan para edificar su obra en todo tipo de arenas, aunque parezcan movedizas, han pasado a un sitio de resilicencia, esa capacidad invencible de hacer frente a las adversidades y transformar el dolor a la fuerza para salir adelante.

En efecto, enfrentan tremendas adversidades, no solo en el ruedo, también ahora, más que nunca, están juzgados en lo agudo del rechazo social; si bien en la plaza de toros los acoge el aficionado, es momento de hacerlo y reconocer su labor al exterior de los cosos.

Zygmunt Bauman, en una de sus obras titulada "Comunidad", en busca de seguridad en un mundo hostil", describe a la comunidad como un término que ofrece una sensación de bienestar, es un concepto que trata de rescatar para describir a las personas que bajo una misma condición trabajan por un fin común en medio de los factores que se contraponen al exterior, la comunidad posee grandes valores al trabajar juntos.

He retomado en este caso el concepto porque está tratando de rescatarse y ponerse en práctica, a menudo escuchamos "hagamos comunidad". La palabra afición es una noción clave que habla de un colectivo, en ello hay sistemas y organizaciones, como las peñas, los portales de internet; pero también el esfuerzo y el compromiso de las organizaciones que están trabajando en este rubro tan importante para promover la cultura, la formación de las escuelas taurinas, los nuevos paseos ecoturísticos al campo bravo, la presencia de los niños en los toros en lo que siempre he hecho hincapié. Hacer comunidad, es símbolo de unión y crecimiento ante las adversidades por las que atraviesa la fiesta, es unir esfuerzos y dar impulso a la integridad del espectáculo, es también hacer proselitismo, en sí refiere en gran medida a lo que nos da identidad:

"Identidad, la palabra y el juego de moda debe la atención que atrae y las pasiones que despierta a que es "sucedáneo de la comunidad", de ese supuesto hogar natural o de ese círculo que se mantiene cálido por fríos que sean los vientos del exterior".

Bauman deja la inquietud en su libro, ante el desafío posmoderno; todos son sistemas, hay que gestionar. Llevado a nuestros espacios de trabajo, el compromiso es rescatar el valioso eje lograr "hacer comunidad", "hacer Fiesta", no necesariamente somos las empresas taurinas, pero somos parte de las esferas sociales de la tauromaquia, la que está ávida de enriquecerse aún más del trabajo multidisciplinario, que desempeñamos al exterior de la plaza y la hace también subsistir, es como una plataforma en un marco de globalización, en el que entra una economía, una inevitable política, quizá la más compleja, una amplia cultura, ecosistemas, medios de comunicación, en fin, un vasto eje de trabajo que logra estructurar una tauromaquia posmoderna. 

Hacer comunidad, no puede ser un subtema, ni una amarga utopía, el toreo nos da identidad, pertenencia, fuentes de trabajo, creación artística, modo y actitud de vida. Es importante continuar y extender el concepto en defensa de la fiesta, y apoyo a nuestros toreros, estamos esparcidos en el tendido de la modernidad líquida, la era de la incertidumbre de Bauman, estamos consciente o inconscientemente vinculados a una tauromaquia que ha traído la propia femoral partida, que llega y nos lleva a caer en el nihilismo, pero la terquedad es grande, y aunque el individualismo hedonista exista, hay que hacer comunidad.

No podía dejar de mencionar la "Ética posmoderna", un concepto tan delicado como un par de pitones astifinos, estamos en una época en que todo es un debate, es más, a veces un ataque, los inconformes con las corridas de toros, cuestionan que muchas tradiciones no están bien, solamente porque existen; mientras los vinculados en esta temática, debemos de analizar esas partes que incomodan, con el calado mismo que lleva el ritual de torear.

La palabra ética, es un compromiso que requiere detenimiento, lo que es permisible y lo inaceptable, el término camina enfundado en una apretada taleguilla; la sola palabra lleva implícita la integridad, cual pitón intacto.  
La largueza de un muletazo y la suerte suprema, también liga a otras inquietudes; toda la historia se ha hablado de lo que es correcto e incorrecto, finalmente concierne a los actos culturales. En la fiesta de los toros, existen aspectos emocionales, que se vinculan a la creación del arte, eso es innegable, mientras a otros les causa molestia los tercios de la lidia y claman su exterminio.  
Prohibir lleva un acto de moral implícita, y de velo dictatorial a muchos los posee un ateísmo taurómaco, incapaz de comprender, pero sí de imponer censura.  
Cito a Bauman:

"Las tradiciones", algunas sobreviven contra todo lo esperado y otras que han resucitado o se han inventado, se disputan la lealtad de los individuos y reclaman autoridad para guiar la conducta individual, aun sin esperanza de establecer una jerarquía, comúnmente acordada de normas y valores, que salvaría a sus destinatarios de la molesta tarea de hacer sus propias elecciones.

La cita hilvana la idea, en tanto que la tauromaquia es parte de una usanza, de un patrimonio compartido, quizá requiera en algunos aspectos rediseñar su propio terno por uno recién salido "de la guja", que lleve bordado el compromiso de su propio manejo interno. Bauman menciona que en la cultura posmoderna se ha perdido "el amor por la verdad", no hay nada que muestre la verdad como una corrida de toros, cuando lleva honorabilidad en todas sus partes, más cuando la muerte misma se esconde debajo de las troneras.

El malestar que atañe a un sector de no aficionados es la antítesis de lo líquido la aridez, la sequía, la no valorización de los aciertos del toreo, porque se cree inadecuada a los valores y la ética de la supuesta “evolución humana”, que resulta la más cuestionable.

Cabe destacar que, en medio de la ética posmoderna, y ante la fragilidad de los vínculos, sigue existiendo el del toro y el torero, generando "tauro-filias" y "tauro- fobias", volcadas ambas, en una dialéctica en la que es necesario evitar se caiga en las relaciones actuales, las que se ahogan en el "Amor Líquido".

Quizá cada uno comenzamos a amar el toreo, en un descuido inesperado en una dosantina, un pase natural o un soberbio trincherazo, porque nos dio el placer y la paz espiritual que transmite una faena consagrada, la que nos suspende por instantes del mundo y juntos firmamos el pacto solidario de seguir sosteniendo un arte ancestral que, en la posmodernidad líquida, parte plaza de cara al futuro, vestida de esperanza y oro.


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