Banners
Banners
Banners

Dicen en los mentideros taurinos...

Sábado, 23 Feb 2013    México, D.F.    Manola Cobas | Especial   
Rumores, chismes y un poco de humor con tono taurino
Advertencia: Esta es una sección donde encontrarán distintos rumores, chismes y alguna que otra broma, con la finalidad de comentar lo que se dice en los llamados "mentideros taurinos", donde se suele "largar" sabrosamente. Así que nadie se me vaya a sentir ofendido.

Un tío con toda la barba

Y ojo que con esto de un "tío con toda la barba" no me refiero a un toro cinqueño, con 30 arrobas (no de Internet, chavales, sino de a 11 kilos por cada una, que era el peso antiguo para las canales), sino de un rejoneador portugués muy desahogado que el otro día, en la inauguración de la Monumental de Morelos, salió a torear con barba. Nunca he dudado que Pedro Louceiro II, el hijo de don Pedro, y papá de Pedrito, está un poquillo "deschavetadón", dicho con gracia, pero sinceramente no tanto como para atreverse a salir a torear sin haber pasado antes con El Tableao. Porque aunque ningún reglamento prevé el uso o no de pelos en la cara (barba, bigote, perilla o piochita), lo cierto es que la tradición pesa más que cualquier ley, y en este caso dio la impresión de ser una falta de respeto a la profesión y a los compañeros del cartel. ¡Pero allá cada quién con su conciencia!, como decía el cura mi pueblo.

"Se vale ser cochino…"

A través de las redes sociales me enteré de un chisme buenísimo. ¡Lo que hubiera dado por verlo con mis propios ojos! Resulta que iba Alejandro Talavante en su triunfal salida a hombros rumbo al hotel, "orquetado" en el musculoso trapecio de El Greñas que, en un alarde desmadroso, comenzó a trotar para demostrar sus facultades físicas, inclusive con medio espadazo adentro –cosa que ya no es nada infrecuente, y mucho menos en corridas de ocho toros– y no lo van a creer, pero se afirma que el chilanguísimo costalero tropezó y "El Tala", como le dicen sus brothers, se reventó la boca en el asfalto capitalino. Después de la risotada y algarabía de la raza que iba haciendo bolita, todos ya "a medios chiles", los dos personajes en cuestión se levantaron muertos de risa y continuaron su triunfal marcha a hombros. Quizá por eso bien dice un querido amigo que "se vale ser cochino, pero no tan trompudo".

¿Berrinchito zapatista?

Ayer leí con asombro el enrevesado boletín de prensa que envió el padre del torero. Me refiero al señor don Fernando Moreno, papá de El Zapata, donde no termina de explicar el verdadero motivo que orilló a su hijo a tomar la decisión de quitarse de la Feria de Texcoco. Dicen en los mentideros taurinos tlaxcaltecas, que todo atiende a una disputa con uno de los toreros del cartel. Si eso es verdad, creo que Uriel es un hombre que tiene el valor y la raza suficiente para aplacar a su “oponente” dentro del redondel y no encapricharse, así nomás, porque nadie le avisó que ese irreverente alternante hará el paseíllo a su lado, aunque no le guste. No hay que olvidar nunca aquella famosa anécdota de Joselito El Gallo, que cuando se enteraba de que alguien largaba a sus espaldas (desde luego, aquí no fue el caso, sino en su propia cara, según me cuentan), le decía al empresario de Madrid que lo pusiera mano a mano con el criticón para taparle la boca delante del toro. Pero claro, a veces soy tan romántica que me figuro que así debería de seguir siendo hoy en día. Se vale soñar, ¿o no?

Aclaración de un "colega-juez"

Me llega información valiosa de Joaquín Chávez, a quien no tengo el gusto, para hacerme saber que desde hace unos tres años anda en esos menesteres de juez de plaza en distintos escenarios taurinos, recorriendo la legua como cualquier maletilla que quiere hacerse "toreando", y muy al margen de que también se desempeña como comentarista en un medio de comunicación de la bella Aguscalientes. Y me aclara que en La Chona no "pegó un petardo gordo" al encaramarse en el biombo para presidir el festejo, como afirmé en esta misma sección hace un par de semanas, donde trató de ser ecuánime a la hora de conceder los trofeos. De hecho, me remite unas fotos que revelan algunos aspectos del festejo y, la verdad, le doy cierta razón. ¡Lo que hay que ver Díos mío! Tan sólo con decirles, y esto sí es un chisme "encajoso", que uno de los diestros dio la vuelta al ruedo ¡con un brassiere en la cabeza! Así que ya está claro: derecho de réplica al C. Juez, y todos mis respetos, que aquí no ha pasao ná.

¿Un juez padillista?

Ahora que anduve de gira por Jalisco me contaron una cosa muy graciosa, que por aquellos lares hay un juez de plaza sumamente padillista. Sí, forofo del Ciclón jerezano, Juan José Padilla. Y que el otro día, en un festival benéfico, hasta llevó la porra, armados todos con banderas de pirata, para alegrar el cotarro en el tendido a favor de "su torero". Desde luego que nos parece un acto sumamente entusiasta juez. Sin embargo, quizá no se vea muy bien que un representante de la autoridad municipal ande agitando a las masas a favor de un torero, aunque sea un día como aficionado, ya que eso se presta a suspicacias, sobre todo cuando dicho torero iba a actuar, unas cuantas horas después, en un festejo que el señor juez iba a presidir. Creo que cada quien debe de guardar su sitio, porque aunque el toro suele poner a todo mundo siempre en su lugar, hay quienes se les va la onda a la menor provocación.

Menuda bronca

Y ya que andamos en estas vainas de los jueces, me cuentan mis amigos que fueron a la corrida de El Domo, en San Luis Potosí, que anoche el usía de nuevo cuño, Marcelo Lozano, negó una merecidísima segunda oreja a Morante luego de que el artista sevillano cuajó al quinto toro de la función. La gente se metió duro con el juez de plaza, pero fue, especialmente, el ganadero de la tierra, Marco Garfias, el que más cerquita le reclamó. Dicen que hasta se fue a encararlo aireadamente hasta el palco con su gorilla de viscera en la mano. Claro que el juez le hizo el tancredo, pero seguramente Marco sacó su furia en representación de todo el púbico, que estaba de acuerdo con su actitud. Lo único lamentable de esta situación es que, después de haber disfrutado a tope con el arte de Morante, y el gozo tan profundo de su toreo, se tenga que pasar de este agradable estado anímico al del enfado mayúsculo, como el que tenía el criador en cuestión. ¡Urge una escuela de jueces taurinos!


Noticias Relacionadas







Comparte la noticia