La polémica se hizo presente durante la tercera corrida del Serial Taurino de la Feria Nacional de Zacatecas, pues el juez del plaza Carlos Ibargüengoitia se puso nuevamente en el ojo del huracán al negar el rabo del cuarto toro de la tarde de la ganadería de Jaral de Peñas, al cual, el torero tlaxcalteca Uriel Moreno "El Zapata" le realizó una faena cumbre que sólo fue premiada con dos apéndices.
La cálida tarde en la Monumental Zacatecas que registró cerca de media entrada, abrió con el merecido homenaje que le rindió la empresa Zacatecas, Tierra de Toros, al pintor Alfonso López Monreal, quien como premio a su trayectoria recibió "La Paleta de Plata", misma que paseó acompañado de las cuadrillas del los toreros por el redondel del coso de cantera.
El primer espada, El Zapata, con su segundo, recibió con tres largas cambiadas de rodillas que remató con media de cartel. Quitó por chicuelinas que cerró con una revolera. En el segundo tercio, el tlaxcalteca se convirtió en el amo y señor de la plaza, pues puso tres pares que simplemente provocaron el alboroto en los tendidos, tanto que el grito de "¡torero, torero!" se escuchó con más fuerza que nunca.
Pegado a tablas abrió su faena con el muletazo evocando a Antonio Campos, pues plasmó el estoico imposible que avizoró lo que más tarde vendría. El toro alegre y de gran transmisión tuvo frente a sí a un torero puesto y dispuesto a bordar una faena cumbre, valerosa, con técnica, inteligencia, y calidad. Con la mano izquierda baja, muy baja, probó la calidad del ejemplar, templó y mandó, lo mismo por el derecho que por el izquierdo.
El torero variado, despacio, en tiempo, continuó, para que el emotivo toro se fuera a más; con algunos pañuelos blancos dibujando los tendidos del coso zacatecano, El Zapata, no desesperó, sabia que el indulto bien podía estar cerca, sin embargo, decidió entrar por uvas y tirarse a matar, dejando una estocada certera que innegablemente era de orejas y rabo.
El juez de hierro sólo concedió dos trofeos, poco, muy poco para la entrega de un torero que tiene una pasión desbordada, poco también para un ganadero que observó desde su palco el extraordinario juego de su ejemplar, por tanto la bronca no se hizo esperar, pero ya era tarde, pues en ese momento los restos de "Heroico" eran llevados lentamente ante los aplausos de un público que disfrutó de un toro bravo, y un torero con sobrada entrega.
Ignacio Garibay cortó una valiosa oreja al primero de su lote, con el que se adornó ceñidamente con la capa, para en la faena de muleta estructurar una faena de fondo y transmisión, pese a que el toro desde el inicio de la faena buscó su querencia natural, no obstante, el rodaje que le han dado los años, y el actuar en los cosos más relevantes de México y España, llevó a Garibay a consentir al de Jaral de Peñas, primero en su querencia, donde el ejemplar quería estar, y después en los medios, el sitio a donde el lidiador, a base de técnica y conocimiento lo llevó.
Ahí, Garibay, construyó una faena de calidad, elegancia, e inteligencia torera, sacando poco a poco la miel del ejemplar, templó y mandó. Mató recibiendo, dejando la espada en buena colocación para llevarse una oreja.
Fabián Barba con su primero gustó desde que recibió a su ejemplar, pues de hinojos en los medios dio una escalofriante larga cambiada de rodillas al toro berrendo en colorado. Ejecutó un quite por gaoneras que desgranó los olés en el tendido. Rodilla sobre la arena inició su trasteo que reflejó el resto de la tónica de la faena.
El entendimiento fue la carta de presentación del de Aguascalientes, quien dejó una faena variada, templada, con calidad; sacó hasta la última gota del jugo del toro de Jaral de Peñas. Dejó estocada un tanto tendida, pero suficiente, el juez, pese a la fuerte petición no concedió la oreja, por lo que Barba se limitó a dar una clamorosa vuelta al ruedo.