Aunque sin lograr el triunfo redondo, Juan Pablo Llaguno y Nicolás Gutiérrez brindaron destellos de mucho arte en Arroyo, en el marco del festival de triunfadores que se saldó con un empate númerico, pues ambos becerristas pasearon una oreja.

Pese a pinchar en su primera oportunidad, le fue concedida una oreja a Juan Pablo luego de la faena que estructuró delante del tercero, un bello cárdeno de De Haro que fue el ejemplar que tuvo mayor fondo de bravura, así como recorrido y clase en sus embestidas. Llaguno lanceó a la verónica y remató con una salerosa revolera, detalle pinturero que le llegó con fuerza al tendido.

Luego de brindar a don Jesús Arroyo, inició su faena de rodillas, rematando la primera tanda con un precioso muletazo de la firma. Haciendo gala de su toreo fino, se dio a torear con la sarga en la diestra, vertical y acariciando las embestidas del novillo con un temple que caló hondo. Y aunque por el pitón izquierdo el cárdeno protestaba y tendía a quedarse corto, también lo intentó por este perfil.

De vuelta con la derecha, continúo toreando bien, pasándose cerca los pitones y aderezando su labor con adornos como la capetillina y un par de desdenes que resultaron de euténtica pintura. Antes de oficiar con el acero, sufrió un fuerte achuchón, pero se levantó para terminar con la vida del novillo en el segundo intento y pasear la oreja.

Su primero, descastado y andarín, llegó crudo al tercer tercio. Juan Pablo supo doblarse con el de Caparica y dibujó una faena que tuvo algunos momentos de buen calado, pero sin redondear dadas las condiciones de su enemigo. No conforme con estar digno delante de éste y la oreja de su segundo, regaló un quinto ejemplar, de Jorge de Haro, que al principío de su lidia se dio una vuelta de campana y quedó afectado, pues perdió fuerza y constantemente caía a la arena.

Llaguno le fue paciente y, sin forzarlo, fue desarollando un trasteo interesante que terminó por agradar al público. Largos fueron los derechazos que cuajó ante este ejemplar, que a pesar de su poca fuerza tenía buena estilo. Pinturero y artista, Juan Pablo perdió la posibilidad de tocar pelo al ponerse muy pesado con el acero.

El hidrocálido Nicolás Gutiérrez confirmó todo lo bueno que había dejado patente la semana pasada y volvió a salir triunfador en este festival. Con facilidad para llegarle al público, este joven prospecto torea con muy buen trazo y tiene esa difícil facilidad de saber llevar templados a los novillos.

Una fuerte voltereta se llevó cuando apenas recibía de capote a su primero, que le volvió a dar tremendo susto cuando iniciaba su faena de muleta; afortunadamente no hubo consecuencias, como tampoco existieron la tercera vez que el de Carlos Castañeda se lo echó a los lomos. Valiente, Nicolás siempre se levantó y pudo realizar una labor bonita y con buenos destellos de calidad.

Ahí quedarán los largos y tersos derechazos que le recentó a este ejemplar, acompañando con la cintura y llevando muy toreadas las embestidas. Y aunque el novillo vino a mucho menos y terminó desarollando sentido, rajándose además, el chaval siempre se puso en el sitio con sed de triunfo. Una rotunda estocada rubricó su labor y a sus manos fue a parar una muy merecida oreja.

Muy quieto en el centro de ruedo inició con estatuarios la faena ante su segundo, perteneciente al hierro de Autrique. Este inicio hizo concebir esperanzas, pero todo fue a menos dado que el astado fue deslucido y quizá requería una distancia un poquito más larga entre pase y pase. Aún así, Nicolás pudo pegar sabrosos muletazos y, de no haber pinchado la posibilidad de tocar pelo hubiera sido real.