El encierro de José Miguel Llaguno le dio un gran interés a esta tarde. A más de que varios ejemplares fueron materia prima para faenas de alto interés, también pusieron a prueba a los tres valientes novilleros en el ruedo., entre los que salió triunfador Antonio Mendoza.

Sí, Antonio Mendoza, por su cabeza torera, su decisión a tope y una solvencia de la cual echó mano en el quinto de la tarde, se llevó de forma merecidísima el gato al agua. Podría comenzar con la faena en la que cortó un auricular, pero lo que realizó con el segundo que le correspondió -único del encierro que presentó serias dificultades- merece una mención aparte.

No se acopló con “Universitario” en los inicios del toreo de capa, pero entendió pronto que había que estar en lidiador serio. Vino un quite voluntarioso por chicuelinas. Al comenzar el segundo tercio, el de Arroyo Hondo cogió de forma espeluznante a Francisco García “El Cachorro” mas, por fortuna, todo quedó en un susto para la concurrencia y una taleguilla por coser para el subalterno.

Con la muleta, el novillero avecindado en Pátzcuaro comenzó la edificación de su faena, con muletazos mandones en verdad, que fueron claves para que el toro no le quitara los papeles. Nunca lo dejó que se frenare y con base en aguante y dominio extendió un recorrido que el toro en otras manos no hubiese tenido. Antonio supo desde el principio que no se podía equivocar… y no se equivocó. Faena plena de valentía, seriedad e inteligencia.

Con el segundo de la tarde, también había que poner el buen toreo por delante. El inicio fue con muletazos por alto que jaleó la concurrencia, para  luego sehuir en la construcción en series por derecha para centrarse. Siguieron por ambos lados. Y cuando “Canelo” acortó el recorrido por razones naturales, el defeño redujo el terreno, atrasó la muleta con el cuerpo de carnada y nos regaló pasajes de más emoción.

Eso sí… ausentes de chabacanerías o vulgaridades. Hoy si estuvo fino con la espada y se llevó la oreja que a la postre significaría un nuevo triunfo en esta plaza. Ojalá… ojalá lo veamos anunciado de nuevo. Menudo torero hay en Antonio Mendoza.

De los dos aguascalentenses en el cartel, Diego Emilio fue el que salió mejor librado. Al abreplaza, un novillo astifino hasta decir basta, Diego, con gran voluntad le plantó cara y a su aire y edad taurina, nos mostró temple y acompañamiento con la cintura en una interpretación con buen gusto. 

Culminó su trasteo con toreo por la cara que le festejó la parroquia; un pinchazo y una entera rinconera despacharon al astado. Ovación de sus paisanos que se dieron cita en buen número.

Con el cuarto de la tarde le faltó un pelo de templanza para no adelantar el engaño a un novillo que era tardito, pero con el cual consiguió pasajes artísticos. Sobre todo en una dosantina a cámara lentísima que nos hizo saltar del asiento. Una entera a toro parado. Escuchó un aviso y una ovación. En elde regalo, nada que notificar a casa. El toro dijo no, no y no y él pinchó, pinchó y pinchó. Dos avisos.

A Javier Castro hemos de reconocerle su afición y entrega… porque con lo poco toreado que está, salirle a un encierro con el trapío y la arboladura que se lidió esta tarde y estar valiente y dispuesto como estuvo toda la tarde hay que reconocerle esa actitud.

El tercero, primero de su lote, y el soberbio ejemplar lidiado en sexto sitio, un toro que tuvo bravura, fijeza, que fue noble, emotivo, claro, obediente, pronto y repetidor pero –eso sí- con mucho trapío- hicieron que le aflorara su preocupante verdor. Y digo preocupante; porque no se amilanó, pero le vimos a merced de sus dos enemigos. Un aviso en cada uno de sus toros..

Para el próximo domingo, la empresa anuncia la primera semifinal del certamen “Descubriendo a un torero”. En el cartel, el capitalino Mirafuentes De Anda, Manuel Gutiérrez y Carlos Casanueva, con novillos de varas ganaderías.