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El triunfo de la rabia

Jueves, 26 Abr 2018    AGS, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda           
Diego Emilio cortó una oreja de peso en su tierra
El vibrante triunfo de Diego Emilio en la corrida del Orgullo San Marcos representó la reivindicación de una pasión, la de ser torero. Y después de estar rumiando su amargura en el dique seco, el alumno del maestro Manolo Arruza demostró que la llama de su afición no se ha extinguido, a pesar de que se encuentra en el abandono de las empresas, como tantos otros compañeros.

La suerte jugó a su favor y le mandó un toro de Cortina Pizarro que fue emotivo y tuvo esa transmisión necesaria para que en la tercera corrida de su vida consiguiera la alegría de verse otra vez como un torero que puede llegar lejos.

Personalidad y empaque, además de reciedumbre, son las cualidades de un espada que ahí está para llamar la atención de la gente, y que hoy día podría encontrar un hueco en determinados carteles a fin de seguir avanzando en su profesión.

La mayor virtud de la faena fue la de sentir lo que hacía y darle importancia, y con el olé del público como música de fondo, y más tarde con la “Pelea de Gallos”, cuando ya la plaza estaba entusiasmada con lo que veía, apareció un hombre emocionado… que emocionaba. Esa es la chispa del toreo.

Y aunque señaló un pinchazo previo a una certera estocada, lo que lo privó de cortar dos merecidas orejas, ahí se fue a los medios con un sombrero de charro en la mano y un apéndice que tuvo sabor a puerta grande. Ojalá que le brinden más oportunidades. Las merece.

El otro Diego del cartel, Diego Sánchez, también mostró la gran proyección que atesora e hizo una faena sólida, bien estructurada, en la que volvió a sonreír con desparpajo, dueño de un toreo clásico, dotado de un valor sereno de esos que dejan colocarse donde están el dinero.

El toro San Isidro acabó rajándose y no le dejó concluir del toro su interesante faena, pero sí que se pudo advertir su talento, y una personalidad que se complementa con la de el otro Diego. ¿Porqué no formar una pareja taurina joven con ambos toreros?

El toro más bravo de la corrida fue el de Medina Ibarra, además de que tenía unas magníficas hechuras. Sin embargo, la falta de sitio de Mario Aguilar le impidió estar a la altura de esas embestidas exigentes, en las que se requería un torero más puesto, con más sitio, para hacer lucir al toro en toda su extensión.

Y aunque hubo algunos pasajes de toreo relajado, el acoplamiento nunca llegó. Lo mejor fue la magnífica estocada que ejecutó, colofón que vino a dignificar su discreta actuación.

Israel Téllez mostró su bien aprendido oficio y solventó las dificultades que presentó el toro de San Fermín, el único complicado del encierro. El torero adoptivo de esta tierra, donde vive hace más de 15 años, se animó a banderillear y estuvo valiente en todo momento, pero sin poder redondear nada, sino sus ganas de agradar, debido al juego que dio su toro.

Su ahijado, Javier Castro, que se doctoró con un toro de Rosas Viejas que abrió plaza, estuvo valiente y decidido a pesar de que el ejemplar se paró muy pronto y regateaba las embestidas. Con una mentalidad clara y sin aburrirse nunca, el joven espada se metió en medio de los pitones y le robó pases de mérito antes darle una estocada con entrega.

A Nicolás Gutiérrez le tocó en suerte un toro de Puerta Grande de preciosa lámina, pues parecía un toro de San Mateo de otra época: cárdeno claro, enmorillado y veleto, con el que Nicolás Gutiérrez sólo consiguió acoplarse en pasajes aislados de una faena que no cogió vuelo.

La corrida terminó con la algarabía de la gente, que salió muy contenta con la actitud de los toreros y la posibilidad de que el formato de esta corrida se vaya puliendo a fin de que los dividendos taurinos sean todavía mayores de los que se alcanzaron esta tarde.



Ficha
Aguascalientes, Ags. Corrida del Orgullo San Marcos. Tres cuartos de entrada en tarde calurosa. Toros de distintas ganaderías en el siguiente orden: Rosas Viejas, San Fermín, Medina Ibarra, San Isidro, Puerta Grande y Cortina Pizarro, desiguales en presentación y juego, de los que destacó el 3o., de Medina Ibarra, por su bravura, y el de Cortina Pizarro por su transmisión. Pesos: 509, 489, 492, 506, 508 y 487 kilos. Javier Castro (ostión y oro), que tomó la alternativa: Ovación tras petición. Israel Téllez (azul rey y oro): Palmas. Mario Aguilar (pizarra y azabache): Silencio. Diego Sánchez (violeta y oro): Ovación. Nicolás Gutiérrez (rosa y oro): Palmas. Diego Emilio (azul noche y oro): Oreja. Incidencias: Javier Castro se doctoró con el toro “Cronista”, número 687, cárdeno, con 509 kilos. Al final de la corrida le entregaron un capote de paseo a Diego Emilio y una escultura al ganadero Cortina, como triunfadores de la tarde.

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